gabriel rolon – Planeta de libros México https://planetadelibrosmexico.com Creemos en los libros Mon, 05 Feb 2018 19:10:16 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 72914716 La historia de Darío: el aterrador novio celoso https://planetadelibrosmexico.com/la-historia-de-dario-el-aterrador-novio-celoso/ https://planetadelibrosmexico.com/la-historia-de-dario-el-aterrador-novio-celoso/#respond Mon, 08 Jun 2015 22:16:37 +0000 https://planetadelibrosmexico.com/?p=8220 Sigue leyendo La historia de Darío: el aterrador novio celoso ]]> Miro el reloj. Las nueve y cuarto de la noche. Hace quince minutos que Darío debería haber llegado a sesión. Es muy raro, se trata de un paciente puntual, jamás faltó sin avisar, sería la primera vez. A ver, acá está su historia clínica. ¿De qué estuvimos hablando en el último encuentro? Veamos si hubo algo que pudo haber motivado esta demora y…

Timbre.

Debe ser él.

-Hola. Sí, Darío, sube.

Abro la puerta y me quedo esperando a que llegue el elevador. No más de un minuto. Ya está acá.

-Pasa, por favor.

Está desencajado. Se lo ve nervioso. Vamos hasta mi consultorio. Cierro la puerta, deja su portafolio apoyado contra la pared y se tira en el diván. Me siento en mi sillón y espero a que hable. Pasan unos minutos.

-Tocamos fondo, Gabriel.

-No sé a qué te refieres.

-Hoy llegué tarde porque me quedé haciendo algo.

-¿Qué te quedaste haciendo?

-¿Recuerdas eso que estuvimos hablando de mis diferentes disfraces, mis personajes?

-Sí.

-Bueno, apareció uno nuevo. Pero este no me gusta nada, no puedo justificarlo desde ningún punto de vista.

-¿Y de qué te disfrazaste esta vez?

Toma aire y suspira.

-De detective privado.

Detective privado. Eso implica que estuvo hurgando en la privacidad de otro, tal vez revisando una agenda, un correo electrónico y observando escondido detrás de un árbol. ¿Qué habrá hecho? Sólo tengo una manera de saberlo.

-Bien, Darío. Te escucho.

Darío comenzó a analizarse conmigo hace dos años. Me lo derivó Andrés, otro paciente que era su amigo. Yo lo conocía por dichos de Andrés, quien lo describía como un ganador, un tipo seductor, “entrador” era la palabra que utilizaba. Alguien que se convertía de inmediato en el centro de la escena en cualquier lugar y en cualquier circunstancia. Un docente con una altísima capacidad, que lograba llegar a los alumnos con una facilidad envidiable.

-Mi amigo Darío me pidió tu teléfono, ¿se lo puedo dar?

-Sí, claro.

-La verdad es que no me imagino para qué quiere ver a un psicólogo, si todo le sale bien.

A veces es curioso ver cómo la gente se confunde y genera una imagen de alguien que tan poco tiene que ver con la realidad.

Darío era, efectivamente, un joven simpático y agradable. Su ingenio, su buen humor, eran tan excesivos que su conducta parecía algo maníaca.

Cuando lo conocí tenía treinta años. Era profesor de música, egresado del Conservatorio Nacional, y además tocaba el piano y componía maravillosamente bien.

Trabajaba en el mismo colegio secundario en el que Andrés daba clases de matemática. Como suelo hacer, en las primeras entrevistas indagué un poco en su historia y pregunté por su familia de origen. Darío es hijo único.

-Mis padres tuvieron siempre la mejor relación del mundo- me dijo-. En mí eso de que la culpa es de los padres no se aplica ni un poco. Debo de ser la excepción que confirma la regla. Mis padres tienen una pareja hermosa. Siempre han sido muy compañeros, jamás los he visto pelearse. Por supuesto que han tenido alguna discusión tonta por cosas sin mucha importancia, pero nada de consideración. Es más, yo siempre soñé con llegar a tener algún día una pareja como la de mi padre… Bueno -se corrige- como la de mis padres debí decir.

Debió decir, pero no dijo.

Dijo que siempre soñó tener una pareja “como la de su padre”. Y la pareja de su padre, es su madre.

Si no hubiera sido una entrevista preliminar yo habría marcado el lapsus y lo hubiera puesto a trabajar, pero debía resistir la tentación. El análisis aún no había empezado. De todas maneras lo había escuchado. En algún momento, seguramente, lo que Darío había dicho nos iba a ser de gran utilidad.

