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‘¡Quemen Barcelona!’ de Guillem Martí

Ciudad de México, septiembre de 1946

El sol pega de lo lindo en el D.F. No es que a él eso lo haya cogido por sorpresa. Hace un par de años, cuando llegó a México, lo hizo con la cabeza llena de imágenes flamígeras. De hombres echándose sofocantes siestas cobijados bajo enormes sombreros de colorines; de pueblecitos polvorientos y requemados por un viento asfixiante y de desiertos de piedras afiladas y cactus a punto de arde en llamas. Luego resultó que en la capital charra, el tiempo era más templado de lo que parecía en las películas. Pero este verano del 46 ha salido especialmente riguroso. Nota el sudor formándose en la frontera entre el pelo y la piel goteando lentamente por la nuca, hasta empaparle el cuello de la camisa blanca, recién planchada.

Pero no es el sol el que lo hace sudar como un pecador en un confesionario. Es la angustia.

Ignorando el calor, camina a buen paso hasta llegar a una avenida el triple de ancha que su añorado paseo de Pi i Margall y se detiene, incómodo. Nunca conseguirá acostumbrarse a aquellas vías tan extensas. Ríos formados por corrientes de coches embravecidos, donde a los peatones no les queda otra que encomendarse a aquellas lucecitas rojas y verdes que regulan el flujo del tráfico inhumano. A pesar de su recelo, cuando el semáforo madura, el chorro de automóviles se detiene igual que  lo haría un niño a indicación de un maestro severo, cediéndole el paso con mansedumbre.

Cruza sin dilación. Por nada del mundo quiere saber cómo sería encontrarse en mitad de la calzada cuando la luz cambie de color. Las ciudades deberían ser lugares para vivir, reflexiona una vez más. Y en la capital de México, él, de momento, sólo está consiguiendo sobrevivir.

Y gracias.

Aunque no debería quejarse. Tal y como le ha ido en la vida, sobrevivir ya es mucho.

Llega al otro lado de una pieza, mientras siente la riada de metal y caucho retomando la marcha a su espalda. No le ha sobrado tiempo. Ignora los coches que pasan por su lado y sigue, resuelto, por la acera. Pronto vislumbra la gran explanada salpicada de marquesinas, cada una identificada con un número, que se abre escasamente a un centenar de metros a su izquierda. Atracados en muchos de aquellos muelles distingue coches de línea de colores y compañías diferentes, de los que suben y bajan pasajeros en tránsito. Y, más allá, los surtidores de carburante alineados bajo un porche de cemento pintado de amarillo, frente a la terminal. Éste es un edificio enorme, con tejado a dos aguas, de paredes encaladas y con la palabra MEXOLUB rotulada en elegantes caracteres de color rojo que recuerdan a los conductores cuál es el mejor lubricante para el motor de su vehículo.

Extracto de ‘¡Quemen Barcelona!’ de Guillem Martí

BARCELONA

SINOPSIS Esta es la historia olvidada de un héroe que salvó Barcelona.  A días antes de la entrada del ejército rebelde en Barcelona, llega la orden del Komintern de arrasar la ciudad y será Miquel Serra i Pámies, miembro del PSUC y conseller de la Generalitat, el encargado de llevar a cabo esta orden de tierra quemada. Pero Miquel se jugará la vida y el amor para boicotear estos planes.

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Guillem Martí

Historia basada en hechos reales, a partir de que durante la Guerra Civil española se ordena hacer tierra rasa de la ciudad de Barcelona ante la inminente llegada de las tropas franquistas.

‘La isla del padre’ de Fernando Marías

Los recuerdos son como los libros. Solo importan los que permanecen.

Este relato comenzó a escribirse el 16 de febrero de 2009, aunque estuviera yo entonces lejos de poder llegar a imaginarlo.

El móvil vibró a muy primera hora de la mañana y mostró en la pantalla iluminada el nombre de Ana, mi hermana. Era, con toda probabilidad, alguna urgencia relacionada con la salud de nuestros ancianos padres, en Bilbao.

El abismo largamente esperado.

Y así fue. Al amanecer de ese día de febrero de 2009 mi padre, que tenía ochenta y nueve años, sufrió un serio asalto de la muerte.

