lapices feature

En algunos lugares, el grafito de los lápices era tan preciado como los diamantes

Quizá el lago Windermere, en el noroeste de Inglaterra, le haga pensar en poetas o, si usted ha crecido con libros infantiles ingleses, en aventuras de adolescentes menos preocupados por brujas y vampiros que por golondrinas y amazonas. Gente que vivió de su lápiz, en cualquier caso. ¿O quizá abría que decir de su pluma? No vemos a autores serios en su estudio trabajando con lápiz. En general consideramos que los lápices sirven sobre todo para que los niños hagan sus tareas en casa, o para otros que necesitan borrar sus frecuentes errores.

Isolated pencil with bite marks on

Nunca ha habido carencia de tinta, tradicionalmente una mezcla de sales de hierro, agua y taninos, los compuestos de gusto amargo en el té y en el vino. Siempre hay mucha materia negra con la que escribir poemas y firmar sentencias de muerte. Pero el lápiz es una historia diferente. Lejos de ser solo para niños, era, y es, una herramienta esencial para artistas, ingenieros, carpinteros y arquitectos. En la escuela de ingeniería a finales de los años ochenta todavía hacíamos (algunos de nosotros al menos) bellos dibujos a lápiz de reactores de acero inoxidable de doble capa. Y cuatro años antes, en el ejército, cerca del círculo polar, ¿escribíamos nuestras órdenes y descifrábamos los mensajes de radio entrantes con bolígrafos? Desde luego que no; de hecho, esto estaba prohibido porque la tinta en un bolígrafo puede congelarse con facilidad.grafitoEl “plomo” del lápiz (que obviamente no es plomo como el elemento 82, sino otra cosa) nos lleva a esos verdes valles del Lake District y Cumbria, Inglaterra, un lugar tan improbable para un centro de tecnología de la información como lo son los naranjales que rodean Palo Alto. La diferencia es que en la California de los años detenta lo importante no eran las minas de silicio locales, sino las personas dedicadas. En Borrowdale a finales del siglo XVI, era el interior de la propia montaña lo que hacía la diferencia, pues allí se encontraba el material con el que hacer plomo para lápices.

mina de grafito

No es que las personas no fueran importantes. El espíritu emprendedor se manifestaba de diferentes maneras. “Black Sal”, por ejemplo, que trabajaba en la pequeña ciudad de Keswick próxima a Borrowdale, era el presunto jefe de una red de contrabando de plomo para lápices a comienzos del siglo XVIII. El precioso cargamento era arrastrado por el rugoso terreno hasta el mar de Irlanda, donde los barcos que esperaban podían llevar la plombagina al continente. La minería clandestina que alimentaba el negocio del contrabando estaba a la orden del día, y también se registraron uno o dos robos a manos armada en las minas. En definitiva se parecía al Salvaje Oeste, con casacas rojas en logar de la caballería azul de Estados Unidos, y los habitantes locales que trataban de conservar lo que veían como su propiedad frente a especuladores e inversores “extranjeros”.

En aquellos días muchos tipos de minería eran importantes en Cumbria, pero la piedra negra llamada wad o plombagina era el mineral más precioso nunca extraído del terreno. Se supone que fue utilizada por primera vez a finales del medievo para distinguir qué ovejas pertenecían a quién, una aplicación de la tecnología de la información tan importante entonces como ahora: llevar la cuenta de nuestras posesiones terrenales.

ovejas marcadas

Si quieres conocer más historias curiosas de la química y sus sustancias, te recomendamos El último alquimista en París, de Lars Öhrström.

El último alquimista en París portada

El último alquimista en París, de Lars Öhrström, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *