¡ADRIANA ESTEVA TE RETA: DÍA 3!

Adriana Esteva, autora de En la comida como en la vida, te quiere invitar a hacer un ejercicio de 21 días.  Cada uno de ellos habrá un pequeño reto para hacer cambios en tu forma de pensar, comer y actuar. ¡Seguimos!

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Reto #3 (acumulativo)

La vibración en la que te mantengas contribuirá al resultado que obtengas. El reconocimiento genera la emoción positiva necesaria para lograr lo que te propones.

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Reconócete hoy un logro, no importa si es grande o pequeño. Escríbelo y continúa con esta práctica los 21 días.

Guarda el texto que escribiste sobre este reto y sigue con los demás días. Recuerda que al finalizar los 21, debes mandar un correo electrónico a [email protected] escribiendo tu experiencia completa en una cuartilla.

Comparte con nosotros cómo te fue en este primer reto, en Twitter utilizando el hashtag #ComidayVida e inclúyenos en tus publicaciones @Planetalibrosmx, o comparte en nuestra página de Facebook, Planeta de libros México.

Quienes completen los 21 retos y envíen su texto podrán participar por una beca completa para el diplomado “Comiéndome mis emociones”, que imparte Adriana Esteva.

Consulta las bases de la dinámica dando click aquí, y no te pierdas En la comida como en la vida, un libro en donde encontrarás muchas herramientas para enriquecer esta experiencia.

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Entiende el lenguaje de tu hambre y recupera el manejo de tus sentimientos.

¡Adriana Esteva te reta: día 2!

Adriana Esteva, autora de En la comida como en la vida, te quiere invitar a hacer un ejercicio de 21 días.  Cada uno de ellos habrá un pequeño reto para hacer cambios en tu forma de pensar, comer y actuar. ¡Segundo reto!

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Reto #2 (Acumulativo)

Nuestro estómago es el encargado de avisarnos cuándo, cuánto y qué comer. Sin embargo, nos hemos confundido y comemos en respuesta a otras necesidades que nada tienen que ver con hambre real, esa que nos avisa que el cuerpo necesita combustible. Alguna de esas necesidades pueden ser: compañía, amor, atención, comprensión, seguridad, etcétera.

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Durante todo el día ponle atención a tu estómago y a sus movimientos, reacciones, llamados y sensaciones. Siente, piensa y escribe lo que descubras.

Guarda el texto que escribiste sobre este reto y sigue con los demás días. Recuerda que al finalizar los 21, debes mandar un correo electrónico a [email protected] escribiendo tu experiencia completa en una cuartilla.

Comparte con nosotros cómo te fue en este primer reto, en Twitter utilizando el hashtag #ComidayVida e inclúyenos en tus publicaciones @Planetalibrosmx, o comparte en nuestra página de Facebook, Planeta de libros México.

Quienes completen los 21 retos y envíen su texto podrán participar por una beca completa para el diplomado “Comiéndome mis emociones”, que imparte Adriana Esteva.

Consulta las bases de la dinámica dando click aquí, y no te pierdas En la comida como en la vida, un libro en donde encontrarás muchas herramientas para enriquecer esta experiencia.

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Entiende el lenguaje de tu hambre y recupera el manejo de tus sentimientos.

¡Adriana Esteva te reta: Día 1!

Adriana Esteva, autora de En la comida como en la vida, te quiere invitar a hacer un ejercicio de 21 días.  Cada uno de ellos habrá un pequeño reto para hacer cambios en tu forma de pensar, comer y actuar. ¡Empezamos!

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Reto #1

La forma en que nos relacionamos con la comida suele ser un reflejo de la manera en que nos relacionamos con el mundo, con los demás y con nosotros mismos.

Escribe un relato y cuéntanos:

¿Cómo ha sido tu historia con la comida? ¿cuál es tu forma de comer? No hagas juicios, sólo describe estos procesos. Al terminar, lee lo que escribiste y anota qué dice de ti.