Había sobrevivido a otros tres antes, a lo largo de las décadas, y eso sin contar el azar asombroso que salvó su vida durante la guerra civil: una complicada operación de estómago en su juventud, un destino de náufrago en alta mar que pudo haber sido trágico durante su madurez y una grave caída cuando ya era anciano. Los tres superados sin pagar más precio que el estremecimiento ante un final súbito, de diferente envergadura en cada caso, y las respectivas convalecencias razonablemente llevaderas, aunque me pregunto hoy si no podrían estar muy calculados por parte de la muerte esos cortejos, ser en realidad premuertes lanzadas en avanzadilla con objeto de sondear las flaquezas de la presa futura, prospecciones de algún siniestro protocolo destinadas a calibrar los puntos débiles de cada carne, cada osamento o cada cerebro.

Aquella mañana mi madre, a pesar de su sordera, oyó desde la cama un ruido anómalo que la impulsó como un resorte hacia el pasillo. Más tarde razonaría que no había oído nada, que al ser sorda no puedo en realidad haber oído nada. Sin embargo, en el acto supo por instinto que ocurría algo muy grave, y sostiene todavía hoy que su mente inventó el ruido para despertarla y permitirle acudir en auxilio de su compañero. Si ella no hubiese reaccionado así mi padre habría muerto ese día, llevándose, entre tantas otras cosas más importantes, el motor de este libro.

Yacía en el pasillo sobre un vómito de sangre, y ella contó luego, con sobrecogedora claridad, que al verlo caído sobre la alfombra supo que su larga y buena vida de pareja terminaba ahí, justo ahí, justo en ese instante, para ceder paso al recto camino hacia el fin. Fue exacto: diagnóstico de cáncer, extirpación de estómago y bazo, pronóstico de pocos meses de vida que la fortaleza física de mi padre, o su secreta voluntad, alargó hasta cuatro años.

Sus genes, nos dijo el médico a mis hermanos y a mí, son como el mejor premio de la lotería.

Pero desde entonces cuido mi estómago como nunca antes, lo vigilo y lo mimo, temo por él más que por cualquier otro de mis órganos. Porque si mis rasgos, como compruebo cada día. Van pareciéndose cada vez más a los del rostro que tuvo mi padre, debo pensar también que mis células, hojas del mismo árbol o páginas del mismo cuaderno, podrían estar concebidas, desde antes incluso de que yo existiera, para desembocar en idéntico final.

Extracto de ‘La isla del padre’ de Fernando Marías

ISLA

SINOPSIS Padre e hijo embarcan un rumbo al paisaje de la infancia y sus carencias. Un libro que hace un homenaje a la literatura y al cine. Un libro que surge a la muerte de Leonardo Marías, dejando a Fernando en una narrativa de duelo y superación.

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Un homenaje a la literatura y el cine en el que despliega numerosas formas de narrar: desde una conversación con su padre muerto a la licencia de suspender el tiempo en una línea de tren, o la iluminación de instantes diminutos que nos configuran y se desvanecen.

‘El Manipulador’ de David Unger

Sí, disfrute su domingo. Con demasiado miedo como para ir al supermercado aún cuando el BMW tiene vidrio antibalas y sensores en el chasis. Estos días es prudente sospechar del jardinero, de los guardias, de la sirvienta y de hasta ahora leal chofer. Las cosas han degenerado con rapidez.

En Guatemala, hasta tu mierda te traiciona.

Guillermo se levanta con esfuerzos y camina hasta el lavaplatos. Abre la llave y bebe agua como un pez. No está purificada y sabe que podría enfermarse pero, de todos modos, a la larga, algo lo va a matar. Es sólo después del tercer trago que se percata de que el agua huele a vomito de perro y la escupe. Tampoco es necesario ayudar al verdugo.

Alcanza a tambalearse por la sala hasta su dormitorio y cae de bruces sobre la cama. Si pudiera lograr que encendiera alguno de los cilindros de su cerebro, podría disipar la neblina de su mente y quizá alcanzaría aunque fuera un poco de claridad. Al menos todavía tiene cierta esperanza de que eso suceda.

Podría hablarle a Maryam. Ella sabría qué hacer. Y después recuerda que está muerta y que ésa es la razón por la que ha perdido la voluntad de vivir.

Le estalla la cabeza. Necesita un garrafón de agua purificada y un puñado de ibuprofenos, pero está clavado al colchón. ¿Dónde quedó su ropa?

Dentro de la regadera, podría silbar alguna tonada alegre y ¿qué? ¿Hacerse una chaqueta como frecuentemente l sugiere Braulio? ¿Andar en bicicleta? ¿Tal vez correr al trabajo? ¿Qué trabajo? ¿Qué día?

La neblina se está disipando y su atolondrado cerebro empieza a armar estrategias.

Debería abandonar estas borracheras. Pero, ¿para quién? No para su esposa e hijos que lo dejaron para irse a México hace meses. De hecho, su exesposa e hijos, porque Rosa Esther se había convertido en su ex hacía 18 meses cuando él se rehusó a romper relaciones con esa <<mierdita árabe>>, como su esposa llamaba a Maryam. Ésa es historia antigua, de los días en que los dinosaurios vagaban por la tierra y él había estado perdidamente enamorado de ella; Maryam, el único y verdadero amor de su vida antes de que la obligaran a dejarlo, muy en contra de su voluntad.

¿Es esa la manera de llamarle a lo que había pasado? Alguien debería pagar por esta pérdida y alguien lo hará. Tal vez esté listo para hacer lo que Miguel Paredes quiere que haga, para prenderle fuego al mundo entero. ¿Qué caso tiene vivir así?

Extracto de ‘El Manipulador’ de David Unger

MANIPULADOR

SINOPSIS Guillermo Rosensweig es un abogado rico y carismático que es asesinado una apacible mañana. Pero él sabía que iba a morir y había grabado un video en el que culpaba de su inminente asesinato al presidente de Guatemala. La acusación se hace viral y pone en peligro la estabilidad del gobierno. Este thriller político basado en el caso Rosenberg, tiene luchas de poder, traiciones, corrupción, lealtades insobornables y todas las pasiones humanas. ¿Es realmente el presidente el autor intelectual del crimen?

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David Unger

El asesinato que puso en jaque a todo un país.
Extraordinario thriller político basado en el polémico caso Rosenberg.

‘El revés de las lágrimas’ de Cristina Loza

Hasta el viento quiso avisar y sopló encrespando las acacias, el susurro de los álamos se hizo silbido agudo, desesperado, y lo escucharon las torcazas, y los patos y chorlitos de la laguna, y las garzas, huyeron azorados, con el plumaje erizado de miedo, al sentir los caballos chapaleando en el agua y el sonido de los hocicos chorreantes al saciar la sed.

Tiburcio fue el primero en caer, degollado en el maizal.

Viento caliente, carajo, dijo Maidana, y en ese instante escuchó el silbido, cual de un pájaro sufriente, triste; se puso alerta, horadando la oscuridad, mirando la negrura hasta que se le secaron los ojos por la fijeza con que busca entre las sombras, obligándolo a pestañear para humedecerlos. No ve nada, pero su olfato los encuentra, ese olor a grasa rancia, a sudor acre, a cuerpo excitado; son indios, le susurra a su acompañante, que también se ha enderezado del montículo de tierra que lo protege, al lado del puente. ¿Escuchaste, mocoso?, pa que vayás aprendiendo, no los veo, pero ese olor a zorrino lo conozco, jue perra. El otro no contesta, y Maidana ahora trata de verle la cara, el muchacho está parado muy quieto. De pronto se le viene encima. ¿¡Qué!?, grita el viejo dando un paso atrás, el instinto lo guía mas la orden llega tarde a su cerebro, el acero se clava en la carne desprevenida y Maidana cae de rodillas, murmurando: traidor, cómo me confié. Dobla la cerviz, trata de ver y toca la boca abierta en su pecho, por donde se le escapa la vida. El muchacho salta como un gato de las pajas, toma el grueso pelo blanco tirando la cabeza del herido hacia atrás, y en un solo y preciso tajo lo degüella. Maidana cae acurrucado, cual si se abrazar a sí mismo de tanta violencia, y el sonido apagado del gotear de la sangre en la tierra seca rompe el silencio de la noche. El muchacho limpia el facón en los yuyos, lo guarda, y repitiendo el silbido baja el puente, que cruje y se despierta; los bultos reptantes en el campo se enderezan, los cascos apenas tocan el suelo para cruzar, el amanecer se insinúa en el cielo con amarillos y grises, ya se distinguen las sombras por su nombre. En ese instante de primera luz, Laureano, desde el mirador, pega el grito: ¡¡¡Indios!!!, un grito que es inmediatamente aplastado por el alarido de cincuenta gargantas, cincuenta manos golpeándose la boca, en un ¡¡¡Ya, yaa, yaa!!! infernal, que saca a todos los habitantes de la casa de su sueño pacífico, dibujando en el aire de la madrugada el camino de las pesadillas, la puerta del infierno. Conrado y Damiana se han puesto cualquier prenda sobre el cuerpo y en el corredor se encuentran con don Santiago, Nazarena y Althea, las dos mujeres demudadas, el semblante desencajado por el terror. Los alaridos penetran por el techo, por las hendijas de las ventanas, se escuchan ya los primeros disparos de Laureano y sus hombres. En la sala, la pesada tranca que atraviesa la puerta resiste los mebates de los invasores, que enardecidos de rabia, van tirando haces de paja sobre el techo, y sus aterrados moradores caen en la cuenta de lo que están haciendo cuando el humo espeso y blanco se cuela por las hendijas, y el fuego prende rápidamente en las ventanas de madera. Nazarena corre y regresa con trapos mojados, golpea frenética las primeras lenguas ávidas, golosas, que se meten por las fisuras, don Santiago empuña un révolver que su yerno le diera, pero el agua está lejos y todo es inútil, arden las cortinas, los sillones, entra la humareda se escuchan las toses, los ahogos y quejidos, y es Conrado el que define la situación, gritando: ¡Hay que salir de aquí o nos quemamos vivos!

Extracto de ‘El revés de las lágrimas’ de Cristina Loza

LAGRIMAS

SINOPSIS Damiana es una joven bella mimada por sus padres y su niñera, la mulata Nazarena. Está enamorada de Conrado, el amor de sus sueños y con quien se casará. Después de celebrar la boda, los recién casados parten a su nuevo hogar. Pero, inesperadamente, un grupo de asaltantes irrumpe en la hacienda sembrando muerte y destrucción; Damiana, muda, queda cautivada en el horror pero debe volver a construir un nuevo destino a partir del dolor.

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Es una novela histórica y romántica excepcional, con un vivaz entretejido de personajes reales y ficticios.

‘Nosotros’ de David Nicholls

A. C. Y D. C.

Para que tanto la pregunta como la respuesta tengan sentido, puede que sea necesario algo de contexto. Instintivamente, siento que mi vida se puede dividir en dos pares: antes de Connie y después de Connie. Y, antes de que relate detalladamente lo que sucedió ese verano, puede que resulte útil contar cómo nos conocimos. Al fin y al cabo, ésta es una historia de amor. Y, ciertamente, en ella encontraremos amor.

La otra palabra que empieza con s

Solitario es una palabra problemática y no hay que utilizarla a la ligera. Incomoda a la gente, pues la relacionan con adjetivos más duros como triste o extraño. Siempre he caído bien, creo. Soy alguien apreciado y respetado, pero tener pocos enemigos no es lo mismo que tener muchos amigos, y resulta innegable que, por aquel entonces, aunque no era alguien exactamente <<solitario>>, sí estaba más solo de lo que había esperado estar.

