‘Freud’, un apasionante libro de Roland Jaccard sobre el inventor del psicoanálisis

Sigmund Freud nació el día 6 de mayo de 1856 en Freiberg, Moravia. La población del lugar era checa, pero los judíos hablaban entre ellos el alemán y estaban en su mayor parte asimilados a la clase dirigente austro-alemana. Su padre, Jacob Freud (1815-1896), era comerciante en tejidos. Se había casado por primera vez a los diecisiete años y de ese matrimonio nacieron dos hijos: Emmanuel y Philipp. Al enviudar, se volvió a casar hacia 1851 o 1852, con una mujer llamada Rebecca, de la cual se ignora si murió precozmente o si fue repudiada. Su tercer matrimonio lo celebró con una joven de veinte años, Amalie Nathanmsohn (1835-1930), cuyo primer hijo había de ser Sigmund; al que le siguieron Julius (que murió a los dieciocho meses), Anna, Rosa, Mitzi, Dolfi, Paula y Alexander.

En 1860, medio arruinado, Jacob Freud dejó Freiberg junto con los suyos para ir a instalarse a Viena, metrólopolis ruidosa y cosmopolita, y que contrastaba penosamente para el pequeño Sigmund con las praderas, los bosques y las montañas de Moravia, de los cuales siempre había de conservar un recuerdo nostálgico.

Si hemos de creer lo que nos dice Ernest Jones, fiel discípulo y escrupuloso biógrafo de Freud, a éste le venía de su padre el sentido del humor, el escepticismo para con las incertezas de la existencia, la costumbre de recurrir a una anécdota judía cuando quería subrayar algún punto de la moral, su liberalismo y su libre pensamiento.

De su madre, confió a su biógrafo, le venía su «sentimentalidad», lo cual dicho en alemán tiene un sentido bastante ambiguo. No cabe duda de que con ello quería definir el temperamento que le hacía capaz de experimentar emociones apasionadas. El orgullo y el amor que Sigmund le inspiraba a su madre habían de dejar en la mente del niño un rastro profundo e indeleble. De acuerdo con lo que él mismo había de escribir más adelante, «cuando alguien ha sido sin discusión el hijo predilecto de su madre, conserva durante toda la vida ese sentimiento conquistador, esa seguridad del éxito que luego en la realidad raramente deja de conducir a él».

Tal y como lo veremos más adelante, Freud descubrió en el curso de su autoanálisis a la vez el deseo sexual que tenía hacia su madre y la ambivalencia que sentía en relación con su padre. También había de recordar un sentimiento humillante: cuando tenía siete u ocho años, orinó voluntariamente en el dormitorio de sus padres, y entonces su padre exclamó después de darle una buena reprimenda: «¡Nunca sacaremos nada de este niño!». Freud recuerda el acontecimiento añadiendo que esa frase debió de haberlo herido profundamente, pues, escribe, «en mis sueños esta escena había de repetirse muy a menudo, y siempre acompañada de una enumeración de mis trabajos y de mis éxitos, como si quisiese decirme: ya lo ves, a pesar de todo he llegado a ser alguien».

Extracto de Freud, de Roland Jaccard.

Imprimir

Freud, de Roland Jaccard, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Ariel.

SINOPSIS: Hoy día todo lo referente a la vida y obra del Sigmund Freud es objeto de apasionados debates a favor y en contra. Pero son pocos los trabajos que se interrogan sobre lo que Freud debe a su propia vida. El inventor del psicoanálisis nos enseñó que el ser humano es fundamentalmente reflejo de su infancia. Todo lo que el psicoanálisis ha tratado de hallar se encuentra en esa investigación profunda, interminable y a veces banal de nuestra prehistoria.

Este libro es al mismo tiempo una aproximación biográfica y teórica sobre el inventor de una ciencia y una terapia que han marcado la cultura hasta tal punto que su lenguaje se ha convertido en el nuestro.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *