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‘A todos los chicos de los que me enamoré de Jenny Han’

¿Y si Peter es sólo el principio? ¿Y si…? ¿Y si el resto de las cartas también han sido enviadas? A John Ambrose McClaren. Kenny, del campamento. Lucas Krapf.

Josh.

Díos mío, Josh.

Me levanto de un salto. Tengo que encontrar la sombrerera. Tengo que encontrar las cartas.

Vuelvo a salir de la pista. No veo a Chris por ninguna parte. Debe de estar fumando detrás del pabellón deportivo. Me dirijo directamente al entrenador, que está sentado en las graderías con el celular en la mano.

-No paro de vomitar –gimo. Me doblo de dolor y me abrazo el estómago-. ¿Puedo ir a la enfermería, por favor?

El entrenador no se molesta ni en levantar la vista de la pantalla.

-Claro.

En cuanto desaparezco de su campo de visión, empiezo a correr. Educación física es mi última clase del día, y mi casa solo está a unos tres kilómetros del instituto. Corro como el viento. Creo que nunca en mi vida había corrido tanto, ni tan rápido, y es probable que no vuelva a hacerlo.

Corro tanto que tengo que detenerme un par de veces porque siento que voy a vomitar. Y entonces me acuerdo de las cartas, y de Josh, y de ese <<De cerca, tu rostro no solo es apuesto, sino también hermoso>>, y empiezo a correr de nuevo.

En cuanto llego a casa, subo los escalones de dos en dos y me meto en mi clóset en busca de la sombrerera. No está en la repisa de arriba, donde suelo dejarla. No está en el suelo, ni detrás de la pila de juegos de mesa. No está por ninguna parte. Me pongo de rodillas y empiezo a rebuscar entre pilas de suéteres, cajas de zapatos y material para manualidades. Busco en lugares donde es imposible que esté, pero busco de todos modos. Mi sombrerera no está por ningún lado.

Extracto de «A todos los chicos de los que me enamoré» de Jenny Han.

ENAMORADA

SINOPSIS

Lara Jean se expresa mejor escribiendo y se muestra cómo es en verdad, a través de las cartas dedicadas a los chicos de los que se ha enamorado. Un día, su amigo Peter Kavinsky recibe una carta de Lara Jean, luego otra. Lara Jean tiene que buscar la sombrerera donde guarda sus cartas, antes de que le lleguen a Josh, el chico del que sigue y está realmente enamorada, lo cual es un problema porque es novio de su hermana, Margot.

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Comedia romántica, fresca y dulce.

‘Siempre nos quedará el verano’, el final de una trilogía de Jenny Han

Cuando era niña, los miércoles por la noche mi madre y yo veíamos videos de antiguos musicales. Era nuestra tradición. A veces mi padre o Steven pasaban por allí y se sentaban frente a la televisión un rato, pero casi siempre éramos solo mi madre y yo sentadas en el sofá con una cobija y un platón de palomitas de maíz dulces o saladas. Cada miércoles. Veíamos Vendedor de ilusiones, Amor sin barreras, La rueda de la fortuna, musicales que me gustaban, como Cantando bajo la lluvia, que me encantaba. Pero ninguno se podía comparar con Adiós, ídolo mío. De entre todos los musicales, Adiós, ídolo mío era mi favorito. Lo veía una y otra vez, hasta que mi madre ya no podía más. Igual que Kim MacAfee antes que yo, quería usar rímel y tacones y experimentar «esa sensación de felicidad de una mujer madura». Quería oír silbar a los chicos y saber que era por mí. Quería crecer y ser como Kim, porque ella consiguió todas esas cosas.

Y luego, cuando llegaba la hora de acostarme, cantaba ante el espejo del baño con la boca llena de pasta de dientes: 

-Te queremos, Conrad, oh y tanto que sí. Te queremos, Conrad, y siempre te seremos fieles.

Cantaba con todo mi corazón de ocho, nueve y diez años. Pero no le cantaba a Conrad Birdie. Cantaba para mi Conrad. Conrad Beck Fisher, el protagonista de mis sueños preadolescentes. 

