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Cartografía de una infidelidad. El resplandor varonil de un amor, después de los 40 años

La Uruguaya, publicada en el sello Emecé  es una novela que replantea las nuevas formas de relacionarse entre ambos sexos. Su autor el argentino Pedro Mairal quien recibió el Premio Clarín,  refleja a través de su personaje, Lucas, un hombre de 44 años, escritor, casado y padre de un hijo, la monotonía en la que se ha convertido su matrimonio, donde ya no eran dos sino uno solo, convertidos en un monstruo bicéfalo. La falta de dinero, los reclamos, pleitos y la escasa intimidad con su mujer hicieron que cada vez más, Lucas, derrotado, ansiara un rincón privado sin saber lo que iba a encontrar.

El protagonista recuerda su historia cuando cruza el Río de la Plata para llegar a Uruguay y cobrar allí unos anticipos de sus obras; es así que conoce a Magalí Guerra Zavala de 28 años en un festival. La descripción de calles, restaurantes y bares así como la música que está presente a lo largo del libro, permiten que el lector viva de cerca esa relación que se torma llena de intrigas bajo la sombra de la infiderlidad.

La gran aceptación del público en América Latina por La uruguaya ha trascendido a Europa y próximamente será traducida al italiano, el francés y el holandés.

Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970). Guionista y escritor. Ganador del Premio Clarín en 1998 por su novela Una noche con Sabrina Love e incluido por el jurado de Bogotá39 entre los mejores escritores jóvenes latinoamericanos. Otros libros publicados: El año del desierto, Salvatierra; el volumen de cuentos Hoy temprano, y los libros de poesía Tigre como los pájaros, Consumidor final y Pornosonetos. @MairalPedro 

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Con pulso magistral, Pedro Mairal sostiene la intriga en cada una de sus páginas y demuestra, de modo irrefutable, que es uno de los grandes de la literatura argentina contemporánea.

La adicción a las drogas en el Tercer Reich

Sustancias como la metanfetamina tuvieron un enorme consumo entre los más altos dirigentes del nacionalsocialismo

Sobre el Estado nazi se había escrito todo o, al menos eso es lo que se pensaba; sin embargo, no es sino hasta hoy cuando se aborda de manera ampliamente documentada el insospechado consumo de llamada “droga del horror” o crystal meth que explica muchas de las decisiones que se tomaron durante el III Reich.

En High Hitler, publicado por editorial Crítica, su autor Norman Ohler sostiene que Adolfo Hitler era un adicto a la metanfetamina y a otros opiáceos fuertes, y que el régimen del terror que lideró actuó de manera hipócrita, ya que, aunque oficialmente prohibía el consumo de drogas, su uso fue una de las claves exitosas que permitió su encumbramiento.

Ohler se topó con los diarios del doctor Theodor Morell, el médico de cabecera de Hitler, y en ellos encontró el punto de partida de una investigación de años en los Archivos Federales de Alemania para descifrar cómo se reflejó en el Paciente A, la identificación que ocultaba al Führer, y en sus decisiones el consumo habitual del pervitin, la forma más pura de la hoy proscrita metanfetamina, y la cocaína.

“Su medicamento habitual para mitigar los dolores aparecidos en la zona nasal, laríngea y auditiva a consecuencia de las lesiones en los tímpanos era, precisamente, aquel ‘veneno de la degeneración judía’ que los nazis censuraban: la cocaína”, revela Ohler. “La elección de esta sustancia es menos caprichosa de lo que parece”.

Y al consumo habitual de esa sustancia se sumaron otras que, al escasear muy cerca de la debacle nazi, permitió conocer hasta qué punto la dependencia a las drogas había hecho mella en el poderoso Führer.

 “El final de la última batalla estaba cerca y Hitler había dejado definitivamente de estar drogado, había perdido su éxtasis de Führer”, dice. “Seriamente perjudicado y con enormes esfuerzos, serpenteaba por los pasillos enterrados en las catacumbas del búnker, con el torso inclinado hacia delante, arrastando los pies, ladeándose a la derecha y apoyándose en la pared para ir de la zona de vivienda a la sala de reuniones. Ya no tenía fuerzas para mostrarse tal y como le gustaria que lo vieran”.

