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La atracción hacia lo extraño de Ricard Solé en “La lógica de los monstruos”

¿Hay alternativas a la naturaleza tal como la conocemos?

 

Se diría que la mente humana carece de límites a la hora de imaginar monstruos y formas de vida que se apartan de la norma: seres fabulosos como sirenas, cíclopes y toda clase de alienígenas pueblan las historias de ficción.

La naturaleza tampoco se queda corta a la hora de desafiar las fronteras de lo posible: hay animales que parecen plantas, organismos que se coordinan para crear superindividuos o calamares gigantescos que pululan en el fondo de los océanos; este libro explora la atracción que los seres humanos sentimos por lo extraño al tiempo que analiza por qué la evolución prefiere ciertas formas, pautas y estructuras y no otras.

En un fascinante recorrido que nos lleva por las sendas de la cosmología, la neurolingüística, la antropología cultural o la inteligencia artificial, Ricard Solé nos invita a pensar en “La lógica de los monstruos” no sólo por qué <<todo>> -la mente, el lenguaje, la configuración molecular de la vida, la ley de la gravitación, los múltiples universos cuánticos o la creatividad artística- es como es, sino también si otros mundos y formas de vida podrían (o podrán alguna vez) haberse dado.

Te compartimos un pequeño fragmento de sus páginas introductorias, el cual lleva por título ‘Lo esperable, lo inesperado’:

“Introducción; Lo esperable, lo inesperado

¿Cuántas piernas tendría un extraterrestre? ¿Cuántos ojos? Si pudiéramos viajar a un planeta distinto del nuestro, ¿encontraríamos vida en él?, ¿sería ésta totalmente incomprensible, basada en una lógica imposible de descifrar?, ¿existirían organismos o, en su lugar, una sopa de moléculas indiferenciada? ¿Habría enfermedades contagiosas?, ¿sería posible la inmortalidad?, ¿descubriríamos formas de vida dotadas de conciencia? La lista de preguntas que podríamos plantearnos es casi inacabable. El arte, el cine y la literatura han expandido el horizonte de nuestro mundo real y lo han enriquecido con su creación de criaturas únicas con cabezas extra, cuerpo de humano y cola de pez, un solo ojo o múltiples brazos.

Los monstruos, en definitiva, nos han acompañado a lo largo de nuestra historia evolutiva y constituyen una parte esencial del legado cultural de todas las civilizaciones. San Jorge matando al dragón, Ulises enfrentándose al cíclope o un extraterrestre con boca retráctil encerrado con siete tripulantes humanos en una nave espacial de la que nadie puede escapar. Y no olvidemos a los monstruos de feria, que definen a su vez otra dimensión de lo imaginario: la mujer barbuda, el gigante, el hombre con piel de lagarto o las siamesas unidas entre sí se encuentran cerca de una delgada línea que separa el mundo real del universo literario: de algún modo existen como productos posibles de la imaginación, aunque a la vez nos desconcierte su aparente imposibilidad”

Disponible a partir del 16 de septiembre en http://corta.me/logicamonstruos y en librerías.

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Una sugerente invitación a repensar la naturaleza desde la diferencia.

Una mezcla sabrosa y divertida del arte, la ciencia y la tecnología: “El Universo en un puñado de átomos”, de Carlos Chimal

De los ‘quarks’ a las ondas gravitacionales.

En forma de ensayo, “El Universo en un puñado de átomos”, de Carlos Chimal, es al mismo tiempo una crónica viva de una disciplina científica fascinante: la física de las altas energías, la cual se propone estudiar lo infinitamente pequeño, en los niveles cuánticos del átomo, y lo inimaginablemente grande, los confines del Universo y la pregunta por su origen.

Disfruta este extracto de ‘La Ciudad Escéptica en peligro’, su primer capítulo.

“La Ciudad Escéptica en peligro

El trece de septiembre de 2008, tres días después de haberse puesto en marcha el Gran Colisionador de Hadrones, su red informática fue atacada por un grupo autodenominado Greek Security Team, quienes demostraron, como buenos hackers, que no existe código de seguridad inviolable. Por fortuna declararon que no era su propósito dañar los experimentos. Gracias, amigos. En los lugares de encuentro como la cafetería central se pide que ya no sea uno tan relajado con las computadoras portátiles, pues las ondas de internet viajan por el aire y los fisgones pueden estar haciendo su trabajo. El sitio donde se está gestando la siguiente revolución en redes computacionales ha sido golpeado por los cibernéticos rompetodo. Los astutos cazadores de partículas se vieron atrapados en su propio enjambre.