Solo he amado a dos chicos, y ambos llevan el apellido Fisher. Conrad fue el primero y lo amé como solo se puede amar la primera vez. Es el tipo de amor que no sabe lo que le conviene y tampoco quiere saberlo. Es vertiginoso e insensato y apasionado. El tipo de amor que solo ocurre una vez.

Y luego estaba Jeremiah. Cuando miraba a Jeremiah, veía el pasado, el presente y el futuro. No solo conocía a la chica que fui. Conocía a mi yo de ahora y me quería igualmente.

Mis dos grandes amores.

Extracto de Siempre nos quedará el verano, de Jenny Han.

Siempre nos quedará el verano portada

Siempre nos quedará el verano, de Jenny Han, es publicada por el sello Destino.

6 libros con portadas románticas que no te puedes perder

Aunque existe un dicho que dice: nunca juzgues a un libro por su portada, hoy vamos a hacerlo.

Y es que, aunque sea imposible resumir la esencia de un libro en un espacio tan reducido y sin palabras, algo tienen las portadas (como los géneros cinematográficos) que en muchas ocasiones nos sirven de guía para saber si tal o cual libro es del tipo que nos gusta.

Por eso, hoy te compartimos 6 libros con portadas románticas que no te puedes perder.

1. Tú, simplemente tú; de Federico Moccia.

Tu simplemente tu portada

SINOPSIS: Ese instante de felicidad continúa… ¿Encontrará Nicco a María? ¡Por fin, una novela de Moccia ambientada en España! María desaparece al final de Ese instante de felicidad, dejando a Nicco con el corazón roto. Se ha dejado la piedra en forma de corazón que él le regaló… Triste, solo y abatido, Nicco decide que no es momento de perder la esperanza y que tiene que ir en busca de sus sueños, así que convence a Gio para que le acompañe a España, en busca de María. Juntos, recorrerán el país en busca de aquella que le ha cambiado para siempre. ¿Podrá Nicco encontrar a la chica de sus sueños? ¿En qué ciudad estará? No te pierdas el desenlace de la historia de Nicco y María y descubre qué ciudad española sellará el amor de nuestros protagonistas.

2. Melocotón loco, de Megan Maxwell.

melocoton loco portada

SINOPSIS: Ana y Nekane regentan un estudio de fotografía en el casco antiguo de Madrid. Un día se declara un incendio en su edificio y, aunque están acostumbradas a trabajar con modelos de lo más glamurosos, no pueden dejar de sorprenderse ante aquellos valerosos «machomanes» vestidos de azul que no se preocupan porque su pelo se encrespe ni sus manos se ensucien. Cuando el objetivo de la cámara de Ana se centra en Rodrigo, su corazón le indica que ya nada volverá a ser igual. Él se da cuenta de la forma embobada en que lo está mirando y, a pesar de que no le gusta, inician una extraña amistad. Todo se complica cuando Ana descubre que está embarazada y Nekane la anima a que cumpla su fantasía sexual con el bombero antes de que la barriga, las estrías y los vómitos matinales se manifiesten y lo espanten. Pero una mentira de Ana a sus padres ocasionará un sinfín de enredos y situaciones alucinantes que a Rodrigo lo dejarán sin habla.

3. No hay verano sin ti, de Jenny Han.

No hay verano sin ti portada

SINOPSIS: Año tras año, Belly espera con impaciencia la llegada de las vacaciones para reencontrarse con Conrad y Jeremiah en la casa de la playa. Pero este verano no podrá ir. No después de que la madre de los chicos volviera a enfermar y de que Conrad cambiara. Todo lo que el verano significaba se ha esfumado y Belly está deseando que acabe. Hasta que recibe una llamada inesperada que la convence de que aún podría volver a ser como antes. Y eso solo puede ocurrir en un lugar…

4. Me hago bolas con el amor, de Bárbara Alpuente.

Me hago bolas con el amor portada

SINOPSIS: A las mujeres nos han enseñado (y por supuesto que también a los hombres) que una de las misiones en la vida es encontrar una pareja de la cual enamorarse, para después casarse, tener hijos, envejecer y morir, feliz o infeliz, pero eso sí, con la encomienda cumplida. Lo que nunca nos enseñan es cómo encontrarnos con nosotras, cómo perseguir nuestros objetivos ni cómo explorar nuevos caminos, sobre todo cuando las cosas no han resultado como planeábamos. Me hago bolas con el amor no es un discurso a la soledad, sino a la libertad, sea lo que esto signifique, porque quizá es momento de comenzar a pensar que, para ser una mujer completa, sólo necesitamos dejar de sentir que somos una mujer a medias.

5. Nadie como tú, de J. A. Redmerski.

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SINOPSIS: Camryn tiene veinte años. Ahora que ha acabado sus estudios, está a punto de entrar en una nueva etapa. Le espera un trabajo, la ciudad y compartir piso con su mejor amiga Natalie. A veces duda de que esto sea lo que realmente quiere hacer, a ella le gustaría vivir una aventura, embarcarse en algo diferente, sobre todo tras la trágica muerte de Ian, su gran amor. Pero todo cambia justo antes de su primer lunes de mujer adulta. La vida se le pone del revés. Natalie ya no es su amiga, ya no tiene donde vivir, tendrá que volver a ser dependiente de su madre… Todo esto no es lo que había imaginado, así que toma una drástica decisión: irse. A la mañana siguiente toma un bus y allí conocerá a un misterioso chico, Andrew, con el que poco a poco irá congeniando. ¿Será él su media naranja?

6. ¡Buenos días, princesa!, de Blue Jeans.

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SINOPSIS: Hace dos años se conocieron cuando más se necesitaban y formaron El Club de los Incomprendidos. Sin embargo, algo ha cambiado y ahora ya no saben si pueden contar los unos con los otros. Valeria no sabe si al dejarse llevar por lo que siente puede traicionar a su mejor amiga, Bruno escribe cartas de amor que no dan resultado, María es el patito feo que busca su sitio, Elísabet no está acostumbrada a que le digan que no, Raúl no quiere equivocarse esta vez, y a Ester le gustaría gritar su amor a los cuatro vientos. Amores desbordantes, dudas existenciales, secretos inconfesables y mucha, mucha diversión.

¿Qué te parecieron? ¿Recuerdas otros libros con portadas tan románticas como éstas?

‘No hay verano sin ti’, la continuación de una gran historia de amor

Antes, cuando terminaban las clases en junio, metíamos las maletas en el coche y nos dirigíamos directamente a Cousins. Mi madre iba a la tienda el día anterior y compraba botellas de jugo y cajas de tamaño económico de barritas energéticas, protector solar y cereales integrales. Cuando le rogaba que comprara cereal con malvaviscos o maíz endulzado, mi madre decía:

-Beck tendrá cereales de los que te pudren los dientes de sobra, no te preocupes.

Tenía razón, claro. A Susannah -Beck para mi madre- le encantaban los cereales para niños, igual que a mí. Los devorábamos en la casa de verano. Nunca llegaban a ponerse blandos. Hubo un verano en el que los chicos comieron cereales para el desayuno, el almuerzo y la cena. Mi hermano, Steven, era de cereal azucarado, Jeremiah era de cereal crujiente y Conrad, de cereal inflado. Jeremiah y Conrad eran los hijos de Beck y disfrutaban de sus cereales. En cuanto a mí, yo me comía lo que quedara mientras tuviera azúcar.

Había estado yendo a Cousins toda mi vida. Casi diecisiete años jugando a perseguir a los chicos, esperando y deseando ser algún día lo bastante mayor como para formar parte de su pandilla. La banda veraniega de los muchachos. Por fin lo había conseguido, pero ya era demasiado tarde. En la piscina, la última noche del último verano, dijimos que siempre volveríamos. Da miedo pensar con qué facilidad se rompen las promesas. De forma tan simple.

