‘El patrón del opio’, la esperada secuela de ‘El estigma del alacrán’

Matt se despertó en medio de la oscuridad al escuchar que algo se movía a su lado. El aire sopló suavemente con el aroma de pelaje cálido y almizclado. El chico dio un brinco para levantarse, pero la bolsa de dormir se le enredó y cayó al suelo. Sus manos chocaron contra un lecho de espinas afiladas. Buscó a su alrededor una piedra, un cuchillo o alguna otra cosa que le sirviera de arma.

Algo cerca de él jadeó. El olor a almizcle se hizo más intenso. Matt sintió con la mano una barra metálica, que por un instante no supo qué era. Luego se dio cuenta de que era la linterna y la encendió.

El rayo iluminó la cara grande como de perro que lo miraba al otro lado de la bolsa de dormir. El corazón casi se le para. Recordó una nota que le había escrito Tam Lin hacía mucho tiempo sobre los peligros de este lugar: AQI AI BIBORAS Y BI OSO BAJO ARBOL.

Este debía ser un oso. Matt solo los había visto en la tele, en donde hacían cosas y trucos divertidos a cambio de deliciosos premios. Los ojos del oso centelleaban mientras veía el delicioso «premio» que sostenía una linterna. Matt intentó recordar qué hacer. ¿Enderezarse para intimidarlo? ¿Hacerse el muerto? ¿Huir?

¡La linterna! Era un tipo de lámpara especial que usaba la patrulla de las fincas. Uno de los botones era para uso ordinario, pero el otro encendía una luz que brillaba diez veces más que el sol. Al proyectarla sobre los ojos de un ilegal, cegaría a la persona durante al menos media hora. Matt empujó el segundo botón con todas sus fuerzas y la cara del oso se tornó completamente blanca. El animal gritó, dio media vuelta y cayó sobre los arbustos, mientras gemía aterrorizado y rompía ramas al intentar huir. 

Matt logró ponerse en pie. ¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba solo? Después de una instantes recordó apagar la linterna para ahorrar baterías. La oscuridad lo cubrió de nuevo y, durante unos cuantos minutos, estuvo ciego como el oso. Se sentó de nuevo, tiritando de frío. Poco a poco, la noche recobró su patrón habitual, y entonces se dio cuenta de que estaba en el oasis. Abrazó la linterna. Había sido un regalo de Tam Lin, para que se protegiera de los animales cuando acampara ahí. 

-No necesitas un arma, amigo- le dijo alguna vez el guardaespaldas-. No querrías matar a una pobre bestia que está paseando en su jardín. Tú eres el invasor. 

Extracto de El patrón del opio, de Nancy Farmer.

el patron del opio portada

El patrón del opio, de Nancy Farmer, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Planeta.

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