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‘Olvidado rey Gudú’ de Ana María Matute

Los hijos del Conde Olar heredaron la extraordinaria fuerza física, los ojos grises, el áspero cabello rojinegro y la humillante cortedad de piernas de su padre.

Sikrosio, el primogénito, tenía más rojo el pelo, también eran mayores su fuerza y corpulencia, su destreza con la espada y su osadía. Por el contrario, de entre todos ellos, resultó el peor jinete, precisamente por culpa de aquellas piernas cortas, gruesas y ligeramente zambas que algunos –bien que a su espalda- tildaban de patas. Si hubo algún incauto o malintencionado que se atrevió a insinuarlo en su presencia, no deseó, o no pudo, repetilo jamás.

Desde temprana edad, Sikrosio dejó bien sentado que no se trataba de una criatura tímida, paciente, ni escrupulosa en el trato con semejantes. Su valor y arrojo, tanto como su naturaleza, no conocían el desánimo, la enfermedad, la cobardía, la duda, el respeto ni la compasión. Pronunciaba estrictamente las palabras precisas para hacerse entender, y no solía escuchar, a no ser que se refiriesen a su persona o a su caballo, lo que decían los otros. No detenía su pensamiento en cosa ajena a lances de guerra, escaramuza o luchas vecinales y, en general, a toda cháchara no relacionada con sus intereses.

Cuando no peleaba, distribuía su jornada entre el cuidado de sus armas y montura, la caza, ciertos entrenamientos guerreros y placeres personales –no muy complicados estos, ni, en verdad, exigentes-. Era de natural alegre y ruidoso, y prodigaba con mucha más frecuencia la risa que la conversación. Sus carcajadas eran capaces de estremecer –según se decía- las entrañas de una roca, y aunque consideraba probable que un día u otro el diablo cargaría con su alma, tenía de ésta una idea tan vaga y sucinta –en lo profundo de su ser, desconfiaba de albergar semejante cosa –que poco o nada se preocupaba de ello. Amaba intensamente la vida –la suya, claro está- y procuraba sacarle todo el jugo y sustancia posibles. A su modo, lo conseguí.

Pero un día, Sikrosio conoció el terror. El terror nació de un recuerdo y culminaba en una profecía. El recuerdo le asaltaba inesperado, cada vez con más frecuencia, y llegó a amargar parte de su vida. La profecía – que vino mucho más tarde – la destruyó definitivamente.

Y todo esto comenzó una mañana, apenas amanecida la primavera, junto al río Oser.

Extracto de «Olvidado rey Gudú» de Ana María Matute.

ReyGudu

SINOPSIS Narrada entre realidad, leyenda y fantasía; Olvidado rey Gudú cuenta el nacimiento y la expansión del Reino Olar, hilando una trama del ansia de poder, el placer de la conquista, el miedo, el amor y la ternura.

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La obra maestra de Ana María Matute y una de las grandes novelas de este siglo