‘El callejón de los milagros de Naguib Mahfuz’

Durante el primer tercio del día, el callejón permanece sumido en la sombra y es frío y húmedo. El sol no penetra en él hasta que no llega al cenit y logra superar, al mediodía, la barrera que lo cubre. Sin embargo, amanece temprano y el bullicio matinal invade hasta los más recónditos rincones. El primero en levantarse es Sanker, el camarero del café, que comienza el día reordenando los divanes y encendiendo la estufa. Luego, llegan los empleados del bazar de dos en dos o por separado. El siguiente es Yaada, con la masa del pan. Incluso al tío Kamil lo ve uno moverse a esta hora, abriendo la tienda y disponiéndose a desayunar. El tío Kamil y Abbas tenían la costumbre de desayunar juntos. Sobre una fuente colocada en medio, había las habas hervidas, las cebollas crudas y los pepinos con vinagre. Sin embargo, su manera de comer era muy distinta. Porque si Abbas se tragaba el pan en un instante, el tío Kamil lo masticaba lentamente, hasta el punto de que casi se le fundía en la boca. A menudo decía: <<Para que la comida te aprovecha, hay que digerirla antes en la boca>>. Por lo tanto, Abbas terminaba siempre de comer, de sorber el té y de fumar la pipa cuando el otro estaba todavía entretenido en mordisquear las cebollas. Y como el tío Kamil temía que Abbas se comiera su ración, dividía las habas en dos montones y no le dejaba rebasar su parte.

A pesar de su corpulencia, el tío Kamil no tenía fama de comilón, aunque goloso sí lo era. Era un buen pastelero, pero sólo tenía el prurito de hacerlo muy bien cuando le hacía un encargo algún particular, como Salim Alwan, Radwan Husaini o Kirsha, el dueño del café. Su fama había traspasado los límites del callejón y llegaba hasta las calles Sanadiqiya, Guriya y la de los Orfebres. Pero las ganancias estaban al nivel de su frugal existencia, nada más. Y no mentía cuando  se quejaba a Abbas de que, después de muerto, no tendría los suficiente para una sábana con que envolver el cuerpo. Aquella mañana, sin ir más lejos, volvió sobre el tema.

-Has dicho que me has comprado una mortaja. Es una acción que te agradezco mucho. Pero ¿tendrías inconveniente en dármelo ahora?

Abbas, que casi se había olvidado de la historia, como suele suceder con las que son falsa, lo miró sorprendido.

-¿Qué harías con ella?

-Venderla –respondió el otro, con su peculiar voz aguda, infantil -. ¿No te has enterado de la subida del tejido?

Abbas se echó a reír a carcajadas

-¡Qué astuto, a pesar de tu aire inocentón! Ayer te quejabas de que no tendría con qué envolver tu cuerpo cuando te murieras, y hoy, como sabes que tengo una mortaja para ti, pretendes hacer dinero con ella.

Extracto de ‘El callejón de los milagros de Naguib Mahfuz’

CALLEJÓN

SINOPSIS En el centro de El Cairo, está el callejón Midaq, que reúne a personajes como a Hamida, una joven ambiciosa que desea casarse con un hombre rico que la saque de ahí, Abbas quien estaría dispuesto a todo por ella, Kirsha a quien ya no le importan los escándalos que provoca con los muchachos y la viuda Afifi que busca a un joven que caliente su cama; todos conviven entre el amor y la miseria.

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