El motivo de la consulta era su relación con Silvina, su novia. Una chica que por esos días tenía veintiséis años, y que trabajaba como profesora de educación física en el mismo colegio que Darío.

-Es hermosa, tiene un cuerpo… si la vez te mueres ahí mismo donde estás sentado. Acá tengo una foto, pero no te la voy a mostrar porque si no “tú también” me la vas a codiciar -bromea.

-¿Yo también… y quién más te la codicia?

-Todos.

-¿Todos… no será mucho?

-Te juro que no. Tiene un trasero infernal. Es increíble.

-Bueno, te felicito. Tienes una novia que te encanta. ¿Puedo saber cuál es el problema, entonces?

-Que no solo me encanta a mí. Como te decía, todos mueren por ella, todos la miran. Ella prepara a las alumnas para las competencias de gimnasia artística del colegio, y cuando ensayan va con las mallas y el leotardo que le ciñen tan bien el trasero, y los babosos de los pafdres y otros profesores no dejan de mirarla. Se les cae la baba.

Lo primero que me llama la atención es la fuerza que la mirada tiene en el discurso de Darío: “Si la ves te mueres”, “Todos la miran”, “Aquí tengo una foto” (que solo mira él, siendo de alguna manera dueño de lo que yo puedo o no mirar). Una vez más decido guardar este dato y no marcarlo por ahora. Prefiero que me siga contando qué le pasa a él con la atracción que Silvina parece tener sobre los demás que “no dejan de mirarla”.

-Y eso te molesta.

-¿Si me molesta? Me pone loco. Es el motivo de todas nuestras discusiones.

-¿Discuten seguido?

-Todos los días, todo el tiempo.

-¿Quién de los dos empieza las discusiones?

-Ella, o no, en realidad yo… bah, no sé.

-Discúlpame. ¿Ella, tú, o no sabes?

-Bueno, ella empieza cuando decide ponerse esos pantalones que le marcan todo, o esas minifaldas que son ya una provocación.

-Espero un poquito. ¿Me estás diciendo que consideras que cada vez que ella se viste está iniciando una discusión?

Si quieres saber como termina la historia de Darío y los celos, entonces tienes que leer Historias de diván: nueve relatos de vida, de Gabriel Rolón.

Historias de divan portada

Historias de diván: nueve relatos de vida, de Gabriel Rolón, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Paidós.

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Relatos de vida basados en casos reales

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‘Historias inconscientes’, de Gabriel Rolón https://planetadelibrosmexico.com/historias-inconscientes-de-gabriel-rolon/ https://planetadelibrosmexico.com/historias-inconscientes-de-gabriel-rolon/#respond Wed, 27 May 2015 21:40:51 +0000 https://planetadelibrosmexico.com/?p=7997 Sigue leyendo ‘Historias inconscientes’, de Gabriel Rolón ]]> Recuerdo aquella mañana de un modo preciso. Comencé a atender desde muy temprano, de modo que a las 11.30 ya había recibido a cinco pacientes, y el día no iba a cambiar. Un viaje editorial me ausentó toda la semana de Buenos Aires y debía recuperar algunas sesiones perdidas. A pocos minutos de terminar una de ellas, el teléfono empezó a sonar de manera insistente.

No suelo contestar cuando estoy trabajando, pero la persistencia era tanta que mi disculpé con mi paciente y le pedí autorización para subir el volumen de la contestadora y averiguar quién llamaba de ese modo.

La voz que escuché me puso en alerta de inmediato.

-Licenciado Rolón, por favor, si está ahí atiéndame. Necesito hablar con usted.

Mi primera intención fue volver a bajar el volumen y continuar con la sesión, pero algo en esa voz me convocó a seguir escuchando un poco más. De todos modos, no podía imaginar lo que diría a continuación.

-En este momento tengo un révolver en la mano y estoy decidiendo si me mato o si me doy una oportunidad.

Mi paciente se dio vuelta en el diván para mirarme.

-¿Es una broma? –me preguntó.

Dudé un instante y le respondí que no.

Hay ocasiones en las que tengo la sensación de que el tiempo transcurre a una velocidad diferente. Como si de golpe el mundo ralentara y solo mi pensamiento siguiera funcionando del modo habitual. Es una experiencia extraña, para nada mística; simplemente que en un instante pasan por mi cabeza diferentes pensamientos, los considero, los evalúo y determino qué hacer. No lo he conversado con otros analistas, pero supongo que a todos aquellos que debemos decidir en pocos segundos sobre cosas importantes, debe de pasarnos algo parecido.

