Una mezcla sabrosa y divertida del arte, la ciencia y la tecnología: «El Universo en un puñado de átomos», de Carlos Chimal

De los ‘quarks’ a las ondas gravitacionales.

En forma de ensayo, «El Universo en un puñado de átomos», de Carlos Chimal, es al mismo tiempo una crónica viva de una disciplina científica fascinante: la física de las altas energías, la cual se propone estudiar lo infinitamente pequeño, en los niveles cuánticos del átomo, y lo inimaginablemente grande, los confines del Universo y la pregunta por su origen.

Disfruta este extracto de ‘La Ciudad Escéptica en peligro’, su primer capítulo.

«La Ciudad Escéptica en peligro

El trece de septiembre de 2008, tres días después de haberse puesto en marcha el Gran Colisionador de Hadrones, su red informática fue atacada por un grupo autodenominado Greek Security Team, quienes demostraron, como buenos hackers, que no existe código de seguridad inviolable. Por fortuna declararon que no era su propósito dañar los experimentos. Gracias, amigos. En los lugares de encuentro como la cafetería central se pide que ya no sea uno tan relajado con las computadoras portátiles, pues las ondas de internet viajan por el aire y los fisgones pueden estar haciendo su trabajo. El sitio donde se está gestando la siguiente revolución en redes computacionales ha sido golpeado por los cibernéticos rompetodo. Los astutos cazadores de partículas se vieron atrapados en su propio enjambre.

Ante la crisis hay quienes se hacen eco de las actitudes timoratas y piden invertir mejor en investigaciones pequeñas, <<de mesa>>, que en megaproyectos como los del CERN. Según los defensores de esta física, su falta de visión no les permite entender que un proyecto de mesa genera un resultado, mientras que proyectos complejos como el LHC ayudan a esclarecer enigmas del Universo y, al mismo tiempo, ofrecen una derrama tecnológica que se traduce en la ya mencionada Web, en cámaras de alambres que toman imágenes médicas, como el PET para diagnóstico y estudio de la fisiología del cuerpo humano, en la GRID que permite monitorear la diseminación del cáncer de mama en Europa, en los aceleradores de protones que ayudan a tratar diversos cánceres de manera eficiente, así como en innumerables dispositivos que conservan mejor la temperatura y que resisten mejor la radiación.

Y, para colmo, en octubre del mismo 2008 un investigador francés de origen argelino, que alguna vez ha venido al CERN a hacer investigación teórica, fue detenido por la policía de su país acusado él y su hermano de pertenecer a una rama de Al Qaeda. Algo similar se vivió en septiembre de 2014, quizá más dramático por la silenciosa insurrección que culminó en la regularización del ejército del Estado Islámico, plagada de europeos, algunos de ellos ciudadanos suizos y franceses. John Jihad degüella a un montañista francés secuestrado en Argelia frente a una cámara de video que algunos medios del mundo reproducen para las pantallas del público. Los pasos fronterizos entre Saint-Genis, Ferney-Voltaire y Ginebra se cerraron, los controles de pasaportes y documentos de identidad se volvieron estrictos como nunca se había visto desde la Segunda Guerra Mundial. En la estación de gasolina frente a la entrada principal de CERN se apostaron agentes de seguridad, tanto uniformados como civiles, y en los autobuses detenían sobre todo a gente de piel morena y negra. Al mismo tiempo en México sucedió un asesinato masivo que no era el primero ni sería, por desgracia, el último, pero que se convirtió en símbolo de la indignación generalizada por el estado de fascismo corriente, sin ideología, que impera en el país y cuyos sicarios asesinan con la mayor crueldad animados por su estrecho coto de poder. Una versión perversa y recargada de Los bandidos de Río Frío de Manuel Payno.

Regresemos a 2012, al momento en que faltaban pocos días para que volviera a arrancar la máquina LHC. Todo mundo está en lo suyo, repasando el peor de los escenarios posible porque confían en que todo saldrá a pedir de boca. Mientras algunos sacan la leche del refrigerador en la cocina común del hostal y alguien muele café para entender de qué está hecha la materia oscura equivalente al 96% del Universo. Un par de huevos revueltos con espárragos cuando uno desea preguntarse por qué un 4% restante es luminosa como nosotros. Jugo de frutas si quieres entender la causa de que existan más dimensiones que las cuatro que conocemos. Más café y nos pondremos en el camino de saber por qué el mundo está hecho de materia y no de antimateria. La señora que hace la limpieza pide a los que seguimos discutiendo cómo era el Universo a los microsegundos de su existencia seguir la trascendental charla en otra parte. En una pared a la entrada de ATLAS hay un cartel que anuncia: <<2012: ¡El fin se acerca!>>. En efecto, es el fin de una larga espera para los cazadores de partículas».

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El Universo en un puñado de átomos es un ensayo sabroso y divertido sobre la necesidad de mezclar el arte y la ciencia.

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