En la vida de todos los padres llega el momento de hablar con sus hijos de sexo. Esta obra es una guía útil para abordar esta cuestión sin prejuicios, son claridad y sencillez.

El libro está escrito a manera de conversación, y es como si el autor, un profesor universitario de Fisiología, estuviese hablando con su hija de trece años. Los temas que se tratan son cuestiones como el acto sexual; el cerebro enamorado; las prácticas sexuales; el sexo y la genética; el sexo y el género; las hormonas y el sexo, que al final llevan a una interesante conclusión <<no hay nada como el amor>>

Aquí un extracto de El sexo explicado a mi hija de Jean-Didier Vincent:

No se me habría ocurrido nunca hablar de las cosas del sexo con mi hija si no me hubieran propuesto este proyecto; describirle a mi hija los aspectos físicos del amor sin traspasar los límites de la decencia. A pesar de los años que he dedicado a estudiar el papel del cerebro y de las hormonas en la sexualidad animal, y del desparpajo que se adquiere en las salas de guardia, conservo una timidez exquisita y una temerosa reserva respecto a ese <<otro>>, al misterio impenetrable que la mujer es para el hombre. Como soy conformista por naturaleza, pensaba que era cosa de las madres explicar a sus hijas todo lo que debían saber sobre el sexo y sobre los chicos, aunque pudieran transmitirles todos los clichés, mitos y fábulas que heredaron de sus madres, así como, a veces, las impresiones desastrosas procedentes de sus propias experiencias. Después de haber hablado libremente con Felícity, mi hija, aceptamos el proyecto con la condición, no obstante, de que yo asumiera toda la responsabilidad de los planteamientos y que ella se ocupara simplemente de las preguntas. No realizaríamos, pues, un verdadero diálogo socrático, pero ella releería sin falta el texto. Me reservo para mí sus comentarios jocosos que, sin embargo, habrían hecho que esta obra fuera menos indigesta. Padres que me lean, ¡no escatimen sus consejos! Ya saben (o creen saber) lo que son las hijas a esta edad: las teenagers, como dicen los anglosajones. Mi hija tiene 13 años; es, pues, una teenagers principiante. La influencia de su madre, que es inglesa y sexóloga, no me permite precisamente <<contradecirla>>. Le pido que sea indulgente con mis improvisaciones.