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Nubia Macías presenta sus recomendaciones de los libros para las vacaciones

Queridos lector@s:

Llegaron las vacaciones. Se rompe la rutina y se abren espacios para hojear nuevos intereses o renovar votos con los temas que nos inspiran. Para acompañar sus días, tardes o noches, quiero recomendarles algunas lecturas que espero enciendan su curiosidad y sus conversaciones.

Comienzo con La Viuda, una novela de la inglesa Fiona Barton. A partir de la desaparición de una pequeña del jardín de su casa, Barton ofrece una emocionante historia en donde los temas de la manipulación, el poder, la capacidad de engaño de los seres humanos, atraviesan una historia policiaca narrada a tres voces.

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Hay secretos que cambian tu vida. ¿Callar o mentir? Tú eliges.
Inquietante. Compulsivo. Real. El libro del año.

 

El inesperado plan de la escritora sin nombre es otra sugerencia. Una novela mágica para quienes amamos los libros, exquisitamente narrada por la italiana Alice Basso. El nudo son las acciones de una gosthwriter picada por el aguijón de la envidia ante el éxito que recibe su propio trabajo…firmado por otro.

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Un homenaje a los misterios que sólo la intuición puede resolver. Una heroína inolvidable.

 

Agua corriente: en esta curaduría personal de sus cuentos, Antonio Ortuño demuestra porqué su pluma es la más brillante de su generación en México y una de las más reconocidas en el territorio contemporáneo de la lengua española.

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En Agua corriente podemos apreciar un diverso panorama de las obsesiones y cuestionamientos que Ortuño ha desplegado a lo largo de su obra.

 

Si lo suyo es reflexionar sobre la actualidad los Panamá Papers, el libro en el que los periodistas Bastian Obermayer y Frederik Obermaier detallan la gestación de la mayor filtración periodística de nuestra era, es una lectura obligada.

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La mayor filtración documental sobre la evasión de impuestos.

 

Del lado caribeño tenemos Regreso a Ítaca, novelización del guión del mismo nombre, de autoría del enorme Leonardo Padura y Laurent Cantet, quienes ofrecen el mejor retrato de la realidad cubana hoy.

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Un fiel retrato de los sueños, la realidad, los deseos y las frustraciones de la Cuba actual.

 

Para quienes opten por un verano de colores les sugiero La gran belleza, de Alex Bellos y Edmund Harris, un libro que combina la estética de las matemáticas con la popular tendencia de páginas para iluminar, estoy segura de que les dará horas memorables.

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Un libro para descubrir por ti mismo la belleza oculta de las matemáticas.

 

Y finalmente, para compartir el extraordinario, sorprendente e inagotable poder de la palabra escrita, los invito a leerle a otros El libro sin dibujos, de B.J.Novak.

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¡ADVERTENCIA!
¡Este libro parece serio, pero en realidad es TOTALMENTE ALOCADO!

 

Me encantará saber si se animan a descubrir alguno de estos libros y qué les provocaron. Pueden escribirme a [email protected]  #Creemosenloslibros bajo el sol y la lluvia, en la ciudad y en la playa. Buen verano y sobre todo, buenas lecturas.

Nubia Macías

Directora general

Grupo Planeta

Mx-EU-Centroamérica

«La Novela de mi Vida» de Leonardo Padura

«¿Porqué no acabo de despertar de mi sueño?

¡Oh!, ¿cuándo acabará la novela de mi vida para que empiece su realidad?

J.M.H., 17 de junio de 1824

–Ponme un café doble, mi hermano.

Tantas veces su mente repitió aquella frase, durante dieciocho años, que las palabras habían gastado su valor de uso en la memoria y en el paladar, para sonar vacías, como una consigna dicha en un idioma incomprensible. Porque, a pesar del olvido, intentó imponerse como mejor alternativa, Fernando Terry sufrió demasiadas veces aquellas imprevisibles rebeliones de su conciencia y con una asiduidad ingobernable dedicó algún pensamiento a lo que hubiera querido sentir en el preciso instante en que, luego de beber un café doble frente al cabaret Las Vegas, encendería un cigarro para cruzar la calle Infanta y bajar por Veinticinco, dispuesto a reencontrarse con lo mejor  y lo peor de su pasado. De la melancolía al odio, de la alegría a la indiferencia, del rencor al alivio, en sus viajes imaginarios Fernando había jugado con todas las cartas de las nostalgia, si presentir que en la manga oscura, agazapada, podía quedársele aquella tristeza agresiva que se le había clavado en el alma, con una interrogación: ¿Tenías que volver?

Al principio de su exilio, en los meses de incertidumbre vividos bajo una carpa asfixiante en los jardines del Orange Bowl de Miami, sin saber aún si obtendría la residencia norteamericana, Fernando había comenzado a pensar en un retorno breve pero necesario, que le ayudara a restañar las heridas todavía sangrantes provocadas por una traición demoledora, fuera del tiempo y en otro espacio. Después, con el paso de los años y las persistencia de la barrera de leyes y disposiciones que dificultaban cualquier regreso, había tratado de creer que el olvido era posible, que incluso podía resultar el mejor de los remedios, y poco a poco empezó a sentir su beneficio alivio, y la ansiedad por volver se fue diluyendo, hasta convertirse en una angustia adormecida, que arteramente subía a flote ciertas noches insobornables, cuando en la soledad de su ático madrileño su cerebro insistía en evocar algún instante de sus treinta años vividos en la isla.

Pero desde que le llegara la carta de Álvaro con la noticia más inquietante y que ya no esperaba recibir, la necesidad del regreso  dejó de ser una pesadilla furtiva, y Fernando se sintió compulsado a abrir otra  vez  el baúl de los más peligrosos recuerdos. Entonces se dedicó a leer, por primera vez desde que saliera de Cuba, los viejos papeles de su malograda tesis doctoral sobre la poesía y la ética de José María Heredia, mientras su mente insistía en trazar cada uno de los pasos que lo conducirían hacia la casa de Álvaro, para enfrentar aquellas escaletas siempre oscuras y fatigosas, y caer  de golpe en vórtice mismo de su pasado. En sus recorridos imaginarios solía alterar el orden, el ritmo, la intención d sus acciones y  pensamientos, pero el inicio inmutable debía ocurrir ante el mostrador de Las Vegas, donde codo a codo güero apresurado y los vagabundos de rigor, bebería el café leve y dulzón que solían colar en la vieja cafetería que ahora, con ardor infinito  descubrió que ya sólo existía en su persistente memoria y en alguna literatura de la noche habanera: la cafetería de Las Vegas y su invencible mostrador de caoba pulida se habían esfumado, como tantas otras cosas de la vida.»

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Una evocación vivísima del Romanticismo en el Caribe de la época colonial, pero por encima de todo una lectura de la historia de Cuba, un viaje al origen de su conciencia nacional a través de la vida de su primer gran poeta.

Lee un extracto de «Pasado Perfecto», el libro de Leonardo Padura

«No necesito pensarlo para comprender que lo más difícil seria abrir los ojos, Aceptar en las pupilas la claridad de la mañana que resplandecía en los cristales de las ventanas y pintaba con su iluminación gloriosa toda la habitación, y saber entonces que el acto esencial de levantar los parpados es admitir que dentro del cráneo se asienta una masa resbaladiza, dispuesta a emprende un baile doloroso al menor movimiento de su cuerpo. Dormir, tal vez soñar, se dijo, recuperando la frase machacona que lo acompaño cinco horas antes, cuando cayo en la cama, mientras respiraba el aroma profundo y oscuro de su soledad. Vio en una penumbra remota su imagen de penitente culpable, arrodillado frente al inodoro, cuando descargaba oleadas de vomito ambarino y amargo que parecía interminable. Pero el timbre del teléfono seguía sonando como ráfagas de ametralladora que perforaban sus oídos y trituraban su cerebro, lacerado en una tortura perfecta, cíclica, sencillamente brutal. Se atrevió. Apenas movió los parpados y debió cerrarlos: el dolor le entro por las pupilas y tuvo la simple convicción de que quería morirse y la terrible certeza de que su deseo no iba a cumplirse. Se sintió muy débil, sin fuerzas para levantar los brazos y apretarse la frente y entonces conjurar la explosión que cada timbrazo maligno hacia inminente, pero decidió enfrentarse al dolor y alzo un brazo, abrió la mano y logro cerrarla sobre el auricular del teléfono para moverlo sobre la horquilla y recuperar el estado de gracia del silencio.