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Guarda el texto que escribiste sobre este reto y sigue con los demás días. Recuerda que al finalizar los 21, debes mandar un correo electrónico a [email protected] escribiendo tu experiencia completa en una cuartilla.

Comparte con nosotros cómo te fue en este primer reto, en Twitter utilizando el hashtag #ComidayVida e inclúyenos en tus publicaciones @Planetalibrosmx, o comparte en nuestra página de Facebook, Planeta de libros México.

Quienes completen los 21 retos y envíen su texto podrán participar por una beca completa para el diplomado “Comiéndome mis emociones”, que imparte Adriana Esteva.

Consulta las bases de la dinámica dando click aquí, y no te pierdas En la comida como en la vida, un libro en donde encontrarás muchas herramientas para enriquecer esta experiencia.

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Entiende el lenguaje de tu hambre y recupera el manejo de tus sentimientos.

Lee un extracto de «Pasado Perfecto», el libro de Leonardo Padura

«No necesito pensarlo para comprender que lo más difícil seria abrir los ojos, Aceptar en las pupilas la claridad de la mañana que resplandecía en los cristales de las ventanas y pintaba con su iluminación gloriosa toda la habitación, y saber entonces que el acto esencial de levantar los parpados es admitir que dentro del cráneo se asienta una masa resbaladiza, dispuesta a emprende un baile doloroso al menor movimiento de su cuerpo. Dormir, tal vez soñar, se dijo, recuperando la frase machacona que lo acompaño cinco horas antes, cuando cayo en la cama, mientras respiraba el aroma profundo y oscuro de su soledad. Vio en una penumbra remota su imagen de penitente culpable, arrodillado frente al inodoro, cuando descargaba oleadas de vomito ambarino y amargo que parecía interminable. Pero el timbre del teléfono seguía sonando como ráfagas de ametralladora que perforaban sus oídos y trituraban su cerebro, lacerado en una tortura perfecta, cíclica, sencillamente brutal. Se atrevió. Apenas movió los parpados y debió cerrarlos: el dolor le entro por las pupilas y tuvo la simple convicción de que quería morirse y la terrible certeza de que su deseo no iba a cumplirse. Se sintió muy débil, sin fuerzas para levantar los brazos y apretarse la frente y entonces conjurar la explosión que cada timbrazo maligno hacia inminente, pero decidió enfrentarse al dolor y alzo un brazo, abrió la mano y logro cerrarla sobre el auricular del teléfono para moverlo sobre la horquilla y recuperar el estado de gracia del silencio.

Sintió deseos de reír por su victoria, pero tampoco pudo. Quiso convencerse de que estaba despierto, aunque no podía asegurarlo. Su brazo colgaba a un costado de su cama, como una rama partida, y sabia que la dinamita alojada en su cabeza lanzaba burbujas efervescentes y amenazaba con explotar en cualquier momento. Tenia miedo, un miedo demasiado conocido y siempre olvidado. También quiso quejarse, pero la lengua se le había fundido en el fondo de la boca y fue entonces cuando se produjo la segunda ofensiva del teléfono. No, no, coño, no, ¿por qué?, ya, ya, se lamento y llevo su mano hasta el auricular y, con movimientos de grúa oxidada, lo trajo hasta su oreja y lo soltó.

Primero fue el silencio: el silencio es una bendición. Luego vino la voz, una voz espesa y rotunda y creyó que temible.

-Oye, oye, ¿me oyes?- parecía decir-, Mario, aló, Mario, ¿tu me oyes?- Y le falto valor para decir que no, que no, que no oía ni quería oír, o, simplemente, esta equivocado.

-Si, jefe- logro susurrar al fin, pero antes necesito aspirar hasta llenarse los pulmones de aire, obligar a sus dos brazos a trabajar y llegar a la altura de la cabeza y conseguir que sus manos distantes apretaran las sienes para aliviar el vértigo de carrusel desatado en su cerebro.