Cuando llegué a casa el verano anterior, esperé. Agosto se convirtió en septiembre, empezaron las clases y yo seguía esperando. No es que Conrad ni yo nos hubiéramos declarado. No es que fuera mi novio. Sólo nos habíamos besado. Empezaba la universidad, donde habría un millar de chicas distintas. Chicas sin toques de queda, chicas en su dormitorio, todas más inteligentes y guapas que yo, todas misteriosas y completamente nuevas, de una forma que yo nunca podría llegar a ser.

Pensaba en él constantemente, en lo que había significado, en lo que éramos el uno para el otro. Porque no podíamos echarnos atrás. Sabía que yo no podría. Lo que había ocurrido entre nosotros, entre Conrad y yo, entre Jeremiah y yo, lo había cambiado todo. Así que cuando llegó agosto y después septiembre y el teléfono seguía sin sonar, solo tenía que pensar en cómo me había mirado esa última noche para comprender que aún había esperanza. Sabía que no me lo había imaginado. No podía haberlo hecho.

Extracto de No hay verano sin ti, la continuación de El verano en que me enamoré, escrita por Jenny Han.

No hay verano sin ti portada

No hay verano sin ti, de Jenny Han, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Destino.

8 libros para leer en el transporte público

Hoy en día, pasamos tanto tiempo en el transporte público que es necesario buscar una forma de aprovecharlo.

Una de las actividades más eficientes y entretenidas que podemos realizar mientras viajamos en camión, microbús, metro o combi es, sin duda, leer.

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Sin embargo, no todos los libros se prestan para ser leídos en estos recorridos. Es poco práctico leer un libro demasiado grande y pesado mientras estamos sentados o parados en el metro. Muchas veces debemos hacer malabares y leer con una sola mano, así que imagínense lo difícil que sería cargar un volumen de 600 páginas.

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Entonces, ¿cómo son los libros ideales para ser leídos en el transporte público? Sin duda, aquellos que tienen alrededor de 250 o 300 páginas y que son ligeros y pequeños, pues así podemos guardarlos en nuestra bolsa o mochila sin ninguna dificultad. El tema del libro no es relevante, pues cuando leemos nos transportamos a otro mundo y esos mundos los elige cada quién.

Por eso, aquí te presentamos una selección de 8 libros que, por su forma y tamaño, podrías leer mientras viajas en transporte público.

1. El verano en que me enamoré, de Jenny Han (Editorial Destino, 266 páginas).

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SINOPSIS: Para Belly, todos los acontecimientos importantes y mágicos suceden en verano. Durante el invierno espera con impaciencia a que llegue el momento de volver a la casa de la playa con su madre, la mejor amiga de ésta, Susannah, y sus hijos, Jeremiah y Conrad. Desde que pasan las vacaciones juntos, los hijos han sido muy importantes para ella, pero apenas se dan cuenta de lo mucho que la pequeña Belly se fija en ellos. Cada año, ella desea que eso cambie y, por fin, esta será la ocasión en que se volverá guapa y se enamorará. Aunque también será el verano en que sus vidas cambiarán para siempre.

2. El misterio de la orquídea calavera, de Élmer Mendoza (Tusquets Editores, 287 páginas).

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SINOPSIS: Con apenas 18 años, El Capi debe idear un plan para reunir cuatro millones de dólares en tres días luego de recibir una llamada amenazante: han secuestrado a su padre. Es el momento de demostrar a los demás y a sí mismo que no es un adolescente inútil. Al emprender su viaje a Xilitla para probar suerte como negociador, halla El misterio de la orquídea Calavera en el librero de un hotel. En sus páginas descubre la fascinante historia de Edward James y de cómo fundó Las Pozas, un parque surrealista en la selva mexicana. El Capi vivirá el goce de leer cuando la ficción cobra vida con una enigmática orquídea que se hace presente en su viaje y terminará por entender que resolver problemas reales tiene sus propias complicaciones.

3. Breve historia de mi vida, de Stephen Hawking (Editorial Crítica, 148 páginas).

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SINOPSIS: La mente maravillosa de Stephen Hawking ha deslumbrado al mundo entero revelando los misterios del universo. Ahora, por primera vez, el cosmólogo más brillante de nuestra era explora, con una mirada reveladora, su propia vida y evolución intelectual. Breve historia de mi vida cuenta el sorprendente viaje de Stephen Hawking desde su niñez en el Londres de la posguerra a sus años de fama internacional. Espléndidamente ilustrada con fotografías poco conocidas, esta autobiografía concisa, ingeniosa y sincera presenta a un Hawking raramente vislumbrado en sus libros anteriores: el alumno inquisitivo cuyos compañeros de clase apodaron -Einstein-; el bromista que una vez hizo una apuesta con un colega sobre los agujeros negros o el joven padre de familia que se esforzó por hacerse un sitio en el mundo académico.

4. Horal / La señal, de Jaime Sabines (Joaquín Mortiz, 131 páginas).

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SINOPSIS: La Biblioteca Jaime Sabines pone al alcance de los lectores la obra completa, en cuatro volúmenes, de uno de los más admirados poetas contemporáneos de México. En esta edición, revisada y contrastada con los documentos originales del poeta, se reúnen Horal (1950) y La señal (1951), los dos primeros libros de Jaime Sabines, que revitalizaron la poesía mexicana de manera determinante e irreversible.

5. El estigma del alacrán, de Nancy Farmer (Planeta, 340 páginas).

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SINOPSIS (Sabemos que en este libro nos excedimos con el número de páginas, pero a nuestra defensa les aseguramos que el papel de esta edición es muy liviano y el libro sumamente entretenido): En un futuro cercano, México deja de existir formalmente y estados unidos es solo la sombra de lo que fue. En la frontera que los dividía, Mateo Alacrán, conocido en todo el mundo como -El Patrón-, funda un reino privado dedicado a la producción de opio mediante la explotación de migrantes, poniendo la más alta tecnología al servicio de la barbarie. En el centro de este siniestro mundo está Matt, un niño que es despreciado por casi todos los habitantes del reino alacrán. Lo miran y tratan como si fuera un monstruo, pero el patrón –quien tiene ya 140 años de edad– se muestra muy benévolo con el pequeño. Matt no entiende por qué por una parte recibe odio y por otra, cariño, pero llegada la adolescencia, descubrirá un terrible secreto que explica todo: el patrón y él comparten el mismo ADN. Las consecuencias de este hallazgo representan un gran peligro para Matt, quien solo tiene una opción: escapar de las tenazas de Los Alacrán, aunque el estigma que carga lo acompañará a donde vaya. El estigma del alacrán es un poderoso relato sobre la amistad, el bien y el mal, el sentido de la vida y la fuerza de voluntad para reponerse ante las adversidades del destino.

6. Señorita Vodka, de Susana Iglesias (Tusquets, 212 páginas).

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SINOPSIS: A medio camino de los ángeles y la ciudad de México, entre los bares de Hollywood boulevard y los prostíbulos de eje central, alimentada por el vodka, la ruleta rusa y los recuerdos, transcurre la vida de señorita vodka, teibolera casi por elección. Estas dos ciudades, reflejo convulso una de otra, son testigos de sus andanzas, de su escritura y de sus encuentros con cinco hombres: judas, mudo interlocutor de largas misivas llenas de añoranza y resentimiento; Mike, su amor Californiano, lejano y protector; Dave, proxeneta descontrolado y violento; w, relegado a tan sólo una letra, repositorio de su amor y su confianza, pero también de sus odios más profundos; y García, el policía que le abre la puerta de lo que ella considera su única salida. A través de cartas y evocaciones que van de la melancolía a la indiferencia, esta historia se tiende sobre las relaciones humanas y las expone con una insolente cercanía.