Sintió deseos de reír por su victoria, pero tampoco pudo. Quiso convencerse de que estaba despierto, aunque no podía asegurarlo. Su brazo colgaba a un costado de su cama, como una rama partida, y sabia que la dinamita alojada en su cabeza lanzaba burbujas efervescentes y amenazaba con explotar en cualquier momento. Tenia miedo, un miedo demasiado conocido y siempre olvidado. También quiso quejarse, pero la lengua se le había fundido en el fondo de la boca y fue entonces cuando se produjo la segunda ofensiva del teléfono. No, no, coño, no, ¿por qué?, ya, ya, se lamento y llevo su mano hasta el auricular y, con movimientos de grúa oxidada, lo trajo hasta su oreja y lo soltó.

Primero fue el silencio: el silencio es una bendición. Luego vino la voz, una voz espesa y rotunda y creyó que temible.

-Oye, oye, ¿me oyes?- parecía decir-, Mario, aló, Mario, ¿tu me oyes?- Y le falto valor para decir que no, que no, que no oía ni quería oír, o, simplemente, esta equivocado.

-Si, jefe- logro susurrar al fin, pero antes necesito aspirar hasta llenarse los pulmones de aire, obligar a sus dos brazos a trabajar y llegar a la altura de la cabeza y conseguir que sus manos distantes apretaran las sienes para aliviar el vértigo de carrusel desatado en su cerebro.

-Oye, ¿qué te pasa?, ¿eh? ¿Qué cosa es lo que te pasa?- era un rugido impío, no una voz.

Volvió a respirar hondo y quiso escupir. Sentía que la lengua le había engordado, o no era la suya.

-Nada jefe, tengo migraña. O la presión alta, no sé…

-Oye, Mario, otra vez no. Aquí el hipertenso soy yo, y no me digas más jefe. ¿Qué te pasa?

-Eso, jefe, dolor de cabeza.

-Hoy amaneciste vestido de jodedor, ¿verdad? Pues mira, oye esto: se te acabo el descanso.

Sin atreverse a pensarlo abrió los ojos. Como lo había imaginado, la luz del sol atravesaba los ventanales y a su alrededor todo era brillante y cálido. Fuera, quizás, el frio había cedido y hasta podría ser una linda mañana, pero sintió deseos de llorar o algo que se le parecía bastante.»

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Una novela del reciente ganador del Premio Princesa de Asturias en Literatura, otorgado al conjunto de su obra.

‘Aquello estaba deseando ocurrir’, un libro de cuentos escrito por Leonardo Padura

Siempre había oído decir que llamar a las desgracias acaba por traerlas. Y el Jornal de Angola anunciaba otra vez una inminente invasión sudafricana. Cada semana se repetía aquella información, con certezas y evidencias consideradas irrebatibles, con datos logísticos y declaraciones gubernamentales, y aunque en los últimos veintitrés mese los bóers habían atravesado varias veces la frontera y unos tanques innegables, la anunciada invasión no se concretaba. Pero leer esa noticia siempre le producía el mismo escalofrío. Era un miedo oscuro y tangible que nacía en el estómago y le debilitaba las piernas y le hacía rogar a lo que fuera que lo inminente esperara hasta después de febrero, cuando él ya estuviera bien lejos de todo aquellos y sus dos años de misión en Angola se hubieran convertido en más pasado irreversible.

Sólo que aquél miedo sí podía tener efectos inmediatos. Apenas había leído el titular y unas líneas del primer párrafo y debió abandonar la cama y andar deprisa hacia el baño, con el periódico bajo el brazo, mientras desabotonaba su pantalón. Al cabo de tantos meses ya conocía las causas y efectos de aquel sentimiento incontrolable que había adquirido en Angola y, de algún modo ambiguo hasta para sí mismo, lo disfrutaba con la tranquila convicción de que su miedo no era precisamente cobardía. Por eso, sentado en la taza, se dedicó a rasgar con esmero la parte de la primera plana que desataba sus angustias, dispuesto a vengarse del modo más escatológico y simbólico que conocía: se limpiaría el culo con la noticia, y mientras esperaba el fin de aquel reflejo incondicionado, volteó el pedazo de periódico y descubrió una breve cuña con un título de apenas diez puntos que advertía: “TODO VELÁZQUEZ”, y luego reseñaba que entre el 23 de enero y el 30 de marzo estaría abierta en el museo del Prado la llamada exposición del siglo, donde se reunían, por primera y única vez desde que fueron pintadas, setenta y nueve obras maestras del artista sevillano, llegadas desde todas partes del mundo para sumarse a los fondos del gran museo español.