-Oye, ¿qué te pasa?, ¿eh? ¿Qué cosa es lo que te pasa?- era un rugido impío, no una voz.

Volvió a respirar hondo y quiso escupir. Sentía que la lengua le había engordado, o no era la suya.

-Nada jefe, tengo migraña. O la presión alta, no sé…

-Oye, Mario, otra vez no. Aquí el hipertenso soy yo, y no me digas más jefe. ¿Qué te pasa?

-Eso, jefe, dolor de cabeza.

-Hoy amaneciste vestido de jodedor, ¿verdad? Pues mira, oye esto: se te acabo el descanso.

Sin atreverse a pensarlo abrió los ojos. Como lo había imaginado, la luz del sol atravesaba los ventanales y a su alrededor todo era brillante y cálido. Fuera, quizás, el frio había cedido y hasta podría ser una linda mañana, pero sintió deseos de llorar o algo que se le parecía bastante.»

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Una novela del reciente ganador del Premio Princesa de Asturias en Literatura, otorgado al conjunto de su obra.

«La inocencia y el gran ensayo sobre Baudelaire» un libro de Felipe Polleri

Aquí un extracto del libro:

«I

Vivir a veces

Siempre me despierto en el departamento de mi niñez, en un dormitorio negro como el edificio. Terror. Pero, bueno, solo es cuestión de buscar el interruptor de la lámpara de la mesa de luz. Lo encuentro a tientas: no funciona. Claro que esta la otra cama, y la otra mesa de luz. Alargo la mano y encuentro el interruptor: claro, no funciona. Recorro a tientas el cable (demasiados metros de cable porque es una pesadilla) hasta que palpo las dos patitas frías del enchufe. Algo o alguien, lo que esta en el dormitorio, lo desenchufo; o esta desenchufado porque en casa la dejadez o mejor dicho, el caos, era tan natural como el miedo a la oscuridad.

 Salgo de la cama y avanzo a cuatro patas, para que si alguien quiere romperme la cara con una barra de hierro solo encuentre el aire negro encima de mi espalda. Estoy decidido a matar a lo que se metió en el dormitorio de mis dos hermanas.

Porque las dos camas, las dos mesas de luz estaban en el dormitorio de mis dos hermanas.

 Suena el timbre de la puerta. A las tres de la mañana.

 Es un hombrecillo andrajoso que viene a entregar el Diario Imperial. Mama, vieja, gorda en camisón, me dice que nunca compra el Diario Imperial.

 Yo en calzoncillos, voy a echarlo.

El hombrecito tiene una barba gris que se espesa debajo de los ojos. Una especie inofensiva de hombre lobo, con un grueso paquete de diarios bajo el brazo flaco y curtido. Le abro la puerta de la cocina, la de servicio. La puerta principal, la del living, es para los invitados; aunque nunca hay invitados: aunque el living esta reluciente como vacío, porque ,mis padres no hacen vida social desde que nací. Antes de echar al hombre lobo, mama se acuerda de que publico un aviso en el Diario Imperial.»

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Polleri ha creado un nuevo género: «la literatura acorralada»

¡Adriana Esteva te reta!

A veces basta un pequeño cambio en la rutina, la actitud, la alacena o en las imágenes y voces que habitan en tu cabeza para ser feliz.

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Adriana Esteva, autora de En la comida como en la vida, te quiere invitar a hacer un ejercicio de 21 días.  Cada uno de ellos habrá un pequeño reto para hacer cambios en tu forma de pensar, comer y actuar.

Es súper importante que escribas diariamente cómo te sentiste, qué ocurrió, qué dejó de ocurrir, etcétera, en relación a cada reto y que lo compartas con nosotros en redes, para que todos nos nutramos de todas las experiencias. En algunos casos te pediremos que subas una foto. En Twitter utiliza el hashtag #ComidayVida e inclúyenos en tus publicaciones @Planetalibrosmx, o comparte en nuestra página de Facebook, Planeta de libros México.