7. Los que habitan el abismo, de Diego Petersen (Planeta, 222 páginas).

los que habitan el abismo

SINOPSIS: Manuel reza, subdirector del periódico el matutino, tiene en las manos la primicia de una nota escandalosa que puede dar para un rato de notoriedad frente a la competencia: durante una investigación por fraude a una aseguradora se descubre que el ataúd de camelia padilla, viuda de Lacroix, sólo contiene piedras, palos y una chamarra (propiedad de su hijo Mike, amigo de Manuel). Ayudado por Beto Zaragoza, uno de los reporteros de policía más memorables de la novela negra contemporánea, y con los certeros contrapuntos de Eduardo, psicoanalista marginal y agudo crítico de los medios, Manuel perseguirá la verdad sobre la viuda. Entre los incontables secretos que esconde a plena luz la vida cotidiana, se topará con una red de complicidades entre autoridades policiacas y militares con el narcotráfico, sin percatarse de que el pasado es un perseguidor implacable y que siempre encuentra la forma de cobrar sus cuentas.

8. El pequeño ladrón de sombras, de Marc Levy (Booket, 249 páginas).

el pequeño ladrón de sombras

SINOPSIS: Marc Levy recupera la magia de sus primeros libros con una novela original, divertida y sorprendente sobre la vida de un hombre que tiene un don muy especial. A través de sus sueños de niño, sus heridas, sus encuentros y sus decisiones iremos descubriendo que lo que una vez soñamos jamás nos abandona. Una novela para volver a despertar nuestra infancia y nuestra imaginación, para los adultos que siguen siendo un poco niños, y para todos los demás.

¿Qué te pareció nuestra lista? ¿Le agregarías algún título?

El verano en que me enamoré

Llevábamos conduciendo como unos siete mil años, o al menos eso parecía. Mi hermano Steven conducía incluso más despacio que la abuela. Yo estaba sentada en el asiento del copiloto con los pies en el tablero de mandos. Mientras tanto, mi madre permanecía inconsciente en el asiento trasero. Incluso dormida, parecía estar en guardia, como si se fuera a despertar en cualquier momento y ponerse a dirigir el tráfico.

– Más de prisa -le repetí a Steven mientras le daba un toque en el hombro-. Adelanta al niño en bicicleta.

Steven se encogió del hombros.

– No toques nunca al conductor. Y aparta tus sucios pies de mi tablero -dijo.

Sacudí un poco los pies. A mí me parecían bastante limpios-

– El tablero no es tuyo. Por si no lo sabes, pronto será mi coche.

– Si tramitas tu licencia algún día. A la gente como tú no se le debería permitir conducir -se burló.

– Eh, mira -dije señalando la ventanilla-. ¡Ese sujeto en la silla de ruedas acaba de rebasarnos!

Steven me ignoraba, así que empecé a juguetear con la radio. Una de mis partes favoritas de ir a la playa eran las emisoras de radio. Las conocía tan bien como las de casa y escuchar la Q94 me hacía sentir que había llegado de verdad, que realmente estaba en la playa. Encontré la emisora que más me gustaba, la única que ponía de todo, desde música pop, pasando por los clásicos, hasta hip-hop. Tom Petty cantaba Free Fallin’ y yo entonaba a coro: «She’s a good girl, crazy ‘bout Elvis. Loves horses and her boyfriend too».

Steven alargó el brazo para cambiar de emisora y yo se lo aparté de un manotazo.

– Belly, tu voz hace que tenga ganas de hundir el coche en el océano -dijo Steven finjiendo dar un volantazo a la derecha.

Me puse a cantar aún más alto, despertando a mi madre, y ella también empezó a cantar. Las dos teníamos una voz terrible y Steven negó con la cabeza al estilo «Steven el indignado». No soportaba que lo superáramos en número. Eso era lo que más le molestaba del divorcio de nuestros padres, ser el único hombre y no tener papá para ponerse de su lado.

Cruzamos la ciudad despacio y, aunque acababa de burlarme de Steven justamente por eso, en realidad no me importaba. Me encantaba ese viaje, ese momento. Ver la ciudad de nuevo, la Barraca del Cangrejo de Jimmy, el Putt Putt y todas las tiendas de surf. Era como volver a casa después de estar lejos mucho, mucho tiempo. Aquel momento encerraba un millón de promesas de lo que podía llegar a ser ese verano.

Extracto de El verano en que me enamoré, de Jenny Han.

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El verano en que me enamoré, de Jenny Han, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Destino.