Extracto de Aquello estaba deseando ocurrir, de Leonardo Padura.

PADURA

SINOPSIS: El extracto anterior es parte del cuento ‘La puerta de Alcalá’. Este libro es una compilación de los cuentos de Leonardo Padua en el que recoge a soldados que vuelven de Angola a La Habana, a estudiantes seducidos por boleros y cantantes, a solitarios que recorren La Habana, a personas que sueñas con ser escritores. Personajes que suman amor, erotismo, nostalgia y amistad; personajes  de una ciudad que tiene mucho que contar.

Todas las novelas del inspector Mario Conde, una serie policíaca de Leonardo Padura

Mario Conde es un personaje de ficción creado por Leonardo Padura, para protagonizar una serie de novelas policíacas publicadas por Tusquets.

Como muchos otros protagonistas de este tipo de libros, Conde es un ex policía que con frecuencia se ve involucrado en casos de asesinato, robo, extorsión, o cualquier variante criminal.

Su rasgo particular es que vive en La Habana, Cuba, en donde pasa los días en compañía de su amigo «El flaco». Juntos, se dedican a ver pasar la vida hasta que algún caso se atraviesa en su camino.

A continuación te compartimos las portadas y sinopsis de los libros de la Serie Mario Conde publicados en Tusquets, para que sepas en qué orden leerlos o, al menos, cómo fueron concebidos originalmente.

1. Pasado perfecto

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SINOPSIS: El primer fin de semana de 1989 una insistente llamada de teléfono arranca de su resaca al teniente Mario Conde, un policía escéptico y desengañado. El Viejo, su jefe en la Central, le llama para encargarle un misterioso y urgente caso: Rafael Morín, jefe de la Empresa de Importaciones y Exportaciones del Ministerio de Industrias, falta de su domicilio desde el día de Año Nuevo. Quiere el azar que el desaparecido sea un ex compañero de estudios de Conde, un tipo que ya entonces, aun acatando las normas establecidas, se destacaba por su brillantez y autodisciplina. Por si fuera poco, este caso enfrenta al teniente con el recuerdo de su antiguo amor por la joven Tamara, ahora casada con Morín. «El Conde» -así le conocen sus amigos-, irá descubriendo que el aparente pasado perfecto sobre el que Rafael Morín ha ido labrando su brillante carrera ocultaba ya sus sombras.

2. Vientos de cuaresma

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SINOPSIS: Conocido ya por los lectores españoles gracias a Máscaras, Paisaje de Otoño y Pasado perfecto (Andanzas 292, 345 y 397), Leonardo Padura nos entrega ahora Vientos de Cuaresma, la pieza que cierra el círculo de su tetralogía «Las cuatro estaciones». Protagonizada, como las otras tres, por el reflexivo y pesimista teniente Mario Conde —para los entendidos el Conde—, Vientos de Cuaresma es, a la vez, un thriller desconcertante y una novela de amor.

En los infernales días de la primavera cubana en que llegan los vientos calientes del sur, coincidiendo con la Cuaresma, al teniente Mario Conde, que acaba de conocer a Karina, una mujer bella y deslumbrante, aficionada al jazz y al saxo, le encargan una delicada investigación. Una joven profesora de química del mismo preuniversitario donde años atrás estudió el Conde ha aparecido asesinada en su apartamento, en el que aparecen además restos de marihuana. Así, al investigar la vida de la profesora, de impoluto expediente académico y político, el Conde entra en un mundo en descomposición, donde el arribismo, el tráfico de influencias, el consumo de drogas y el fraude revelan el lado oscuro de la sociedad cubana contemporánea. Paralelamente, el policía, enamorado de la bella e inesperada mujer, vive días de gloria sin imaginar el demoledor desenlace de esa historia de amor.