Norman Ohler (Alemania, 1970). Estudió periodismo en la Universidad de Hamburgo y cursó estudios de ciencias culturales y filosofía. Ha sido corresponsal en Ramallah, Palestina, y ha escrito guiones cinematográficos. High Hitler es su primera obra de no ficción, resultado de una investigación de cinco años en archivos alemanes y estadounidenses. Otros libros publicados: Las novelas Die Quotenmaschine (1998), Mitte (2001) y Ponte City (2003).

Lee el primer capítulo en el siguiente enlace:

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El abuso sistemático de las drogas en el régimen nazi.

“Leonora es un acto de amor y un homenaje a la vida”: Poniatowska En el centenario de Leonora Carrington, la premio Cervantes reflexiona sobre la novela que le dedicó

“Cuando le pregunté a Leonora si Max Ernst había sido su gran amor, respondió que cada amor era distinto; cuando le comenté que su matrimonio con Renato Leduc fue sólo por conveniencia, respondió: ‘Bueno, tampoco’. A Renato Leduc, le debemos el privilegio de la presencia de Leonora en México, un regalo suntuoso que agradecemos desde el fondo del corazón”, dice Elena Poniatowska hablando de la gran pintora inglesa.

Leonora es un acto de amor y un homenaje a la vida y a la obra de esta mujer que ha hechizado a México con sus colores, sus palabras, sus delirios, sus arranques. Pudo vivir en Inglaterra, su país de origen, en los Estados Unidos, en Francia o en España, pero es un privilegio saber que una artista de su talla haya decidido ser mexicana”, señala Poniatowska.

Para la autora, Carrington “trajo a nuestro país todos los recuerdos de sus vidas anteriores, todos los paisajes, todas las verduras que en México no se comían como los salsifis, las endivias, las alcachofas; los caminos baja las acacias. Trajo a Simone Martini, a Piero de la Francesca, al Bosco, a Grunewald y a lo más valioso de todo, ella misma, fuente de creatividad y de valor humano”.

En Leonora, Poniatowska retrata la turbulenta vida de la pintora inglesa, quien “a lo largo de los años convirtió su casa en la calle de Chihuahua en la colonia Roma en una central de energía, una piedra imán. El té de Leonora, un filtro amoroso, un vuelve a la vida, fue parte de su esencia inglesa e irlandesa. Célebre en la galería de Inés Amor, en la de Antonio Souza, en la de Natalia Zaharías, Leonora conoció el reconocimiento internacional muy tarde porque siempre se encerró con sus hijos y su pintura hasta que la invadió la celebridad del mundo entero. Hoy le rinden homenajes en universidades y auditorios culturales”, culmina Elena Poniatowska.

Elena Poniatowska. Nació en París en 1932, pero con tan sólo nueve años se trasladó a México. Su carrera se inició en el ejercicio del periodismo. Por esta labor se le entregó en 1978 el Premio Nacional de Periodismo en México. Ha sido nombrada doctor honoris causa por ocho universidades y galardonada con el Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 2002. Entre sus novelas destacan: Lilus Kikus (1954), Hasta no verte Jesús mío (1969), Premio Mazatlán, La noche de Tlatelolco (1971), Premio Xavier Villaurrutia, Querido Diego, te abraza Quiela (1978), La Flor de Lis (1988), Tinísima (1992), Premio Mazatlán, La piel del cielo (2001), Premio Alfaguara, El tren pasa primero (2007), Premio Rómulo Gallegos, El universo o nada (2014), Dos veces única (2015), Las indómitas (2016). También ha escrito cuentos, reunidos en De noche vienes (1979) y Tlapalería (2003), libros de entrevistas, ensayos y crónicas. Su obra ha sido traducida a más de una decena de idiomas y su trayectoria como periodista y escritora ha sido reconocida con múltiples premios nacionales e internacionales. En 2013 se le concedió el Premio Cervantes. 

Reseña del libro en la siguiente liga: http://www.planetadelibros.com.mx/leonora-libro-154842.html

 

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Premio Biblioteca Breve 2011