La niña que se creía sirena de Eileen Cronin

En un esfuerzo por “ponerme de pie”, alguien decidió que necesitaba aparatos en mis piernas. Parecía que nadie sabía para qué eran los aparatos o cómo tendría que usarlos. Tal vez supuestamente debían entrenar mis piernas para las prótesis. Yo seguía quitándomelos y mamá tenía que seguir amarrándomelos. No había una guía sobre cómo educar a un hijo sin piernas, así que ese se volvió uno de los muchos asuntos que mamá traba con renuencia con nuestro pediarta. Su opinión sobre el doctor Epstein se complicaba por sus ideas sobre los médicos, en especial los “doctores judíos”. Cuando el doctor Epstein sugirió que mamá intentara el control natal, salió como bólido de su consultorio. “¿Qué sabe Isaac Epstein de Joy Cronin?”, diría en el auto.

Como adulto pregunté: “Si no confías en los médicos judíos, entonces, ¿por qué siempre eliges doctores judíos?”. A lo que mamá respondió: “Porque son los más listos”, con esa expresión que anunciaba: “Todo el mundo lo sabe”:

Mamá tenía una relación aún más intrigante con su obstetra. El doctor U. nunca la atosigó con el control natal. Ella practicaba el ritmo, y luego del parto casi fatal de su decimoprimer hijo, el doctor U. finalmente le dijo que ovulaba dos veces al mes.

-“¿Por qué espero hasta que tuviste once niños para decírtelo?” pregunté como adulto. Y mamá respondió: “¡El hombre era un genio!”.

“¿Acaso el doctor U. era judío?”.

“Católico –dijo- Creo. Pero era muy listo, I-Lean”. Mamá hacía énfasis en la primera sílaba de mi nombre cuando estaba fastidiada o consideraba que me estaba dando información importante. Nunca me gustó el sonido de esas dos sílabas juntas, en especial cuando otros la imitaban. Finalmente descubrí que había incorporado un mal chiste a mi nombre. En algún punto le di la vuelta en mi cabeza y escuchaba “I-Lean” de manera selectiva, para en silencio devolver el chiste a mi madre. En cuanto a las ideas de mamá sobre los doctores, ella no se preocupaba tanto por la ironía contenida en sus teorías. Excepto en cuestiones de control natal, mamá acostumbraba a seguir los consejos del doctor Epstein. Fue por su sugerencia que me inscribió en un programa Montessori en el sótano de una señora. Ahí la maestra Montessori me permitía quitarme los aparatos de metal. Cuando mamá se quejó, la maestra le dijo: “¡Pero gatear es un signo de genialidad!”.

Extracto de La niña que se creía sirena de Eileen Cronin.

SIRENA

 

SINOPSIS: La autobiografía de Eileen Cronin  es una enseñanza sobre la construcción que hacemos de nosotros mismos y la valoración que le damos a nuestros actos. Eileen es consciente a los tres años que nació sin piernas por lo que va construyendo su propia visión en una familia católica rigurosa, en una década escandalizada por la sexualidad y en un entorno incomprensible que le genera bullying. En este escenario Eileen se enfrenta a los tabúes de la discapacidad encontrándose y conociéndose con una reflexión de humor sobre su juventud, el amor y la vida.

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