3. Máscaras

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SINOPSIS: En la tupida arboleda del Bosque de La Habana aparece un 6 de agosto, día en que la Iglesia celebra la transfiguración de Jesús, el cuerpo de un travesti con el lazo de seda roja de la muerte aún al cuello. Para mayor zozobra del Conde, aquella mujer «sin los beneficios de la naturaleza», vestida de rojo, resulta ser Alexis Arayán, hijo de un respetado diplomático del régimen cubano. La investigación se inicia con la visita del Conde al impresionante personaje del Marqués, hombre de letras y de teatro, homosexual desterrado en su propia tierra en una casona desvencijada, especie de excéntrico santo y brujo a la vez, culto, inteligente, astuto y dotado de la más refinada ironía. Poco a poco, el Conde va adentrándose en el mundo hosco en el que le introduce ladinamente el Marqués, poblado de seres que parecen todos portadores de la verdad de Alexis Arayán… ¿Pero dónde, en semejante laberinto, encontrará el Conde su verdad?

4. Paisaje de otoño

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SINOPSIS: Una noche de otoño, unos pescadores descubren un cadáver en la playa del Chivo, en La Habana. La víctima, Miguel Forcade Mier, ha sido asesinada con una saña brutal, casi inexplicable. Este crimen removerá una antigua trama de corrupciones y viejas ambiciones frustradas, ya que, en efecto, en los años sesenta Forcade había dirigido oficialmente las expropiaciones de bienes artísticos requisados a la burguesía tras la Revolución. Pero, después de acumular poder, influencia y, seguramente, no pocas envidias y resentimientos, en 1978 Forcade decide, sin motivo aparente, sumarse al exilio de Miami. Sin embargo, poco antes de su asesinato, había vuelto misteriosamente a Cuba, casi como si hubiera querido recuperar algo muy valioso y cuya existencia sólo él conocía.

5. Adiós, Hemingway

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SINOPSIS: En la memoria de Mario Conde todavía brilla el recuerdo de su visita a Cojímar de la mano de su abuelo. Aquella tarde de 1960, en el pequeño pueblo de pescadores, el niño tuvo la ocasión de ver a Hemingway en persona y, movido por una extraña fascinación, se atrevió a saludarlo. Cuarenta años más tarde, abandonado su cargo de teniente investigador en la policía de La Habana y dedicado a vender libros de segunda mano, Mario Conde se ve empujado a regresar a Finca Vigía, la casa museo de Hemingway en las afueras de La Habana, para enfrentarse a un extraño caso: en el jardín de la propiedad han sido descubiertos los restos de un hombre que, según la autopsia, murió hace cuarenta años de dos tiros en el pecho. Junto al cadáver aparecerá también una placa del FBI.

Mientras Conde trata de desentrañar lo que sucedió allí la noche del 2 al 3 de octubre de 1958, la novela nos permite asistir a los últimos años del escritor norteamericano, a sus obsesiones, miedos y a su entorno habanero, desde donde refulgen algunos objetos inquietantes, como ese revólver del calibre 22 que el escritor guarda envuelto en una prenda íntima de Ava Gardner.

Con el mismo tono crepuscular y melancólico de La neblina del ayer, y la misma eficacia envolvente de sus novelas anteriores, Adiós, Hemingway es un ajuste de cuentas de Mario Conde con su vida y con sus ídolos literarios, pero también una punzante e inolvidable recreación del Hemingway ególatra y contradictorio, acorralado por sus recuerdos y remordimientos, en los días previos a su suicidio.

6. La neblina del ayer

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SINOPSIS: Catorce años después de que, desencantado, abandonase la policía, el detective Mario Conde se dedica a la compraventa de libros de segunda mano. El hallazgo de una valiosa biblioteca lo coloca al borde de un magnífico negocio que podría aliviar sus penurias económicas. En uno de los libros aparece una hoja de revista en la que una cantante de boleros de los años cincuenta, Violeta del Río, anuncia su retiro en la cumbre de su carrera. Atraído por su belleza y por el misterio de su silencio posterior, Mario Conde le seguirá el rastro en un descenso a los infiernos de los bajos fondos de La Habana.