Para la mayoría de las personas, los veintitantos suponen el punto álgido de su sociabilidad. Es el momento en que se embarcan en sus primeras aventuras en el mundo real, encuentran una carrera, llevan vidas sociales activas y apasionantes, se enamoran, coquetean con el sexo y las drogas. Yo era consciente de que esto sucedía a mí alrededor. Oía cosas de los clubes y las inauguraciones de galerías, de conciertos y manifestaciones; veía las resacas, la misma ropa en el trabajo en días consecutivos, los besos en el metro y las lágrimas en la cafetería, pero tenía la sensación de estar observándolo todo a través de un vidrio templado. En concreto, pienso en el final de la década de los ochenta, una época que, a pesar de sus dificultades y convulsiones, pareció ser emocionante. Vimos caer muros –literal y figuradamente- y los rostros políticos comenzaron a cambiar. No lo llamaría ni una revolución ni un nuevo amanecer (había guerras en Europa y en Oriente Medio, además de disturbios y una gran agitación económica), pero al menos flotaba en el ambiente una sensación de cambio. Como si cualquier cosa fuera posible. Recuerdo leer, en los suplementos dominicales, una gran cantidad de artículos sobre el Segundo Verano del Amor. Si para el primero yo era demasiado pequeño, durante el segundo estaba terminando mi doctorado (sobre interacciones proteína-ARN y el plegamiento de proteínas durante la traducción). <<El único ácido en esta casa –solía decir en el laboratorio- es el ácido desoxirribonucleico.>> Fue una broma que nunca obtuvo el reconocimiento que se merecía.

Aun así, parecía claro que a finales de los ochenta estaba sucediendo cosas, si bien en otra parte y a otras personas, y yo me preguntaba si en mi vida también habría algún cambio y cómo podría conseguirlo.

Extracto de ‘Nosotros’ de David Nicholls

NOSOTROS

SINOPSIS ¿Cómo afectan al amor la rutina y el paso del tiempo? ¿Se pueden olvidar los errores del pasado? ¿Es siempre posible expresar lo que realmente sentimos? ¿Por qué tendemos a herir a quienes más amamos? ‘Nosotros’ es una novela sincera que habla sobre aquello que nos preocupa a todos.

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Una novela fuera de serie.

‘Las hermanas Woolf’ de Susan Sellers

Es Stella quien nos despierta. La luz de su vela proyecta fantasmagóricas sombras sobre la pared. Sé de inmediato que se trata de algo serio. Me siento en la cama mientras me echo la bata sobre los hombros y deslizo los pies en los zapatos. Tú te envuelves en un chal; tiemblas de frío.  Cuando estamos preparadas, seguimos a Stella a la habitación de madre. En la entrada nos damos la mano. Padre está en una silla al lado de la cama con la cabeza enterrada entre las palmas de las manos. El doctor Seton está de pie junto a la ventana hablando con George y Gerald. Dos enfermas ahuecan las almohadas de su madre. Se produce un silencio cuando entramos en la habitación. Nos quedamos cerca de Stella, que pone los brazos alrededor de nuestros hombros. George se acerca a nosotras y nos dice que debemos besar a madre de uno en uno. Le tiende la mano a Adrian y lo lleva hasta madre. Veo a Adrian inclinarse para besarla en la mejilla aferrándose a los dedos de George. Cuando te guía a ti hasta la cama, madre abre los ojos. Ella te observa serenamente durante un momento. Después cierra de nuevo los ojos.

Ahora me toca a mí. Me agacho para besar la frente de madre y percibo el espantoso esfuerzo de su respiración. Necesito que me hable. Necesito que me explique qué está pasando. Necesito que me diga que me quiere. Mantiene los ojos fiememente cerrados. Noto la mano de George en el brazo y le permito que me laeje de la cama.

Me siento con la mirada clavada en el suelo. No puedo soportar dirigirla hacia la cama. Alcanzo a oír los pájaros cantando al otro lado de la ventana. Enfrente de mí está el tocador de madre; observo su jotero, sus fotografías, su cuaderno y su pluma. El espejo está ladeado y en él puedo ver el reflejo de madre. Su rostro es casi traslúcido en la penumbra. La estudio como si fuera un cuadro, absorbiendo la palidez de su piel, la forma en que su cabello se separa sobre su frente. Intento decidir cómo la dibujaría. Hay oscuras sombras sobre las cuencas de sus ojos y el arco de su labio superior es tan pronunciado que el inferior prácticamente desaparece bajo él.

