Acierta quizá Emilio García Riera en su monumental Historia documental del cine mexicano al referirse a la primera versión cinematográfica de Pedro Páramo (1966) y afirmar que se trata de “… una película inanimada: las imágenes no están mal, y aun algunas de ellas se ven muy bien, pero falta entre ellas la articulación que da el estilo, el punto de vista que dota de vida a lo mostrado. Los fantasmas de la novela están vivos; los de la película, del todo muertos y, entre ellos, quien más parece un zombi es el apuesto y despistado intérprete de Pedro Páramo”. Lo que no es del todo cierto es el origen del problema. Para García Riera se trata de un problema en la forma de encarar la producción de la película, el haber optado por la visión colectiva de equipo en lugar de privilegiar el punto de vista único del autor (incluso compara otras dos películas del mismo productor, Manuel Barbachano Ponce, Nazarín, que funcionaba por ser obra de autor –Luis Buñuel-, y Raíces y torero, realización colectiva). Aquí, piensa el crítico, Barbachano cae en el mismo problema al haber sido tan cauteloso en la adaptación de la obra rulfiana (la película se empezó a planear en 1960 y se encargó el guión a Carlos Fuentes con la participación del director, Carlos Velo, y del propio Barbachano). En estos seis años de preparación se contó con el mejor equipo posible en el cine mexicano: Gabriel Figueroa en la fotografía, Joaquín Gutiérrez Heras en la música, Gloria Schoeman en la edición final, entre otros.
¿Es un problema de punto de vista o, si se quiere, de autenticidad, como también sugiere García Riera?
Extracto de El fracaso del mestizo, un libro de Pedro Ángel Palou.
El fracaso del mestizo, de Pedro Ángel Palou, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Ariel.
SINOPSIS: El fracaso del mestizo indaga en el cine mexicano, desde Santa hasta Amores perros, con Los olvidados de por medio, y también en la narrativa, en un recorrido que parte de Al filo del agua y pasa por Pedro Páramo y Balún Canán para llegar a La región más transparente y cuestionar el tema más espinoso de nuestro siglo XX: la identidad. El proyecto cultural del Estado mexicano es así desmontado ladrillo a ladrillo para revelar el fracaso del mestizaje y el rencor del mestizo, acaso su más patente legado en nuestros días.