7. La cola de la serpiente

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SINOPSIS: Unas cuantas calles casi en ruinas, asediadas por los escombros y los delincuentes, es lo que queda del viejo Barrio Chino de La Habana. Cuando se adentra en él un Conde ya ex policía, dedicado ahora a la compraventa de libros de segunda mano, no puede evitar recordar que estuvo en ese rincón exótico y agreste de la ciudad muchos años antes, en 1989. Todo surgió de la petición de la teniente Patricia Chion, mujer irresistible, para que le ayudara en un extraño caso: el asesinato de Pedro Cuang, un anciano solitario que apareció ahorcado y al que le habían amputado un dedo y grabado con una navaja en el pecho un círculo y dos flechas. Eran rituales de santería que obligaron a hacer pesquisas por otros ámbitos de la ciudad. Pero el Conde descubrió hilos inesperados, negocios secretos y una historia de abnegación y desgracias que le devolvió la realidad oculta de muchas familias emigrantes asiáticas. Como dice una expresión china, tuvo que encontrar la cola de la serpiente para llegar a la cabeza.

8. Herejes

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SINOPSIS: En 1939, el S.S. Saint Louis, en el que viajaban novecientos judíos que habían logrado huir de Alemania, pasó varios días fondeado frente a La Habana en espera de que se autorizara el desembarco de los refugiados. El niño Daniel Kaminsky y su tío aguardaron en el muelle a que descendieran sus familiares, confiados en que éstos utilizarían ante los funcionarios el tesoro que portaban a escondidas: un pequeño lienzo de Rembrandt que pertenecía a los Kaminsky desde el siglo XVII. Pero el plan fracasó y el barco regresó a Alemania, llevándose consigo toda esperanza de reencuentro. Muchos años después, en 2007, cuando ese lienzo sale a subasta en Londres, el hijo de Daniel, Elías, viaja desde Estados Unidos a La Habana para aclarar qué sucedió con el cuadro y con su familia. Sólo alguien como el investigador Mario Conde podrá ayudarle. Elías averigua que a Daniel le atormentaba un crimen. Y que ese cuadro, una imagen de Cristo, tuvo como modelo a otro judío, que quiso trabajar en el taller de Rembrandt y aprender a pintar con el maestro.

Los libros de la serie Mario Conde, escritos por Leonardo Padura, están disponibles en librerías y tiendas en línea, bajo el sello Tusquets.

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Una impresionante fusión de los géneros policiaco e histórico en la nueva novela de Leonardo Padura.

‘Adiós, Hemingway’, un libro de la serie ‘Mario Conde’, escrito por Leonardo Padura

Primero escupió, luego expulsó los restos del humo agazapado en sus pulmones y finalmente lanzó al agua, propulsándola con sus dedos, la colilla mínima del cigarro. El escozor que sintió en la piel lo había devuelto a la realidad y, de regreso al adolorido mundo de los vivos, pensó cuánto le hubiera gustado saber la razón verdadera por la cual estaba allí, frente al mar, dispuesto a emprender un imprevisible viaje al pasado. Entonces empezó a convencerse de que muchas de las preguntas que se iba a hacer desde ese instante no tendrían respuestas, pero lo tranquilizó recordar cómo algo similar había ocurrido con muchas otras preguntas arrastradas a lo largo y ancho de su existencia, hasta llegar a aceptar la maligna evidencia de que debía resignarse a vivir con más interrogantes que certezas, con más pérdidas que ganancias. Tal vez por eso ya no era policía y cada día creía en menos cosas, se dijo, y se llevó otro cigarro a los labios.