Me doy cuenta de que la habitación se ilumina. Aún mirando hacia el espejo, observo al doctor Seton levantar la muñeca de madre y tomarle el pulso. Él asiente y deposita de nuevo el brazo junto al cuerpo. Padre emite un terrible y furioso aullido.

Huyo de la habitación.

Nos acurrucamos en el salón, inseguros de cómo proceder. somo como figuras de las que toda forma, color, vida se ha evaporado. las cortinas están echadas sobre la fría luz primaveral. George está sentado al lado de la chimenea llorando. Gerald se mira las manos, incapaz de articular palabra.  Sobre nosotros, oímos los salvajes sollozos de padre. Stella entra en la habitación; lleva una jarra de leche tibia y una botella de brandy. Tú tienes la mirada perdida en el fuego, tus ojos están vacíos. Lo que ha sucedido escapa a tu entendimiento.

Extracto de ‘Las hermanas Woolf’ de Susan Sellers

WOOLF

SINOPSIS Las hermanas Virginia Woolf y Vanessa Woolf fueron dos mujeres que marcaron toda una generación. Dos hermanas inseparables, amigas íntimas y eternas rivales. Dos mujeres fuertes e independientes que lucharon para vivir según sus ideales. Narrada desde el punto de vista de Vanessa, este libro nos muestra una época apasionante y una nueva interpretación de el suicidio de Virginia Woolf.

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Susan Sellers

Un relato sensacional, documentado y genuino, que nos muestra una época apasionante y presenta una nueva interpretación de uno de los acontecimientos más emblemáticos de la historia de la literatura del siglo xx: el suicidio de Virginia Woolf.

‘Los libros que leímos juntos de Alice Ozma’

Empezó en un tren. De eso estoy segura. El maratón de lectura de 3,218 noches al que mi padre y yo llamamos La Promesa empezó en un tren a Boston, cuando yo iba en tercer año de primaria. Leíamos El hombre de hojalata de L. Frank Baum, el libro número doce de la adorable serie de Oz, unas cuantas horas después de iniciar nuestro viaje. La mujer al otro lado del pasillo volteó hacia nosotros y preguntó por qué mi papá me leía en un tren. Simplemente le dijimos que era lo que siempre hacíamos; me había leído todas las noches desde que podía recordar, desde que leímos Pinocho cuando tenía cuatro años. Estar de vacaciones no era diferente. ¿Por qué no leer? ¿Por qué no leer siempre?

Pero su sorpresa nos hizo pensar: si de todos modos íbamos a leer en vacaciones, ¿qué tan difícil sería que la lectura de cada noche se convirtiera en una meta oficial? Sugería a mi padre que nos propusiéramos cien noches consecutivas de lectura, y él estuvo de acuerdo con el desafío. Así es como lo recuerdo.

Sin embargo, si le preguntas a él, como mucha gente ha hecho recientemente, pintara un cuadro completamente diferente.

-Lovie –me dice mientras soporto pacientemente su versión de la historia-, tienes gritas en la cabeza. ¿Quieres saber lo que pasó o solo vas a escribir cualquier cosa que llegue a tu mente?

Lovie, como estoy segura que podrás adivinar, no es mi verdadero nombre. Me llamo Alice, pero solo en parte. Mi nombre completo es Kristen Alice Ozma Bronzina, pero no me interesa Kristen. Alice y Ozma son nombres que mi padre tomó de la literatura, nombres que más tarde elegiría yo mismo. Es una decisión que requirió mucho tiempo, pero estoy muy contenta de haberla tomado. Siempre sentí que esos eran mis nombres en realidad, como explicaré más adelante. Además, Lovie no es un apodo cariñoso, como podrías pensar. Como lo demás en el vocabulario de mi padre, es una referencia a algo; esta vez, es el sobrenombre que el señor Howell da a la señora Howell en La isla de Gilligan. Mi padre nunca me llama por mi nombre; Lovie es su alternativa más común. Pero cuando yo dejo caer una cosa, olvido algo o hago cualquiera de las tonterías que hacemos de manera regular, a <<Lovie>> le siguen expresiones como <<¡Boba!>>

-Entonces cuéntame tú –digo de pie en la puerta de entrada, mientras se prepara para salir a algún encargo.

-Bueno, ¿cuándo se fue mamá? –pregunta.

-Yo tenía diez años.

-Muy bien, así que empezó en 1997. La Promesa llevaba un año cuando ella se fue.

-¿Y qué estábamos leyendo?

-Bueno –dice pensativamente- tenía que ser un libro de Oz. En eso andábamos por aquél tiempo. Yo quería probar otras cosas, pero tú querías hacer lo mismo una y otra vez.

Hasta ahora estamos de acuerdo.

JUNTOS

SINOPSIS Cuando Alice tenía nueve años, ella y su padre prometieron leer juntos durante cien noches consecutivas, cuando llegaron a la meta, siguieron  con su rutina de lectura, a esto le llamaron La Promesa. Por más de 3000 días leyeron. Esta autobiografía no sólo habla de literatura, sino que narra también la relación con su padre entrelazando episodios cómicos que nos muestran cómo la literatura  une vidas.

‘Educación emocional en 20 lecciones de Efraín Bartolomé’

Los problemas que un psicoterapeuta atiende en su consulta diaria son originados, en un alto porcentaje, por algo que podríamos denominar genéricamente “quejas de amor”. El problema abarca los tres tiempos: el presente (“Ya no me ama”), el pasado (“Su infidelidad es la prueba de que no me amaba”) y el futuro (“¿Y si dejara de amarme?”). estas quejas producen todos los tipos de emoción perturbada: desde episodios de ansiedad severa, como la sufrida por tantas persona ante la posibilidad de ser rechazadas o abandonas, hasta brotes de depresión con intenciones suicidas precipitados por ruptura, por separación, por divorcio, por muerte… El terapeuta enfrentará también brotes de ira provocados por las sospechas de que la pareja “podría amar a alguien más”. Los niveles de agresión y violencia originados por los celos son abrumadores; para ilustrarse un poco basta echar una ojeada a la nota roja de los periódicos o releer Otelo. En resumen, las quejas de amor generar ansiedad, dolor, insomnio, odios, resentimientos, rencores, deseos de venganza, intentos de suicidio, suicidio, intentos de homicidio y asesinatos… Más los malestares que usted desee agregar como parte de su experiencia personal y que conoce bien porque los ha padecido en distintas etapas de su vida.

El pensamiento neurótico que subyace en estas emociones perturbadas puede resumirse en esta…

Idea enemiga (y por qué es irracional)

El ser humano adulto necesita el amor y la aprobación de todos, en todo lo que hace, para ser feliz.

¿Le suena familiar? No tengo la menor duda de que alguna vez ha escuchado palabras similares. Tampoco dudo de que las haya creído alguna vez. Quizá las crea ahora. Puedo especular que muchas veces ha actuado según esa premisa. ¿Habrá caído en el error de enseñar eso a sus hijos? Si es así, no se preocupe, no se angustie, no es catastrófico, no es el fin del mundo. Aún estamos a tiempo de sacar esa burrada de nuestra cabeza y de ayudar a que no anide tan fácilmente en la de nuestros hijos. Ayúdese y ayúdelos a darse cuenta de que tal creencia es estúpida.

Extracto de ‘Educación emocional en 20 lecciones de Efraín Bartolomé’

20

 

SINOPSIS Es «normal» que culpemos a los otros de nuestra desdicha, a exagerar, a condenar a los otros y a nosotros mismos, sobregeneraliza, es víctima del pensamiento dicotómico… Con este libro te alejarás de eso y encontrarás un beneficio emocional.

‘Vacunas, las necesarias de Miguel Jara’

Hay una crítica sana a las vacunas, aquella que pretende que lo que fue un gran descubrimiento continúe ofreciendo réditos a la salud pública. Si las vacunaciones tienen enemigos, seguro que los peores son quienes las utilizan como negocio o anteponen la ganancia a los criterios de salud de las personas, pues en una sociedad mercantilista éste es el primer motivo para la desconfianza.