Algunos de los retos son acumulativos, esto quiere decir que tendrás que hacerlo todos los días a partir de que lo publiquemos, además seguir con los retos de los días posteriores. No te preocupes, en las publicaciones te avisaremos cuando se trate de un reto acumulativo.

Al finalizar los 21 días es importante que mandes un mail a [email protected] escribiendo tu experiencia en una cuartilla. Quienes completen los 21 retos y envíen su texto podrán participar por una beca completa para el diplomado «Comiéndome mis emociones», que imparte Adriana Esteva.

Empezamos a publicar los retos a partir del 15 de septiembre de 2015 en @Planetalibrosmx y en Facebook en la página Planeta de libros México.

 

Te invitamos a leer el libro En la comida como en la vida de Adriana Esteva, en donde encontrarás muchas herramientas para enriquecer esta experiencia.

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Entiende el lenguaje de tu hambre y recupera el manejo de tus sentimientos.

Guadalupe Loaeza te invita a la alcoba de ‘La Mariscala’

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Guadalupe Loaeza y Verónica González Laporte te invitan a asomarte a la alcoba de La Mariscala, a las sesiones de té de la alta sociedad mexicana y a la gran historia de amor que se urdió entre la majestuosidad y complejidad de la corte del Segundo Imperio Mexicano.

El próximo 29 Septiembre  a las 19:00 horas en el Hotel Carlota (Río Amazonas 73, Cuauhtémoc, Ciudad de México).

La entrada es libre, pero registra tu asistencia en: http://corta.me/mariscala 

INVITACION LA MARISCALA

 

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Guadalupe Loaeza | Verónica González Laporte

La gran historia de amor en la corte de Maximiliano y Carlota: Pepita de la Peña y el mariscal Bazaine

Millennium 4: Lagercrantz vende 2.3 millones de ejemplares

Las ventas del nuevo libro de la serie Millenium, Lo que no te mata te hace más fuerte, rebasaron el pasado fin de semana los 2.3 millones de ejemplares vendidos en el mundo, de acuerdo a sus editores suecos.

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La novela salió a la venta el pasado 27 de agosto en más de 43 países y se refrenda como una de las favoritas de los lectores. David Lagencrantz, el autor de esta nueva entrega, ha logrado fascinar a los seguidores de Salander  y recuperar lo mejor de su personaje para esta reinterpretación del universo de Larsson.

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Salander y Blomkvist han sobrevivido intactos la transición y son tan arriesgados e inspiradores como siempre. –NYTimes

 

Fuente: The Book Seller

«Todo nada»: la primera novela de Brenda Lozano

“Mi angustia produce obras maestras

Despierto. Despierto con el impulso de empacar. Me levanto de un salto, Arrojo ropa de closet a la cama, Busco una maleta en el closet y de golpe cae. Cae de golpe el sueño, dejo de buscar la maleta, He soñado con una llamada telefónica. Pero no, no cualquiera. Una llamada en la que el abuelo me invita a Paris a una de sus conferencias. (No tienes de que preocuparte, no tienes que responder a las preguntas de los médicos. Es suficiente con que me acompañes al auditorio. Después de mi conferencia podremos pasear, prometo que no invitare a las viudas que seguramente me buscaran. Te llevare a cenar al mejor restaurante, te llevare a los mejores lugares, ya verás. Anda, empaca que paso por ti en diez minutos.)  Cuelgo el teléfono y despierto. En ese orden, en medio de este desorden.

El abuelo se quitó la vida un domingo por la noche. Tenía setenta y dos años. El próximo domingo, el domingo que viene, se cumple un año de su muerte. Nunca entenderé al abuelo y menos entiendo por qué hizo esta llamada. Esta llamada telefónica desde otro lado, no este lado.

