Soy carnívoro cultural, no me confundo pensando (ni mucho menos ventilando alegremente) que soy un cazador que necesita de la ingesta de carne de mamíferos para sobrevivir. Como carne y derivados animales (queso o huevos) para deleitarme con suculentos platos preparados con artesanía –y con ciencia culinaria- por restauradores o personas que saben preparar comida rica merced a la tradición o la práctica.
Sé que compartir un opíparo asado es un ejercicio pornográfico y cínico en un mundo que muere (literalmente) de hambre. No por eso repudio a otros como yo que comen rico, ni a aquellos que riegan sus comilonas con caldos añejados en roble, fermento de la vid. Otros seres vivos: las uvas.
Desde mis lejanas y juveniles vacaciones me permito pescar con boyita o plomada sin culpa, y me gustaría tener un fin de semana para practicar la pesca del dorado, o el surubí, en el Paraná correntino. Y volvería a deleitarme con la parrilla –o la milanesa- mesopotámica, aun sabiendo que aquellos peces pescados murieron para mi placer deportivo o gourmet, puesto que comiendo hierba (pasto) podría alimentarme y crecer fuerte como un caballo, grandioso como un elefante o cualquier otro animal vegano de respetables hechuras. Otro asunto que no levanta ampollas en la opinión pública es el uso de cosméticos o cremas para mejorar la piel, para cuya ciencia se sacrifican ya no miles, sino millones de mamíferos en Europa o donde sea que los laboratorios desarrollan asuntos cosméticos o medicinas de otra índoles, incluso aquellas que salvan vidas humanas; solamente las vidas que puedan pagar los tratamientos. Porque el gran crimen del que somos cómplices es la desigualdad y los más masivos asesinatos son el hambre y la guerra. Mucho menos despreciables es el fraude de ternura que supone adoptar mamíferos y castrarlos para que se adapten a nuestra vida sedentaria en apartamentos, y hacerlos orinar una vez por día.
Extracto de ‘Paracaídas y vueltas de Andrés Calamaro’
SINOPSIS Entre estas hojas recorres junto a Andrés Calamaro fragmentos de su vida, desde Tijuana hasta Dubai, despedidas, cumpleaños, giras de conciertos, una historia que también inicia desde la infancia y parece nunca acabar. Una lectura colorida que se puede leer como a uno se le antoje hacerlo.