En el asunto de las vacunaciones, estamos pasando del <<todas son buenas>> sin discusión a los matices. Unas son excelentes; otras, buenas; otras, malas, e incluso algunas son prescindibles. Pienso que el reto de nuestras sociedades modernas es la calidad. ¿De qué sirve la cantidad sin la calidad? Con los medicamentos y en particular con las vacunas, sucede algo parecido: las queremos de calidad, verdaderamente necesarias, efectivas y seguras. Sin embargo, se observa más interés por aplicar estos fármacos en cantidad que con calidad. Esto va en detrimento de las vacunaciones sanas.

Las vacunas se han idealizado. Son casi un mito de la medicina. Pero mito y totalitarismo van parejos. Al mitificar, se obvia la crítica. La crítica sana. Y lo que no cuestionamos se estanca. De modo que el progreso es imposible sin la crítica. Se critica para avanzar y la ciencia lleva a cabo un continuo cuestionamiento de lo que conocemos. En el sólido muro de las vacunaciones, hay muchas grietas que nadie se ha molestado en arreglar, porque casi nadie cuestiona e mito. Esas grietas pueden dañar mucho la resistencia del muro.

Y como casi nadie se ha cuestionado los fallos de las vacunas y las inmunizaciones, existe un campo abonado para quien meta el dedo en la llaga o en las grietas de este muro encuentre cosas de las que no podemos estar orgullosos. En la medida en que identifiquemos los errores, seremos capaces (o no) de sacar todo el partido a lo que nació como un tesoro.

Extracto de ‘Vacunas, las necesarias de Miguel Jara’

VACUNAS

 

SINOPSIS ¿Todas las vacunas son necesarias? ¿Son efectivas? ¿Son seguras? ¿Se nos oculta información de los laboratorios para que este negocio siga creciendo? Con este libro se abre un debate sobre la percepción de las vacunas.

‘El arte de no conformarse de Chris Guillebeau’

¿A qué le tememos tanto?

El miedo comienza con una preocupación vaga, con una vocecita en nuestra cabeza que nos dice que no somos lo suficientemente buenos, que no lograremos nada importante o significativo y que lo mejor es darnos por vencidos y dejar nuestras pretensiones de destacar. El mensaje implícito es: <<¿Quién te crees que eres?>>.

A menudo imaginamos que estas palabras provienen de otras personas, tal vez de alguien que nos hirió en el pasado o de una persona negativa aún presente en nuestras vidas. Estas voces no son del todo irrelevantes –las consecuencias de la negligencia y el abuso son reales- pero también es cierto que pudimos originarlas o exagerarlas por nuestras propias inseguridades. Como nuestros mayores desafíos sueñen provenir de nuestro interior, debemos confrontarlos primero. Cuando empezamos a prestar atención a nuestras inseguridades surgen tres temores específicos: el miedo al fracaso, el miedo al éxito y el miedo al cambio. El mayor de todos es el miedo al cambio; cuando damos un paso importante, sabemos que pase lo que pase, muy probablemente nuestra vida dejará de ser la misma. Para muchos dar ese paso nos produce temor.

En términos generales, evitamos los cambios hasta que el sufrimiento que implica hacerlos es menor que el sufrimiento de permanecer en nuestra situación actual. Esta es la razón por la que se permite a un empleado incompetente o incluso hostil permanecer en su empleo mucho más tiempo del que debería, porque los directivos se resisten a buscar a alguien más para reemplazar la manzana podrida. También es la razón por la que las personas aceptan toda clase de situaciones improductivas o francamente dañinas, desde empleos que socavan su energía sin ofrecer mucho a cambio, hasta relaciones disfuncionales. Para romper este ciclo, el sufrimiento que provoca el miedo a lo desconocido debe ser menor al sufrimiento que provoca la situación actual. Hay dos maneras de lograrlo:

-Incrementar el sufrimiento producido por la situación actual.

-Reducir el miedo a la situación deseada.

En ocasiones no tenemos la posibilidad de elegir entre estas opciones. Analicemos un ejemplo al que suelo llamar <<parteaguas>>.

Extracto de ‘El arte de no conformarse de Chris Guillebeau’

NO

SINOPSIS Este es un reto para vivir tu propia vida, corriendo el riesgo de tomar decisiones y definir las reglas de tu propio mundo. Derribar las barreras del miedo y reconocer tus habilidades. El legado empieza ahora.