Ante la crisis hay quienes se hacen eco de las actitudes timoratas y piden invertir mejor en investigaciones pequeñas, <<de mesa>>, que en megaproyectos como los del CERN. Según los defensores de esta física, su falta de visión no les permite entender que un proyecto de mesa genera un resultado, mientras que proyectos complejos como el LHC ayudan a esclarecer enigmas del Universo y, al mismo tiempo, ofrecen una derrama tecnológica que se traduce en la ya mencionada Web, en cámaras de alambres que toman imágenes médicas, como el PET para diagnóstico y estudio de la fisiología del cuerpo humano, en la GRID que permite monitorear la diseminación del cáncer de mama en Europa, en los aceleradores de protones que ayudan a tratar diversos cánceres de manera eficiente, así como en innumerables dispositivos que conservan mejor la temperatura y que resisten mejor la radiación.

Y, para colmo, en octubre del mismo 2008 un investigador francés de origen argelino, que alguna vez ha venido al CERN a hacer investigación teórica, fue detenido por la policía de su país acusado él y su hermano de pertenecer a una rama de Al Qaeda. Algo similar se vivió en septiembre de 2014, quizá más dramático por la silenciosa insurrección que culminó en la regularización del ejército del Estado Islámico, plagada de europeos, algunos de ellos ciudadanos suizos y franceses. John Jihad degüella a un montañista francés secuestrado en Argelia frente a una cámara de video que algunos medios del mundo reproducen para las pantallas del público. Los pasos fronterizos entre Saint-Genis, Ferney-Voltaire y Ginebra se cerraron, los controles de pasaportes y documentos de identidad se volvieron estrictos como nunca se había visto desde la Segunda Guerra Mundial. En la estación de gasolina frente a la entrada principal de CERN se apostaron agentes de seguridad, tanto uniformados como civiles, y en los autobuses detenían sobre todo a gente de piel morena y negra. Al mismo tiempo en México sucedió un asesinato masivo que no era el primero ni sería, por desgracia, el último, pero que se convirtió en símbolo de la indignación generalizada por el estado de fascismo corriente, sin ideología, que impera en el país y cuyos sicarios asesinan con la mayor crueldad animados por su estrecho coto de poder. Una versión perversa y recargada de Los bandidos de Río Frío de Manuel Payno.

Regresemos a 2012, al momento en que faltaban pocos días para que volviera a arrancar la máquina LHC. Todo mundo está en lo suyo, repasando el peor de los escenarios posible porque confían en que todo saldrá a pedir de boca. Mientras algunos sacan la leche del refrigerador en la cocina común del hostal y alguien muele café para entender de qué está hecha la materia oscura equivalente al 96% del Universo. Un par de huevos revueltos con espárragos cuando uno desea preguntarse por qué un 4% restante es luminosa como nosotros. Jugo de frutas si quieres entender la causa de que existan más dimensiones que las cuatro que conocemos. Más café y nos pondremos en el camino de saber por qué el mundo está hecho de materia y no de antimateria. La señora que hace la limpieza pide a los que seguimos discutiendo cómo era el Universo a los microsegundos de su existencia seguir la trascendental charla en otra parte. En una pared a la entrada de ATLAS hay un cartel que anuncia: <<2012: ¡El fin se acerca!>>. En efecto, es el fin de una larga espera para los cazadores de partículas”.

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El Universo en un puñado de átomos es un ensayo sabroso y divertido sobre la necesidad de mezclar el arte y la ciencia.

Sorprendentes historias sobre la capacidad intelectual de los animales en “¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales?”, de Frans de Waal

A través de estas páginas, hallarás conmovedoras historias de cooperación y empatía entre delfines, divertidísimos ejemplos sobre la memoria visual de algunas aves o asombrosos relatos sobre un incipiente sentido del bien y del mal en los primates superiores y su capacidad para anticiparse al futuro.

Te compartimos un extracto de Pozos Mágicos, primer capítulo de “¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales?”, autoría del renombrado primatólogo y etólogo Frans de Waal.

