‘Estudio Q’ de Vicente Leñero

Martes 28

Abre los ojos lentamente, como si te despertaras. Bosteza, pero sin necesidad de llevarte la mano a la boca. Parpadea varias veces antes de erguir el cuerpo empujándote hacia atrás con los brazos hasta quedar sentado. Abrázate a las rodillas entrelazando los dedos, inclina la cabeza. No te muevas. Ve levantándola poco a poco: los ojos bien abiertos, fijos al frente. Vuelve la mirada hacia ella y al hacerlo extiende una mano con la intención de acariciarle el cabello. Pero no la toques. Aguarda. Ahora sí: empieza a deslizar tu mano desde su nuca y ve bajándola suavemente hasta llegar a la cintura. Detente allí. Llévate esa misma mano a la frente y oprímete a las sienes. Mírala de nuevo durante unos segundos, después cúbrela con la sábana teniendo cuidado de que tus dedos no rocen su piel. Gira todo el cuerpo para quedar sentado en dirección a la ventana. Esconde la cabeza entre tus manos antes de que mecánicamente busques en la mesita la cajetilla de cigarros. Enciende uno. Dale dos o tres fumadas y ponte de pie. Camina hacia la ventana como si tuvieras la intención de descorrer las cortinas. No lo hagas. Sepáralas un poco nada más. Da a entender que hasta ese momento te has dado cuenta de la hora que debe ser. Piensa en ello y gira el cuerpo en dirección a la cama. Primero mira el despertador y luego mírala a ella. Sonríe con ternura y en seguida, acelerando tus movimientos, llégate al cuarto de baño. Entra. No cierras la puerta detrás de ti. Obsérvate en el espejo. Cierra y abre los ojos mientras con ambas manos, crispadas, te echas el cabello hacia atrás. Afloja el cuerpo, relájate. Ahora acciona hasta el on la palanquilla del calentador de gas. Ve a la regadera y abre la llave del agua caliente, después la del agua fría para templar la ducha a tu gusto. Comienza a desnudarte. Cuelga el saco y los pantalones de la piyama en el gancho empotrado en la loseta de mármol. Entra en la regadera. No te muevas. Que el agua escurra lentamente por tu rostro, que se detenga en el mentón, que ruede hasta el pecho, que descienda por tu cuerpo, por las piernas, los pies, que forme pequeños remolinos y se vaya poco a poco por la rejilla del desagüe.

Bien, Alex.

El director escénico se vuelve hacia Toño:

-¿No ha llegado Gladys?

-Parece que todavía no, señor.

-Cuando llegue me avisas. Dile que no se vaya sin verme. Me urge hablar con ella.

-Sí, señor.

Extracto de ‘Estudio Q‘ de Vicente Leñero

EstudioQ

SINOPSIS Un actor de telenovela trata de evadir sus libretos para existir fuera del personaje que representa en la televisión. El contexto de la historia transcurre en un estudio de televisión.

portada_estudio-q_vicente-lenero-otero_201502181813.jpg
Vicente Leñero

Escrita poco antes del surgimiento del boom de las letras latinoamericanas, más próxima a la nouveau roman europea, Estudio Q anuncia algunas de las temáticas clave del autor —la libertad individual frente al destino dentro de una vertiente teológica, las historias colectivas, las filtraciones entre la ficción y la vida— mientras se erige como una rara avis en el panorama literario mexicano.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *