‘Los cornudos del viejo arte moderno’, de Salvador Dalí

La crítica es algo sublime. Es digna tan sólo de los genios. El único hombre que podría escribir un panfleto sobre la crítica soy yo, porque soy el inventor del método paranoico-crítico. Y ya lo he escrito. Pero sobre este asunto, ni en este diario, ni en ‘La vida secreta’, lo he dicho todo, y me he tomado buen cuidado de dejar en reserva patatas podridas y granadas explosivas, y si, por ejemplo, me preguntaran cuál es el ser más mediocre que ha existido nunca, diría sin vacilar: Christian Zervos. Si me dijeran que los colores de Matisse con complementarios, respondería que en efecto no hacen otra cosa que hacerse cumplidos. Y repetiría una vez más que no estaría de más tener a ojo la pintura abstracta. A fuerza de convertirse en abstracta, su valor monetario también pasará a ser abstracto. Hay grados en la maldición de la pintura no figurativa: está el arte abstracto, que tiene un aire muy triste; pero lo que es aún más triste es un pintor abstracto; la tristeza se vuelve dolor cuando tropezamos con un aficionado a la pintura abstracta; pero todavía hay algo peor y que no deseo a nadie: ser crítico y experto en pintura abstracta. A veces, ocurre una cosa realmente asombrosa: la crítica es unánime en afirmar que algo es muy bueno o que algo es muy malo. ¡Entonces ya podemos tener por cierto que todo es falso! Hay que ser el más espeso de los cretinos para afirmar que, al igual que el velo se vuelve blanco, así también se vuelven amarillos los collages.

He titulado mi panfleto ‘Los cornudos del viejo arte moderno, pero no dije allí que los cornudos menos magnéticos de todos son los cornudos dadaístas. A estos, avejentados y canosos, pero siempre de un anticonformismo extremo, les gusta con locura recibir de una bienal cualquier medalla de oro por una obra elaborada con la más firme voluntad de degradar a todo el mundo. Pero hay cornudos aún menos magníficos, aunque parezca imposible; son los cornudos que adjudicaron el premio de escultura a Calder. ¡Ni tan siquiera ha sido dadaísta, pero así lo creyeron todos, y nadie pensó en decirle que lo menos que puede exigirse de una escultura es que no se mueva!

Extracto de Los cornudos del viejo arte moderno, de Salvador Dalí.

los-cornudos-del-viejo-arte-moderno_portada

Los cornudos del viejo arte moderno, de Salvador Dalí, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Tusquets.

los-cornudos-del-viejo-arte-moderno_9786074215700.jpg
En este libro Dalí se ríe de los críticos, las convenciones, «los artistas de la fealdad» y de sí mismo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *