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4 anarquistas modernos que debes conocer

El anarquismo sobresale por encima del resto de ideologías por una razón clara: no existe como tal si la práctica no va unida a la teoría. Una persona anarquista, cooperativa, mutualista, individualista, naturista, atea, neomalthisiana o humanitarista puede siempre comportarse como tal en la vida pública y privada, en cualquier entorno cotidiano. Baste con que desafíe poderosamente a la autoridad y a la desigualdad.

A continuación, te contamos sobre tres representantes actuales del anarquismo, a las que vale la pena seguirles la pista.

Uri Gordon (1976)

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Es sin duda uno de los referentes del anarquismo antiglobalizador actual. Trabaja codo con codo con Indymedia, Acción Global de los Pueblos, o Anarquistas contra el Muro. Parte de sus escritos aparecen en Anarchy Alive! y en varios artículos donde investiga la propia historia del movimiento. Los Anarquistas contra el Muro (AAW) son un grupo autónomo israelí que se niega a la construcción del muro de Gaza que separa a los palestinos. Este grupo, caracterizado por sus métodos de acción directa, toma a veces el nombre de “Judíos contra los Ghettos” y se coordina con activistas anarquistas palestinos. Sus primeras acciones se produjeron en diciembre de 2003, cuando el activista Gil Na’amati fue herido por el ejército de Israel. Una acción que fue difundida en video a todo el mundo. Los judíos tienen tras de sí una importante tradición de lucha dentro del anarquismo que depasa el presente volumen. El hecho de constituir una población sin Estado y con una larga trayectoria de emigraciones les hace aceptar las ideas anarquistas e incluso editar varias publicaciones en yiddish como las que editan Rudolf Rocker o Josef Issil en el siglo XX. La idea comunalista de los Kibutz después de los asentamientos posteriores a la Shoah debe mucho también las ideas federalistas y descentralizadoras que provienen de los judíos rusos impregnados de Kropotkin o Tolstoi o del Martí Buber.

Stéphane Hessel (1917-2013)

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Dio nombre a los indignados a raíz de la publicación de un opúsculo que no pasó desapercibido en octubre de 2010. Se editaron legalmente unos cinco millones de copias. Se le considera el inspirador del movimiento de los indignados españoles, del movimiento americano de los okupantes de Wall Street y de varios más. Los indignados no son en sí mismos un colectivo anarquista, aunque su toma de decisiones en asamblea y la revocabilidad de los cargos o delegaciones tiene mucho de principio federativo y de apoyo mutuo. La ocupación de calles y plazas es un fenómeno todavía muy nuevo y tendremos que esperar para realizar un análisis desapasionado del mismo.

David Graeber (1961)

David Grarber / RAGEMAG

Antropólogo y en la estela de Pierre Clastres, es uno de los autores que actualmente escriben sobre anarquismo. En su libro Acción Directa: Una Etnografía (2008) explica que los anarquistas estadounidenses pueden ser descritos como “anarquistas sin adjetivos”, es decir, pocos pueden ser considerados estrictamente anarquistas. Sus posiciones sobre la ecología social, herederas del pensamiento prionero de Murray Bookchin que defiende el activismo social y organizado en la lucha ecológica, le han llevado al activismo social y a ser detenido en diversas ocasiones. En 2002 fue detenido en las protestas contra el Foro Económico Mundial en Nueva York. En sus obras investiga sobre las relaciones del dinero y la deuda en la historia de la humanidad y sobre otras formas de dones y cooperación. Sus escritos, realmente provocadores, atacan por igual al capitalismo o a la propia institución académica de la que ha sido expulsado.

Peter Gelderloos

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Hace su aportación al tema en Cómo la No-Violencia protege al Estado (2007) y aboga por una posición cercana a los clásicos, en especial a los geógrafos anarquistas Kropotkin y Reclus. Gelderloos propone no esquilmar el planeta en sus combustibles fósiles y volver al cultivo responsable en las comunidades locales como forma de salvar la Tierra. Naturalmente propone la abolición del capitalismo y la horizontalidad en las relaciones entre aldeas y regiones. Una de sus obras más divulgadas es Una solución anarquista al calentamiento global. Detenido en Barcelona en 2007, es un activista crítico del veganismo del que realiza una denuncia como consumismo en la sociedad capitalina. Es un activista del movimiento Comida, No Bombas.

Si quieres saber más sobre la anarquía, sus fundamentos y representantes a través de la historia, no te pierdas Anarquismo, de Dolors Marin.

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Anarquismo, de Dolors Marin, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Ariel.

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«En la Humanidad hay dos tipos de personas: las que obedecen y aspiran a ser obedecidos, y las que desafían la autoridad: ni obedecen, ni quieren ser obedecidos. Su máxima es la Libertad».

Mijaíl Bakunin

La daga y la dinamita: Los anarquistas y el nacimiento del terrorismo

El anarquismo, se ha dicho, representa una idea exagerada de la libertad. Carlo Cafiero, un militante del que volveremos a tratar, explicó cómo se alcanzaría en la sociedad anarquista “la plena y entera libertad del individuo que, libremente, impulsado solamente por sus necesidades, sus gustos y sus simpatías, se reúne con otros individuos en el grupo o en la asociación”. Esa sociedad no sería caótica porque, eliminadas las normas coactivas, los individuos libres cumplirían de manera espontánea su deber moral. Errico Malatesta, uno de los protagonistas de este libro, lo explicó así: “Proclamamos la máxima ‘haz lo que quieras’, y se puede decir que en ella se resume nuestro programa, porque (…) en la sociedad sin gobierno y sin propiedad, ‘cada uno querrá lo que debe’. Tales premisas, sin duda utópicas, podrían haber dado lugar a un movimiento integralmente pacifista, ya que la violencia supone coerción, pero en muchos casos no fue así, pues los anarquistas rindieron culto a ese impulso destructivo que Bakunin definió como una pasión constructiva. Consideraban que, si todos los males sociales se derivaban de la opresión ejercida por las instituciones, estaba justificado el empleo de la violencia revolucionaria para destruirlas definitivamente y dar paso a la era de la libertad plena.

El anarquismo nunca pasó de ser un movimiento muy minoritario, excepto en España, y las víctimas de la violencia anarquista han sido muy escasas, salvo en el contexto de la guerra civil española, en la que aportaron su propia cuota al furor homicida que se desarrolló en la retaguardia de ambos bandos. El impacto que tuvieron los atentados anarquistas de finales del siglo XIX fue sin embargo tan grande que en 1898 se celebró en Roma una conferencia internacional para combatirlos. La explicación de ello es no obstante bien sencilla: los anarquistas fueron en Occidente los pioneros del terrorismo, un tipo de estrategia violenta que se caracteriza porque su impacto en la opinión pública y por tanto en los gobiernos es muy superior a la entidad real del daño causado.

Extracto de La daga y la dinamita: los anarquistas y el nacimiento del terrorismo, de Juan Avilés Farré.

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La daga y la dinamita: los anarquistas y el nacimiento del terrorismo, de Juan Avilés Farré, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Tusquets.

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Juan Avilés Farré

Una apasionante mirada al anarquismo y las raíces del terrorismo actual.

‘Anarquismo: una introducción’: el manual básico para entender una filosofía que lucha contra toda autoridad

Hablar de anarquismo en la era de la globalización. El pensamiento y la práctica de los anarquistas no se encuentran reunidos en un corpus doctrinario ni pueden circunscribirse a una sola escuela. A diferencia de otros movimientos hijos de la Ilustración, las raíces del anarquismo, centradas en la búsqueda de la libertad y la felicidad, se adentran en la historia de los hombres. De todos modos, será a partir del crisol de la Ilustración, así como de las luchas de los siglos XVIII y XIX, cuando el anarquismo se haga visible en el imaginario social de sus contemporáneos y adquiera un protagonismo fundamental en la mayoría de las revoluciones que sacuden el planeta.

La memoria anarquista recuerda el esfuerzo de varias personas que se enfrentaron al poder antes de la revolución industrial. No es extraño que historiadores anarquistas como Pior Kropotkin o Max Nettlau hablen de Lao-Tse, de Espartaco y su revuelta de los esclavos, de la escuela de los cínicos y Diógenes, de las revueltas religiosas de la Edad Media o de Prometeo que, según la leyenda, robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres. Algunos anarquistas incluso se remontan al cristianismo primitivo o a los anabaptistas protestantes, que rechazaron la idea del poder y pusieron en cuestión la moral de su tiempo. Lógicamente, desde el punto de vista historiográfico estos antecedentes poco tienen que ver con una ideología nacida de la mano de la Revolución Industrial y de la primera globalización planetaria, pero la búsqueda de referentes en las luchas contra la autoridad reviste aportaciones interesantes a la construcción de la idea anarquista, en constante evolución y reinterpretación.

ANARQUÍA: La palabra “anarquía” proviene del griego “a” (privado) y “arché” (poder, mando, autoridad); es decir, define el estado de un pueblo, comunidad o medio social emancipado de toda tutela gubernamental. Podríamos afirmar que es un sistema social fundado sobre el libre entendimiento de todos sus componentes.

No hay definición al uso del anarquismo, ya que todos sus teóricos son, al mismo tiempo, militantes activos, críticos, reflexivos y, por tanto, irreverentes con la “Idea”, como se conoce al ideal anarquista.

Extracto de Anarquismo: una introducción, de Dolors Marin.

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Anarquismo: una introducción, de Dolors Marin, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Ariel.