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‘El infierno de Ana: una historia de adicciones y rehabilitación de Ana Paola Sierra Arzuffi’

¿Alguna vez han sentido electricidad en todo su cuerpo? ¿En las manos, las piernas, la cabeza, el pecho, pero sobre todo en las manos? No hablo del tipo de electricidad como cuando tienes un orgasmo. Es una mucho más fuerte. No es agradable sentir que tienes algo dentro que en cualquier momento puede explotar. Las yemas de tus dedos sudan y tienes que apretar los puños porque sientes que en cualquier momento todo va a salir por la punta de tus dedos. Empiezas a temblar y a sudar. Lloras sin poder controlarlo. Buscas algo a tu alrededor pero no sabes qué, no puedes pensar con claridad. Tratas de encontrar una solución, siente que en cualquier momento vas a caer al pis, muerta. Estás esperando el momento en el que tu corazón explote porque ya no puede más. Abres el cajón de tu buró, tomas tu cúter y tratas de detener tu mano porque tiemblas demasiado. Pasas el cúter por tu piela una vez. No sientes nada y lo pasas una segunda vez, apretando más fuerte. Ves la sangre salir de la cortada pero sigues sin sentir nada. Cortas una tercera, una cuarta, una quinta vez. De pronto, todo comienza a dsminuir: la electricidad, la sudoración, la temblorina, la taquicardia. Poco a poco, mientras la sangre corre, todo se va esfumando. Esperas con el cúter en la mano. No lo sueltas, solo observas y esperas.

Se acabó, ya no sientes nada más. Solo unas profundas ganas de vomitar. Vas al baño, vomitas un líquido amarillo y amargo que te quema la garganta.

Merthiolate y algodón para las cortadas, alcohol para limpiar el cúter. Ya pasó todo, lograste no explotar pero, sobre todo, lograste sobrevivir.

Metía un cinturón en mi morral. Ni siquiera uso cinturones, pero la primera vez lo metí sin pensarlo dos veces. Tenía dinero en la nolsa, ese no era el problema. Simplemente tenía que hacerlo, se sentía bien. Era un rush inexplicable entrar a una tienda y, como si fuera a asaltarla, lo primero que buscaba eran las cámaras y los policías (si es que había). Empecé a usar ese cinturón casi diario.

Comencé a robar cosas que ni siquiera me gustaban y que ni siquiera necesitaba. Cada vez que cruzaba la entrada de una tienda con  algo en mi morral, sentía una gran satisfacción. Me sentía chingona.

Lo hice demasiadas veces hasta el día en que me cacharon. Jamás lo he vuelto a hacer.

Extracto de ‘El infierno de Ana: una historia de adicciones y rehabilitación’ de Ana Paola Sierra ArzuFfi

Infierno_Ana

SINOPSIS Ana Paola Sierra Arzuffi relata su crudo testimonio en los años que descendió a las adicciones, su vida entre las drogas y el alcohol y el infierno de la recuperación.  La historia de Ana es también un reflejo de la realidad de miles de jóvenes que tratan de cumplir un papel y llenar la expectativa de la sociedad. Esta es una crónica que una mujer valiente que se reconstruyó para formar su propia identidad.