La brisa amable, proveniente de la pequeña caleta, resultaba una bendición en medio del calor del verano, pero Mario Conde había escogido el breve tramo del malecón beneficiado con la sombra de unas viejísimas casuarinas por motivos más bien ajenos al sol y el calor. Sentado en el muro, con los pies colgando hacia los arrecifes, había disfrutado la sensación de hallarse libre de la tiranía del tiempo y gozó con la idea de que podía pasar en aquel preciso lugar el resto de su vida, dedicado únicamente a pensar, a recordar y a mirar el mar, tan apacible. Y, si venía alguna buena idea, incluso ponerse a escribir, pues en su paraíso personal el Conde había hecho del mar, de sus efluvios y rumores, la escenografía perfecta para los fantasmas de su espíritu y de su empecinada memoria, entre los que sobrevivía, como un náufrago obstinado, la imagen almibarada de verse viviendo en una casa de madera, frente al mar, dedicado por las mañanas a escribir, por las tardes a pescar y a nadar y por las noches a hacerle el amor a una mujer tierna y conmovedora, con el pelo húmedo por la ducha reciente y el olor del jabón combatiendo con los aromas propios de la piel dorada por el sol. Y aunque hacía bastantes años la realidad había devorado aquel sueño con esa vehemencia cruel tan propia de la realidad, el Conde no lograba comprender por qué seguía aferrado a esa imagen, al principio muy vívida y fotográfica, y de la cual, ahora, apenas era capaz de distinguir luces y destellos difusos, salidos de una mediocre paleta impresionista.

Extracto de Adiós, Hemingway, de Leonardo Padura.

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Adiós, Hemingway, de Leonardo Padura, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Tusquets.

En el buró de Leonardo Padura

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¿Cuál ha sido el mejor libro que ha leído este año?

Sunset Boulevard, de Paul Auster.

 Si tuviera que escoger a un o una novelista favorito, ¿cuál sería?

Mario Vargas Llosa. Hasta Historia de Maita. Después ya no ha sido igual.

 ¿Qué tipo de historias son las que le atrapan?

Las que cuentan cosas, y las cuentan bien.

 ¿En qué manera influyen en su vida los libros que lee?

En muchas. Tanto, incluso, que leyendo un libro puedo tener la idea para escrbir uno de los míos.

 ¿Qué libro nos sorprendería encontrar en su buró?

Uno de Paulo Coelho.

 ¿Lee alguna vez autoayuda? ¿Qué puede recomendar?

No, nunca leo este tipo de literatura. Hay tantas cosas buenas que leer…

 Si pudiera conocer a un personaje literario, ¿a quién elegiría?

A Holden Caulfield. Pero tendría mucho cuidado con él. Últimamente leí que podía ser un asesino en serie.

 ¿Cuál ha sido el libro que más le ha marcado?

El Conde de Montecristo. Me enseñó el placer de la lectura cuando yo lo desconocía.

Su lugar favorito para leer es…

Mi cama. No la cama, sino mi cama. Tengo la luz perfecta.

 Si tuviera que recomendarle un libro a los políticos mexicanos, ¿cuál sería?

La Biblia. Por razones obvias…

 ¿Cuál es el primer libro que recuerda haber leído?

Si no fue El Conde de Montecristo, debe haber sido El corsario negro.

 ¿Había libros en su casa cuando era niño?

Muy pocos, no pasaban de diez, casi todos Selecciones de Reader Digests.

 ¿Tiene un héroe o personaje favorito de literatura infantil?

Creo, creo, que Robin Hood, si es literatura infantil.

 ¿Cuál ha sido el mejor libro que le han regalado?

Conversación en La Catedral. Me lo leo cada vez que voy a empezar a escribir una novela.

 ¿Qué libros están en su buró en este momento?

Tengo mi ereader con 898 títulos.

 ¿Qué libros adornan la mesa de su sala?

La mesa de la sala no es para poner libros ni los libros deben considerarse adornos. Los libros, al librero.

 ¿Cuál fue el último libro que le hizo llorar?

Vida y destino de Vassili Grossman.

 ¿Cuál fue el último libro que abandonó sin terminar de leerlo?

Me da pena confesarlo, heriría a un colega, si es que mi juicio le interesara, claro.

¿A qué escritor, vivo o muerto, le gustaría conocer? ¿Qué le preguntaría?

A Shakespare. Le preguntaría si él es él…

Su siguiente lectura será…

Nunca le pregunten algo así a un cubano. Todos, todos, leemos lo que aparece más que lo que deseamos. (Lo mismo que nos pasa con la comida: comemos lo que podemos, no lo que queremos)… Aunque ahora con mi ereader tengo de donde escoger… Quizás Las correcciones, de Franzen, a ver si no es tan bueno nada, como