‘El diario de Bridget Jones’, la bitácora ficticia que se volvió un éxito mundial

Domingo 1 de enero. Londres. 11:45 p.m.

Ugh. El primer día del año ha sido horrible. Todavía no puedo creer que empiezo otra vez el año en una cama individual en casa de mis padres. Es demasiado humillante a mi edad. Me pregunto si olerán el humo si enciendo un cigarro asomada a la ventana. Tras pasar todo el día en casa, esperando que se me pase la resaca, al final claudiqué y salí demasiado tarde, en dirección al Bufé de Pavo al Curry. Cuando llegué a casa de los Alconbury y apreté el timbre-que-emitía-una-cancioncilla-estilo-reloj-del-ayuntamiento, todavía me encontraba en un extraño mundo interior: nauseabundo, horrible, ácido. También sufría de un resto de furia-de-carretera, tras haber tomado sin darme cuenta la M6 en lugar de la M1, y haber tenido que recorrer la mitad del camino hacia Birmingham hasta encontrar un sitio donde poder dar la vuelta. Estaba tan furiosa que seguí golpeando el suelo con el pie encima del acelerador para dar rienda suelta a mis sentimientos, lo cual es muy peligroso.

Martes 3 de enero. 9 a.m.

Uf. No puedo ni pensar en ir al trabajo. Lo único que lo hace tolerable es pensar que voy a volver a ver a Daniel, pero incluso eso es poco aconsejable, porque estoy gorda, tengo un grano en la barbilla, y sólo me apetece sentarme en los cojines y comer chocolate mientras veo en televisión los especiales de Navidad. No está bien y es injusto que se nos fuerce contra nuestra voluntad al ajetreo de la Navidad, con sus retos financieros y emocionales estresantes y difíciles de controlar, y que después, cuando estamos empezando a meternos en el rollo, nos la quiten de las manos. Estaba empezando a disfrutar realmente de la sensación de que todo quedaba en suspenso y de que estaba bien holgazanear en la cama todo el tiempo que quisiese, meterme todo lo queme apeteciese en la boca y beber alcohol cuando me viniese en gana, incluso por las mañanas. Ahora, de repente, se supone que todos debemos volver a la autodisciplina, como perritos amaestrados.

Fragmentos de El diario de Bridget Jones, de Helen Fielding.

El diario de Bridget Jones portada

El diario de Bridget Jones, de Helen Fielding, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Booket.

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