Dios no revela nada, prueba de ello era el abuelo, que era un signo de interrogación. Además le permite usar el teléfono, tan campante, desde el otro lado. ¿Justificar a Dios? Así como los hombres salen de Sus palabras, muestra diaria de Sus desatinos, del mismo modo, y no con menor magia, el abuelo desconcierta con sus palabras incluso desde su muerte. ¿Justificar la llamada del abuelo? Soñar vivo a un muerto es lo mismo que conversar con un esqueleto en el consultorio de un médico. Entender, de una buena vez, a Hamlet. Menuda la situación de sostener un cráneo en la mano y no pronunciar un monologo extenso. Quizá la ausencia, la ausencia de alguien querido, es el título de cualquier discurso dirigido a la pared.

Haber soñado con el abuelo no es novedad. No es novedad que de vida al que se fue. Pero seguir sus órdenes, sacar la ropa de closet, buscar una maleta, es una penosa novedad. Tal situación es la evidencia de que actuó movida por una ausencia. Su ausencia no es cualquiera. Obedecer al abuelo, como un perro al que lanzan un palo y corre disparado, es penoso, es novedad. Es, sobre todo, penoso.

Luego de la muerte del abuelo, luego de despedirme incontables veces sin irme, cada vez entiendo menos. ¿En qué momento se supone que uno entiende que alguien se ha ido? ¿En qué momento uno se despide sin volver? Sueños como el de hoy muestran que las peores pesadillas no son esas en las que atestiguamos la muerte de un ser querido; por el contrario, en las peores respondemos una llamada telefónica. Si el sueño es el descanso que nos ha sido concedido y a la vez es una sala de cine donde observamos nuestros temores más agudos, ¿a qué hora se supone que se puede descansar de uno mismo? ¿Se puede descansar de uno mismo?

Queda contar, contarlo otra vez. Sueño que el abuelo me invita a Paris, me levanto de la cama para empacar y recuerdo que murió hace un año. Volver a contar y acercarme a la incertidumbre. Sueño que volveré a ver al abuelo y no. Sueño y no porque lo he creído. He creído que lo vería en diez minutos. Carajo, la angustia no tiene límites. Despertar, por ejemplo, debería ser considerada una obra respetable. O ¿a quién le resulta más asombroso observar un cuadro de Jackson Pollock que despertar?

Con lo que soy capaz de hacer en nombre de la angustia podría exponer las obras suscitadas. Podría exponer por ejemplo, los retratos hablados del abuelo. Nunca narro lo mismo y siempre narro lo mismo. Retratos distintos, retratos inciertos, retratos tan movedizos como el pasado. Narrar tantas veces lo mismo es el camino para alejarse de la realidad. Allá, lejos, lejísimos, estoy. Y así, lejos de retratarlo, hablando de el sin que nadie me provoque, cada vez que hablo de él me pregunto lo obvio. ¿Se parece lo que cuento del abuelo al hombre que realmente fue?

Pregunto lo obvio todos los días, respondo lo obvio sin que me pregunten. De hecho, estoy un paso adelante: respondo, cuento de él una y otra vez, sin que me pregunten. Me alejo cuando me acerco a retratarlo. Tal vez porque al hablar de él intento responder lo obvio. ¿Cómo le hizo para irse y seguir aquí? ¿Está aquí o allá? Querer responder como si las respuestas fuesen la llave de su consultorio. Respuestas que parecieran abrir la puerta y encontrarlo sentado en su trono. Pero cualquier pregunta, sabemos, es una puerta cerrada. Podría exponer los boleros de Daniel Santos que cantaba cerrando los ojos o los licores con tres hielos que le gustaba tomar después de comer. Podría exponer mi angustia luego de su muerte. Podría.

 

A veces pienso que, de ser posible, mi angustia se rodearía de artistas. Brindaría con ellos, se doblaría de risa. En una cantina, digamos, mi angustia contaría sus mejores chistes, sus mejores anécdotas. Hablaría de sus mejores trabajos. Seria gran amiga de cualquiera. Amiga de cualquiera a la altura de sus trabajos. Sus trabajos geniales que son mis actos más estúpidos.

