En esos 200 años, algunos países han logrado cosechar buena parte de los frutos, mientras que otros se han quedado atrás. La diferencia, insisto, tiene que ver con las ideas y sus reflejos estructurales en la sociedad. Por eso un continente como América Latina no ha tenido éxito, porque se separó de España para mantener sus creencias y costumbres, de forma que la extracción de riqueza que hacía la Corona la pudieran hacer los grupos locales. La primera globalización permitió un crecimiento importante en América Latina, e incluso algunos países lograron entrar al club de ricos. Pero como las ideas no habían cambiado, su permanencia en ese grupo fue efímera.

En el segundo siglo de vida de América Latina se experimentó con alternativas al capitalismo. Ese sistema no podía ser bienvenido en naciones elitistas, católicas, y “defensoras del humanismo latino”. Quienes tenían el poder y las riquezas no querían competencia; la Iglesia no quería ideas exóticas; y el rechazo al anglosajón terminó por empujar al continente entero hacia los experimentos que, como hemos visto, fracasaron. Los caminos que en el siglo XX llevaron a la riqueza no son los que siguió América Latina, son los que siguieron escandinavos, mediterráneos y asiáticos, pagando los costos que esos caminos exigían.

Extracto de El fin de la confusión, de Macario Schettino.

SINOPSIS: México ha evolucionado en los últimos doscientos años en leyes, regulaciones y costumbres, fracasando en la base primordial: el reconocimiento social a quienes producen riqueza y hacen el valor de un país al construir un Estado fuerte. Las dificultades económicas de México derivan de los defectos que se tienen: la falta de Estado de derecho y la orientación colectivista derivada de las creencias de la Revolución mexicana la cual está arraigada en los aspectos de la sociedad y la clase política.