«El Juego del Arte»: Qué mecanismos hacen funcionar la imaginación humana

“Critica de la idea de ‘Contemplación estética’

Los libros de filosofía del arte suelen empezar hablando de “contemplación estética”. Contemplar quiere decir”actitud que asumimos al apreciar algo estéticamente”. La horrible palabrita es útil porque se aplica tanto a la música como a la pintura. Pero hay que estirar mucho el concepto para aplicarlo a la novela, el cine, el teatro o la poesía ¿O me vas a decir que “contemplas” Un perro andaluz, Ana Karenina o las rimas de Bécquer? Solo si desencajas el concepto de su uso ordinario y lo conviertes en una especie de termino técnico. Pero ¿para qué forzar las cosas? Casi parecería que apenas comenzamos y ya estamos haciendo trampa.

Pero no es trampa sino esto: nos refugiamos en el concepto cuando somos víctimas de la obsesión por un ejemplo o un caso: el del espectador más o menos pasivo que mira un cuadro o un paisaje, o escucha una pieza de música. Y lo hacemos en la creencia ingenua de que si explicas eso, explicaras todo lo demás. Pero no, en estética conviene desde el principio no perder de vista ni la diversidad de las artes ni las variedades de la experiencia estética.

Una pregunta sencilla es: cuando un ceramista está haciendo una olla, ¿la “contempla” al mismo tiempo? ¿No? ¿Entonces diremos que no la aprecia estéticamente? ¿Y qué diremos al respecto cundo un bailarín da un paso de danza? ¿Qué se “contempla” in mente al darlo?

Por otra parte, no es cierto que para apreciar algo estéticamente sea preciso asumir una actitud peculiar llamada”contemplación” o como quieras. Por ejemplo, calibramos la belleza o la fealdad de una persona, querámoslo o no. Es decir, hay casos en que la apreciación estética ni siquiera es voluntaria. Y así como no puedes ver a una persona sin conjeturarle una edad, no puedes verla sin captar su belleza, fealdad o mediocridad fisonómica. Esa identificación estética se da al percibir, está en el hecho de percibir, y no en la actitud peculiar que asumes. Si no me crees, trata de percibir un rostro sin apreciarlo estéticamente, a ver si puedes.

Si pese a esta oportuna observación tan a la mano se sigue hablando de “contemplación estética” como actitud peculiar, es porque el concepto es cómodo y permite distinciones. Una muy famosa es la que se traza entre actitud práctica y actitud estética. El ejemplo de siempre es este: dos personas ven un árbol, una es maderero y la otra, un artista. El maderero va la posible explotación de la madera y no ve su belleza; el artista, en cambio, lo aprecia estéticamente. Se trata de mostrar que la actitud estética se distingue de la práctica, la científica (un botánico lo vería como ejemplar de cierta especie, pero no estéticamente), la criminal y las que quieras. Pero la distinción es confusa y vacilante. Es obvio que puedo comer con una cuchara y al mismo tiempo captar la belleza de su diseño. Y en muchas cosas el lado practico no solo no se opone sino que aumenta la belleza del objeto, por ejemplo, en un puente o en una barca de pescadores. Por otra parte, los matemáticos insisten en la belleza de las matemáticas y la estética no se oponen y viajan juntas.

En suma, diría que la actitud estética, si la hay, no es un modo peculiar de percibir un objeto estético. Tampoco creo que sea un modo peculiar de atención (ya vimos que la captación estética ocurre a veces en una zona oblicua a la atención), es decir, no es motivacional.»

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Una puerta de entrada al corazón del enigma de la estética

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