Cuando trato de negociar con la ausencia del abuelo no me queda más que ladridos. Como los días confirman que el que se fue no se va del todo quedan los ladridos. Él se fue y no se fue. No solo no se va sino que aparece en un sueño. Un sueño que me hace creer otra cosa, otra vida y otro sueño. Despierto con el impulso de empacar y empaco. Creo por un momento que el abuelo ha regresado del túnel exhausto, maldiciendo lo lejos que esta la luz y lo cerca que esta París.

Descolgar ropa, buscar una maleta. Penosa novedad. Si editara un periódico en mi departamento, la primera plana de esta mañana habría rezado. “El abuelo sigue muerto”. Noticia de última hora NOTICIA Y NOVEDAD. Novedad, penosa novedad, como cualquier novedad. El próximo domingo se cumple un año de su muerte. Y el próximo domingo cumplo dos meses de terminar con José. Se cumple un año y se cumplen dos meses el mismo día si es que eso es cumplir algo.

Despertar. Lunes. Despertar otro lunes. Probar otro día que soy un perro que quiere que alguien se le escapen unas palmadas. Probar otro día y no quererlo probar. Probar, sobre todo probar, que cada día hablo menos y ladro más. Lunes. Despertar.»

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En esa tierra de nadie que es la vida se enfrentan los personajes de esta pequeña obra maestra, escrita con inmensa libertad, precoz sabiduría literaria y una inmejorable intuición para el humor y la catástrofe.

Johann Hari presenta en México su libro «Tras el grito»

Revolucionario y sorprendente relato de la verdadera historia de la guerra contra las drogas.

Johann Hari
© Simon Emmett

 

Johann Hari, deja al descubierto aquello que hemos estado persiguiendo realmente en este siglo de guerra contra las drogas, tanto en nuestra ansia de drogas como en nuestros intentos de destruirlas. Presentan: Dr. Juan Ramón de la Fuente, Lic. Cristina Mancilla y el autor.

 

La entrada es libre, pero registra tu asistencia en http://corta.me/johannhari

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Han pasado cien años desde que las drogas se prohibieran por primera vez en Estados Unidos. Poco antes de este centenario, el periodista JOHANN HARI se embarcó en un viaje épico de tres años de duración y cerca de 50 000 kilómetros, con el fin de desvelar los secretos de la guerra contra las drogas; así, pudo constatar que existe una disparidad asombrosa entre lo que nos han transmitido y lo que en realidad sucede. Por extraño que pueda parecer, las drogas no son lo que nos habían dicho, la adicción tampoco responde a la idea que nos habíamos formado, y la guerra contra las drogas obedece a motivos muy distintos de los que nos cuentan en la televisión.

HARI recurre a la narración de asombrosas historias reales de personas del mundo entero que han visto transformadas sus vidas a causa de esta guerra: desde un traficante transexual que busca a su madre en Brooklyn hasta un joven sicario mexicano que busca una salida a su encrucijada. El libro comienza con un sorprendente descubrimiento del autor: que en el inicio de la guerra contra las drogas se encuentra el acoso y asesinato de Billie Holiday —la mejor cantante de jazz— por parte del hombre que lanzó esta cruzada, Harry Anslinger; y concluye con la historia de un osado doctor que consiguió que su país legalizara todas las drogas, desde el cannabis hasta el crack, con resultados más que notables.

Tras el grito deja al descubierto aquello que hemos estado persiguiendo realmente en este siglo de guerra contra las drogas, tanto en nuestra ansia de drogas como en nuestros intentos de destruirlas. Su relato es un desafío y, al mismo tiempo, un cambio radical en nuestra forma de enfocar una de las cuestiones más controvertidas de nuestra época.

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Revolucionario y sorprendente relato de la verdadera historia de la guerra contra las drogas.