Para leerte mejor: Mecanismos para la formación de lectores que escriban

La calidad de la educación y del desempeño laboral depende en enorme medida del dominio de la lengua. Escuchar, leer, hablar y escribir mejor permite pensar, saber, creer, descubrir, conocer, indagar, imaginar mejor. El dominio del idioma se fortalece con la lectura y la escritura, que empiezan con el amor a los libros, a otros impresos, a las opciones de imágenes y textos que ofrecen las nuevas tecnologías. La afición, la curiosidad, el interés por los textos y las imágenes pueden arraigarse en los niños antes de que aprendan a leer, e incluso antes de que aprendan a hablar.

No invertir en la formación de lectores que lean por gusto y sean capaces de servirse de la escritura es desperdiciar lo que el país ha invertido en la ampliación de la cobertura escolar, la alfabetización y la práctica de los otros usos de la lectura y la escritura.

Una consecuencia de la lectura por placer -de la nota roja y las reseñas de espectáculos de Lezama Lima y Sergio Pitol- es el adiestramiento para la comprensión: para la construcción de sentidos y significados. Eso la vuelve una actividad educativa y formativa irremplazable, vinculada a lo largo de la vida con múltiples formas y niveles de desarrollo personal y social. Una actividad que será más productiva mientras se realice con textos de mayor calidad.

Aunque sea, como diría Perogrullo, una actividad de la mayor utilidad, la lectura utilitaria no crea la afición a leer. Durante dieciocho años (1983-2001), mientras fue dirigida por la doctora Ana María Magaloni, la Red Nacional de Bibliotecas Públicas tuvo un crecimiento extraordinario, pues pasó de poco más de trescientas a poco más de seis mil, instaladas en ochenta y ocho por ciento de los municipios de la república.

Tuvo una innegable eficacia para contribuir a que el analfabetismo se redujera, pero se mantuvo enérgicamente orientada hacia la lectura útil y su capacidad para formar lectores fue virtualmente nula.

Los lectores se forman cuando descubren los placeres de la lectura; los placeres de los sentidos y placeres del intelecto. En ese momento ya no hacen falta otras razones: la recompensa mayor de leer es la lectura misma. Como escribió Alfonso Reyes en La experiencia literaria: «Sin cierto olvido de la utilidad, los libros no podrían ser apreciados».

Extracto de Para leerte mejor, de Felipe Garrido.

para leerte mejor

Para leerte mejor, de Felipe Garrido, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Paidós.

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