En esta ocasión, la duda central se planteó entre si debía considerar a la persona que me llamaba como un psicópata, un manipulador, alguien que utilizaba una amenaza tan grave solo para ser atendido con premura, en los tiempos que él quería y manejaba o si, por el contrario, tenía que dar crédito a ese pedido desesperado.

-Hola –del otro lado de la línea escuché una respiración agitada-, ¿quién habla?

Extracto de Habitante del Horror, parte de Historias inconscientes de Gabriel Rolón.

HISTORIAS

SINOPSIS: Adicciones, discapacidad, incesto, mentira, culpa, histeria grave, amor desmesurado, locura; son los temas que se tratan en cada relato que nace desde la relación de un analista y su paciente. Son historias que padecen por el dolor y que es la experiencia compartida de momentos perturbadores y violentos.

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‘Historias de diván: nueve relatos de vida’, de Gabriel Rolón https://planetadelibrosmexico.com/historias-de-divan-nueve-relatos-de-vida-de-gabriel-rolon/ https://planetadelibrosmexico.com/historias-de-divan-nueve-relatos-de-vida-de-gabriel-rolon/#respond Thu, 07 May 2015 18:50:30 +0000 https://planetadelibrosmexico.com/?p=7711 Sigue leyendo ‘Historias de diván: nueve relatos de vida’, de Gabriel Rolón ]]> Cada vez que suena el teléfono de mi consultorio, sé que del otro lado de la línea alguien me está pidiendo ayuda. Y es allí en donde encuentro mi lugar como analista. En ese espacio que una persona abre entre la angustia y el dolor, entre la impotencia y el deseo de salir de un lugar de sufrimiento.

Cuando un paciente (padeciente) viene a mí, sé que me está invitando a compartir un desafío. El desafío de que lo acompañe en un recorrido tan incierto como peligroso: el que lo lleva hacia lo más profundo y secreto de su alma. ¿Qué hay allí? No lo sé. Cada persona es única. Su historia, sus anhelos, sus temores y sus deseos más profundos la convierten en un ser irrepetible, dueño de una verdad oculta que debo ayudarle a develar.

Por estas páginas transitan emociones fuertes que desequilibran a quienes las sienten. El terror al abandono y la incertidumbre que genera en una mujer llegar a los cuarenta años y tener que armar su vida nuevamente. La confusión de un hombre que se debate entre dos mujeres sin poder optar por el amor o la pasión. El sufrimiento de una mujer mayor ante la pérdida de su esposo y la imposibilidad de superarla, un sentimiento que la condena a un duelo eterno. Una joven homosexual que se ve obligada a callar lo que todos saben y a negar su verdadero ser por temor al rechazo familiar. La fortaleza de una adolescente que le pelea a una enfermedad terminal y que decide apostar a la vida. Celos tan inmanejables que le impiden a un hombre joven, inteligente y culto llevar adelante una relación afectiva sana y que, en realidad, son el producto de una dolorosa historia infantil. Una mujer con problemas sexuales que esconde una vivencia trágica sufrida en su niñez, la culpa, ese afecto eternamente presente en todos que, en este caso, le imposibilita a un hombre realizar plenamente su vocación y la angustia de una joven que ha encontrado en la prostitución la única y angustiante manera de enfrentar los problemas de su vida.

Celos, duelo, culpa, amor, pasión, angustia, estados de crisis y actitudes perversas. La vida y la muerte. Pero, por sobre todas las cosas, el deseo de luchar y la valentía de personas que decidieron ir en busca de su verdad para poner fin a tanto padecimiento.

Porque eso es un paciente: alguien que sufre y que a la vez está dispuesto a luchar para dejar de hacerlo. Y en el medio de ese dolor, al tomar conciencia de que solo no puede, llega al consultorio con dudas, temores e imposibilidades. Pero también con confianza. Con la confianza en que pueda ayudarlo a atravesar el momento difícil que está pasando. Por eso me expone su historia, me abre su vida, me muestra aquello que lo avergüenza y espera, con toda justicia, que yo haga algo con eso que me brinda.

Cada analizante trae un jeroglífico, algo que se oculta y que desde su escondite se resiste a salir a la luz. Mi deber es ayudarlo a descifrarlo, y para llevar adelante esa misión dispongo solo de tres armas: el paciente, el analista y la palabra.

Extracto de Historias de diván: nueve relatos de vida, de Gabriel Rolón.

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Historias de diván: nueve relatos de vida, de Gabriel Rolón, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Paidós.

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