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8 libros para leer en el transporte público

Hoy en día, pasamos tanto tiempo en el transporte público que es necesario buscar una forma de aprovecharlo.

Una de las actividades más eficientes y entretenidas que podemos realizar mientras viajamos en camión, microbús, metro o combi es, sin duda, leer.

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Sin embargo, no todos los libros se prestan para ser leídos en estos recorridos. Es poco práctico leer un libro demasiado grande y pesado mientras estamos sentados o parados en el metro. Muchas veces debemos hacer malabares y leer con una sola mano, así que imagínense lo difícil que sería cargar un volumen de 600 páginas.

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Entonces, ¿cómo son los libros ideales para ser leídos en el transporte público? Sin duda, aquellos que tienen alrededor de 250 o 300 páginas y que son ligeros y pequeños, pues así podemos guardarlos en nuestra bolsa o mochila sin ninguna dificultad. El tema del libro no es relevante, pues cuando leemos nos transportamos a otro mundo y esos mundos los elige cada quién.

Por eso, aquí te presentamos una selección de 8 libros que, por su forma y tamaño, podrías leer mientras viajas en transporte público.

1. El verano en que me enamoré, de Jenny Han (Editorial Destino, 266 páginas).

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SINOPSIS: Para Belly, todos los acontecimientos importantes y mágicos suceden en verano. Durante el invierno espera con impaciencia a que llegue el momento de volver a la casa de la playa con su madre, la mejor amiga de ésta, Susannah, y sus hijos, Jeremiah y Conrad. Desde que pasan las vacaciones juntos, los hijos han sido muy importantes para ella, pero apenas se dan cuenta de lo mucho que la pequeña Belly se fija en ellos. Cada año, ella desea que eso cambie y, por fin, esta será la ocasión en que se volverá guapa y se enamorará. Aunque también será el verano en que sus vidas cambiarán para siempre.

2. El misterio de la orquídea calavera, de Élmer Mendoza (Tusquets Editores, 287 páginas).

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SINOPSIS: Con apenas 18 años, El Capi debe idear un plan para reunir cuatro millones de dólares en tres días luego de recibir una llamada amenazante: han secuestrado a su padre. Es el momento de demostrar a los demás y a sí mismo que no es un adolescente inútil. Al emprender su viaje a Xilitla para probar suerte como negociador, halla El misterio de la orquídea Calavera en el librero de un hotel. En sus páginas descubre la fascinante historia de Edward James y de cómo fundó Las Pozas, un parque surrealista en la selva mexicana. El Capi vivirá el goce de leer cuando la ficción cobra vida con una enigmática orquídea que se hace presente en su viaje y terminará por entender que resolver problemas reales tiene sus propias complicaciones.

3. Breve historia de mi vida, de Stephen Hawking (Editorial Crítica, 148 páginas).

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SINOPSIS: La mente maravillosa de Stephen Hawking ha deslumbrado al mundo entero revelando los misterios del universo. Ahora, por primera vez, el cosmólogo más brillante de nuestra era explora, con una mirada reveladora, su propia vida y evolución intelectual. Breve historia de mi vida cuenta el sorprendente viaje de Stephen Hawking desde su niñez en el Londres de la posguerra a sus años de fama internacional. Espléndidamente ilustrada con fotografías poco conocidas, esta autobiografía concisa, ingeniosa y sincera presenta a un Hawking raramente vislumbrado en sus libros anteriores: el alumno inquisitivo cuyos compañeros de clase apodaron -Einstein-; el bromista que una vez hizo una apuesta con un colega sobre los agujeros negros o el joven padre de familia que se esforzó por hacerse un sitio en el mundo académico.

4. Horal / La señal, de Jaime Sabines (Joaquín Mortiz, 131 páginas).

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SINOPSIS: La Biblioteca Jaime Sabines pone al alcance de los lectores la obra completa, en cuatro volúmenes, de uno de los más admirados poetas contemporáneos de México. En esta edición, revisada y contrastada con los documentos originales del poeta, se reúnen Horal (1950) y La señal (1951), los dos primeros libros de Jaime Sabines, que revitalizaron la poesía mexicana de manera determinante e irreversible.

5. El estigma del alacrán, de Nancy Farmer (Planeta, 340 páginas).

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SINOPSIS (Sabemos que en este libro nos excedimos con el número de páginas, pero a nuestra defensa les aseguramos que el papel de esta edición es muy liviano y el libro sumamente entretenido): En un futuro cercano, México deja de existir formalmente y estados unidos es solo la sombra de lo que fue. En la frontera que los dividía, Mateo Alacrán, conocido en todo el mundo como -El Patrón-, funda un reino privado dedicado a la producción de opio mediante la explotación de migrantes, poniendo la más alta tecnología al servicio de la barbarie. En el centro de este siniestro mundo está Matt, un niño que es despreciado por casi todos los habitantes del reino alacrán. Lo miran y tratan como si fuera un monstruo, pero el patrón –quien tiene ya 140 años de edad– se muestra muy benévolo con el pequeño. Matt no entiende por qué por una parte recibe odio y por otra, cariño, pero llegada la adolescencia, descubrirá un terrible secreto que explica todo: el patrón y él comparten el mismo ADN. Las consecuencias de este hallazgo representan un gran peligro para Matt, quien solo tiene una opción: escapar de las tenazas de Los Alacrán, aunque el estigma que carga lo acompañará a donde vaya. El estigma del alacrán es un poderoso relato sobre la amistad, el bien y el mal, el sentido de la vida y la fuerza de voluntad para reponerse ante las adversidades del destino.

