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El neoextractivistmo: un modelo económico que está acabando con los recursos naturales y la paz social

Un boom de los commodities incentivado por la demanda de energía, minerales y metales industriales, productos agroalimentarios y otros recursos naturales por parte de la industria y de la creciente clase media asiática (especialmente de China), combinado con la especulación financiera sobre los mercados de commodities, ha provocado que los precios de las exportaciones de materias primas a lo largo de la última década se disparen, generando ganancias extraordinarias para el capital extractivo en todo el mundo, incluyendo los países latinoamericanos supuestamente progresistas. Los elevados precios de los commodities mantienen una tendencia de crecimiento continuo de las exportaciones, al tiempo que las oportunidades de tener mayores ganancias están llevando a las inversiones de carácter global a la exploración y extracción (perforación, minería, procesamiento intensivo, cosecha, etc.) de minerales, metales, combustibles fósiles (petroleo y gas), productos agroalimentarios, biogás y combustibles. Debido al implacable afán de lucro, estas actividades -dirigidas por las empresas multinacionales en esos países-han expandido y extendido la frontera extractiva hacia áreas remotas donde aún quedan enormes reservas sin explotar de minerales, fuentes de energía y productos agroalimentarios. Como resultado, Latinoamérica se ha convertido en  escenario de importantes conflictos sociales por los derechos territoriales de la tierra, el agua y los recursos naturales. Los territorios y comunidades indígenas se encuentran en el borde tanto de la frontera del capital extractivo como de los conflictos sociales relacionados.

Estos conflictos -y las presiones y luchas asociadas a ellos- enfrentan a los movimientos indígenas y campesinos con los agentes del capital global y, muy a menudo, con los estados-nación en los que se localizan las actividades extractivas y las comunidades indígenas. Ante esta situación, las comunidades indígenas y campesinas que se encuentran en las zonas donde se ubican los tan condiciados recursos y donde estos son extraídos se enfrentan a las fuerzas y a las condiciones que llevan al despojo de sus tierras, a la pérdida de su sustento, al robo y el saqueo de los recursos del subsuelo, a la degradación del medio ambiente y de su hábitat y, también, a la privatización, comercialización y contaminación del agua, de la cual dependen no solo su sustento, su salud y su bienestar, sino también su vida misma. Al mismo tiempo, mientras las compañías mineras obtienen ganancias caídas del cielo gracias a que se han montado en la ola de los precios crecientes asociados al boom de los commodities, los gobiernos han llegado a depender cada vez más de la inversión extranjera directa (IED) para la extracción de la riqueza de recursos naturales de sus países, así como de los ingresos públicos recaudados en el proceso derivado de las rentas procedentes de los recursos.

El punto en cuestión en estos acontecimientos -el neoextractivismo, según el término que se utiliza en latinoamérica- es la dinámica de un sistema en crisis. Esta dinámica de desarrollo capitalista -la cual se basa en una frontera extractiva en expansión con conflictos sociales cada vez más intensos por los derechos territoriales, la tierra, el agua y los recursos naturales asociados- puede verse a través del cristal de la lucha de clases, los conflictos políticos y las guerras por los recursos que han acompañado al proceso de extracción. El proceso de acumulación de capital y el proyecto de desarrollo asociado a él se han alejado del énfasis en la explotación de un “suministro ilimitado de plustrabajo” generado por el desarrollo capitalista de la agricultura (la extracción de plusvalor) y se han dirigido hacia la extracción y explotación de los recursos naturales. Esta es una forma de ver y comprender la dinámica política del conflicto y las fuerzas rivales desencadenadas  por el mecanismo de funcionamiento del capital extractivo y el capitalismo rentista contra el telón de fondo de un sistema en crisis: como un proceso de desarrollo de las fuerzas de producción al interior de un sistema capitalista y de su marco institucional y político. Otra forma de ver este proceso consiste en centrarse en la dinámica de lo que podríamos llamar el Estado imperial -el Estado capitalista que se encuentra en el núcleo del sistema y que activamente al capital extractivo-, que despeja el camino para la operación del capital extractivo y respalda estas operaciones con el poder que tiene a su disposición; un proyecto que, generalmente, se ha descrito y entendido apropiadamente como imperialismo.

Si quieres entender cómo el neoextractivismo está acabando con los recursos naturales y provocando numerosos conflictos sociales, no dejes de leer El Neoextractivismo, de Henry Veltmeyer y James Petras.

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El Neoextractivismo, de Henry Veltmeyer y James Petras, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

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James Petras | Henry Veltmeyer

¿Un modelo posneoliberal de desarrollo o el imperialismo del siglo XXI?