“Pozos Mágicos

Convertirse en un bicho

Al abrir los ojos, Gregor Samsa se despertó dentro del cuerpo de un animal sin especificar. Provisto de un exoesqueleto duro, la ‘horrible sabandija’ se escondía bajo el sofá, reptaba arriba y abajo por las paredes y el techo, y le encantaba la comida podrida. La transformación del pobre Gregor incomodó y disgustó tanto a su familia que su muerte fue un alivio para todos.

‘La metamorfosis’ de Franz Kafka, publicada en 1915, fue una singular salva de apertura de un siglo menos antropocéntrico. Al elegir una criatura repulsiva para mayor efecto metafórico, el autor nos fuerza desde la primera página a meternos en la piel de un bicho. Hacia la misma época, Jakob von Uexküll, un biólogo alemán, llamó la atención sobre el punto de vista del animal, el Umwelt (que en alemán significa ‘mundo circundante’). Para ilustrar este nuevo concepto, Uexküll nos invitó a dar un paseo por diversos mundos, con objeto de hacernos ver que cada organismo percibe el entorno a su manera. Su primer ejemplo era la garrapata, que no tiene ojos y trepa a un tallo de hierba a la espera de oler el ácido butírico que emana de la piel de los mamíferos. Puesto que los experimentos han evidenciado que este arácnido puede pasarse hasta dieciocho años sin alimentarse, la garrapata tiene tiempo de sobra para encontrarse con un mamífero, caer sobre su víctima y atiborrarse de sangre caliente, después de lo cual ya puede poner sus huevos y morir. ¿Podemos entender el Umwelt de la garrapata? Parece una visión del mundo increíblemente pobre en comparación con la nuestra, pero Uexküll contemplaba esta simplicidad como una ventaja: el objetivo de la garrapata en esta vida está bien definido, y pocas cosas la distraen.

Uexküll examinó otros ejemplos para mostrar que un mismo entorno ofrece cientos de realidades propias de cada especie. Esto es muy diferente de la noción de ‘nicho ecológico’, que concierne al hábitat necesario para la supervivencia. El Umwelt se refiere al mundo subjetivo centrado en el propio organismo, que representa sólo una pequeña fracción de todos los mundos perceptibles. Según Uexküll, los diversos mundos subjetivos no son comprensibles ni discernibles para todas las especies que los construyen. Algunos animales perciben la luz ultravioleta, mientras que otros viven en un mundo de olores, o tantean su camino bajo tierra, como el topo estrellado. Unos se sientan en las ramas de un roble, otros viven bajo su corteza, mientras que una familia de zorros excava una  madriguera entre sus raíces. Cada uno de estos animales percibe el mismo árbol de manera diferente.

Nosotros, que somos una especie altamente visual, compramos aplicaciones para teléfonos móviles que convierten imágenes en color en lo que perciben las personas sin visión del color. También nos vendamos los ojos para simular el Umwelt de los invidentes y así aumentar nuestra empatía. Pero mi experiencia más memorable con un mundo ajeno fue criando grajillas (parientes pequeñas de los cuervos). Dos de ellas vivían justo debajo de mi ventana del cuarto piso de una residencia de estudiantes, así que podía verlas ir y venir. Cuando eran jóvenes e inexpertas las seguía con gran apuro, como cualquier buen padre. Solemos pensar que el vuelo es algo que surge de manera natural en las aves, pero lo cierto es que es una habilidad que debe aprenderse.  El aterrizaje es lo más difícil, y siempre temía que se estrellaran contra algún vehículo. Comencé a pensar como un ave, construyendo un mapa mental del entorno como si buscara el sitio perfecto para aterrizar, y evaluando cada objeto distante (una rama, un balcón) con este objetivo en mente. Tras un aterrizaje exitoso, mis grajillas expresaban su contento con un ‘caw-caw’. Luego yo las llamaba para que volvieran, y vuelta a empezar. Cuando ya se habían convertido en voladoras expertas, me deleitaba con sus juguetonas cabriolas en el aire como si estuviera volando con ellas. Me había metido en el  Umwelt de mis pájaros, aunque fuera de manera imperfecta”.

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Una obra sorprendente y polémica sobre la capacidad intelectual de los animales.