6. Señorita Vodka, de Susana Iglesias (Tusquets, 212 páginas).

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SINOPSIS: A medio camino de los ángeles y la ciudad de México, entre los bares de Hollywood boulevard y los prostíbulos de eje central, alimentada por el vodka, la ruleta rusa y los recuerdos, transcurre la vida de señorita vodka, teibolera casi por elección. Estas dos ciudades, reflejo convulso una de otra, son testigos de sus andanzas, de su escritura y de sus encuentros con cinco hombres: judas, mudo interlocutor de largas misivas llenas de añoranza y resentimiento; Mike, su amor Californiano, lejano y protector; Dave, proxeneta descontrolado y violento; w, relegado a tan sólo una letra, repositorio de su amor y su confianza, pero también de sus odios más profundos; y García, el policía que le abre la puerta de lo que ella considera su única salida. A través de cartas y evocaciones que van de la melancolía a la indiferencia, esta historia se tiende sobre las relaciones humanas y las expone con una insolente cercanía.

7. Los que habitan el abismo, de Diego Petersen (Planeta, 222 páginas).

los que habitan el abismo

SINOPSIS: Manuel reza, subdirector del periódico el matutino, tiene en las manos la primicia de una nota escandalosa que puede dar para un rato de notoriedad frente a la competencia: durante una investigación por fraude a una aseguradora se descubre que el ataúd de camelia padilla, viuda de Lacroix, sólo contiene piedras, palos y una chamarra (propiedad de su hijo Mike, amigo de Manuel). Ayudado por Beto Zaragoza, uno de los reporteros de policía más memorables de la novela negra contemporánea, y con los certeros contrapuntos de Eduardo, psicoanalista marginal y agudo crítico de los medios, Manuel perseguirá la verdad sobre la viuda. Entre los incontables secretos que esconde a plena luz la vida cotidiana, se topará con una red de complicidades entre autoridades policiacas y militares con el narcotráfico, sin percatarse de que el pasado es un perseguidor implacable y que siempre encuentra la forma de cobrar sus cuentas.

8. El pequeño ladrón de sombras, de Marc Levy (Booket, 249 páginas).

el pequeño ladrón de sombras

SINOPSIS: Marc Levy recupera la magia de sus primeros libros con una novela original, divertida y sorprendente sobre la vida de un hombre que tiene un don muy especial. A través de sus sueños de niño, sus heridas, sus encuentros y sus decisiones iremos descubriendo que lo que una vez soñamos jamás nos abandona. Una novela para volver a despertar nuestra infancia y nuestra imaginación, para los adultos que siguen siendo un poco niños, y para todos los demás.

¿Qué te pareció nuestra lista? ¿Le agregarías algún título?

El verano en que me enamoré

Llevábamos conduciendo como unos siete mil años, o al menos eso parecía. Mi hermano Steven conducía incluso más despacio que la abuela. Yo estaba sentada en el asiento del copiloto con los pies en el tablero de mandos. Mientras tanto, mi madre permanecía inconsciente en el asiento trasero. Incluso dormida, parecía estar en guardia, como si se fuera a despertar en cualquier momento y ponerse a dirigir el tráfico.

– Más de prisa -le repetí a Steven mientras le daba un toque en el hombro-. Adelanta al niño en bicicleta.

Steven se encogió del hombros.

– No toques nunca al conductor. Y aparta tus sucios pies de mi tablero -dijo.

Sacudí un poco los pies. A mí me parecían bastante limpios-

– El tablero no es tuyo. Por si no lo sabes, pronto será mi coche.

– Si tramitas tu licencia algún día. A la gente como tú no se le debería permitir conducir -se burló.

– Eh, mira -dije señalando la ventanilla-. ¡Ese sujeto en la silla de ruedas acaba de rebasarnos!

Steven me ignoraba, así que empecé a juguetear con la radio. Una de mis partes favoritas de ir a la playa eran las emisoras de radio. Las conocía tan bien como las de casa y escuchar la Q94 me hacía sentir que había llegado de verdad, que realmente estaba en la playa. Encontré la emisora que más me gustaba, la única que ponía de todo, desde música pop, pasando por los clásicos, hasta hip-hop. Tom Petty cantaba Free Fallin’ y yo entonaba a coro: «She’s a good girl, crazy ‘bout Elvis. Loves horses and her boyfriend too».

Steven alargó el brazo para cambiar de emisora y yo se lo aparté de un manotazo.

– Belly, tu voz hace que tenga ganas de hundir el coche en el océano -dijo Steven finjiendo dar un volantazo a la derecha.

Me puse a cantar aún más alto, despertando a mi madre, y ella también empezó a cantar. Las dos teníamos una voz terrible y Steven negó con la cabeza al estilo «Steven el indignado». No soportaba que lo superáramos en número. Eso era lo que más le molestaba del divorcio de nuestros padres, ser el único hombre y no tener papá para ponerse de su lado.

Cruzamos la ciudad despacio y, aunque acababa de burlarme de Steven justamente por eso, en realidad no me importaba. Me encantaba ese viaje, ese momento. Ver la ciudad de nuevo, la Barraca del Cangrejo de Jimmy, el Putt Putt y todas las tiendas de surf. Era como volver a casa después de estar lejos mucho, mucho tiempo. Aquel momento encerraba un millón de promesas de lo que podía llegar a ser ese verano.

Extracto de El verano en que me enamoré, de Jenny Han.

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El verano en que me enamoré, de Jenny Han, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Destino.