Genómica: el laberinto de lo humano

James D. Watson, codescubridor de la estructura del ADN, no ha llegado a ser como Einstein, un símbolo pop de la ciencia que amerite ser estampado en playeras; pero ganas no le faltan.

Hace unos años, cuando era presidente del laboratorio de Cold Spring Harbor, se vendían sus estatuillas de hule con una gran cabeza sobre un resorte. Solían regalarse en la compra de chips de ADN, que en la última década han rebasado la biología molecular y prometían ser utilizados para el diagnóstico de enfermedades -secuenciar ADN les arrebató la estafeta. Se les llama chips por su diminuto tamaño, pero es el único parecido con los cada vez más reducidos chips de computadora. En la red aún pueden encontrarse modelos «bobblehead» de Watson.

Con tal de atraer la atención, Watson también se ha especializado en generar controversias. En su juventud se le había criticado la descripción sexista que hizo de Rosalind Franklin en su libro «La doble hélice» (1968): insulto personal aunado al insulto científico de no haberle dado a esta mujer el crédito por la foto de rayos X del ADN cristalizado. Pero Watson no aprendió la lección y hace algunos años en diversos encabezados se leyó la absurda declaración «¡Aborten a bebés con genes gay!». Siguiendo con sus tropezones, en 2007, en una entrevista, a propósito de la publicación de su libro «Avoid boring people: lessons from a life in science», Watson declaró: «Me encuentro pesimista en cuanto a las perspectivas de África, pues todas nuestras políticas se basan en el hecho de que su inteligencia es igual a la nuestra -cuando todas las pruebas indican que en realidad no es así (…) y la gente que lidia con empleados negros sabe que no es el caso».

Cuando Watson estaba escribiendo ese libro, tuve la suerte de ir a una conferencia suya y luego a cenar con él. Debo decir que sus declaraciones no me extrañan en lo absoluto. Si alguna cosa le gusta a Watson es la controversia. No duda en dar su punto de vista aunque éste pueda ser chocante o hasta ofensivo para algunas personas. En esto asume el papel de ícono o de papá del reduccionismo científico y lucha contra ideas éticas, políticas y filosóficas. Watson es ahora el loco del pueblo de la ciencia, o el bufón del rey, que dice todo lo que pasa por su mente. El problema es que las declaraciones de Watson, debido a su fama y al peso de su reconocimiento científico, tienen grandes consecuencias.

Extracto de Genómica, un libro de ensayos de Pablo Meyer.

Genomica_portada

Genómica, de Pablo Meyer, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Tusquets.

portada_genomica_pablo-meyer_201504012012.jpg
Pablo Meyer

Si fuese posible, ¿le gustaría saber cuáles serán sus dolencias y padecimientos?, ¿incluso si en su diagnóstico se encontrara una enfermedad mortal o muy grave?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *