‘Legado en los huesos’ de Dolores Redondo

Localizó la tumba guiándose por la línea que el agua había dibujado en el suelo al caer desde el alero de la casa. Se arrodilló y de entre sus ropas extrajo una palita de jardín y una piqueta con las que desconchó la superficie compacta de la tierra oscura, que se desprendió en terrones húmedos y esponjosos, destilando un aroma rico como a madera y musgo.

Con cuidado, fue eliminando capas de unos pocos centímetros hasta que, mezclados con la tierra, aparecieron jirones ennegrecidos de tela podrida.

Excavó con las manos apartando la prende en la que aún se adivinaba una mantita de cuna que se deshizo al tocarla, descubriendo el paño encerado que envolvía el cuerpo. Apenas se veían restos de la cuerda que lo había atado, dejando sobre el lienzo un dibujo marcado y profundo allí donde lo ciñó. Retiró los residuos de cordel, reducido a pulpa entre sus dedos, y acarició la superficie buscando el borde del lienzo que, aun sin verlo, adivinó con varias vueltas de tela. Hundió los dedos en el extremo del hatillo y rasgó la mortaja, que se abrió como si usase un cuchillo.

El bebé yacía enterrado boca abajo como su durmiese acunado en la tierra; los huesos, como el mismo lienzo, aparecían bien conservados aunque teñidos por la tierra oscura del Baztán. Extendió una mano que casi cubrió por entero el cuerpecillo, presionó el tórax contra la tierra y sin resistencia arrancó de cuajo el brazo derecho, que al soltarse quebró la pequeña clavícula con un chasquido suave, como un suspiro que, procedente de la sepultura, lamentase el expolio. Retrocedió, intimidado de pronto, se puso en pie, introdujo los huesos entre sus ropas y dedicó una última mirada a la tumba, antes de empujar con los pies la tierra a su interior.

Extracto de «Legado en los huesos» de Dolores Redondo.

Legado en los huesos

SINOPSIS Jasón Medina está sentenciado por violar, asesinar y mutilar a su hija Johana. En el día del juicio, Amaia, la inspectora de la Policía Foral que había resuelto los crímenes del basajun, está presente en la corte. De pronto, el juez anuncia que el juicio debe cancelarse: el acusado acaba de suicidarse en los baños del juzgado. Amaia va con la policía y le dan una nota que el suicida le dejó, el mensaje dice “Tarttalo” Esta palabra envuelve a la inspectora en una trama inesperada de principio a fin.

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Tras el éxito de El guardián invisible, más emoción, más tensión, más revelaciones, todo es más en la esperada segunda parte de la Trilogía del Baztán.

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