‘El chico malo’, una novela sobre los deseos prohibidos de la juventud

Esperé a ver el coche de mis padres retrocediendo por el camino de entrada antes de agarrar el celular y escribir un mensaje a Beau.

T vienes a ver 1 peli a casa?

El corazón se me aceleró dentro del pecho. ¿Qué estaba haciendo? Hoy, en el hoyo, me había pasado de la raya. No tendría que haberle hablado de mis deseos secretos. Pero con solo pensar en el intenso brillo de sus ojos mientras le explicaba lo que quería experimentar, el cuerpo se me estremecía de excitación. 

Beau:

¿Y tus padres?

Conocía a mis padres lo bastante bien como para saber que no aprobarían que nos viéramos. Pero que su madre fuera vulgar no significaba que él también lo fuera. Por sus venas corría la misma sangre que por las de Sawyer.

Yo:

Fuera d la ciudad.

Mi padre había planeado una escapada sorpresa de fin de semana por su aniversario de boda. Lo sabía desde hacía una semana, pero no se lo había contado a mi madre hasta esa misma tarde. Justo en ese instante, iban de camino a Birmingham. 

Cuando sonó el teléfono, me dio tal sobresalto que casi lo dejo caer. Me temblaban las manos, temiendo que fuera Sawyer. Si hablaba con él, sería incapaz de esconder la culpabilidad que sentía. Era Beau.

Hola -dije.

-Dejaré la camioneta en el parque y llegaré a tu casa por el bosque. Deja abierta la puerta trasera.

No quería que vieran su camioneta aquí. Sabía que era por mi bien. Lo mejor sería que no se estacionara delante de mi casa. Solo era un amigo, pero… también era un chico. Un chico malo. Ashton Gray no invita a chicos a casa cuando sus padres no están.

-Muy bien, si lo prefieres así.

-Así es mejor. -Su voz grave me provocó un hormigueo por todo el cuerpo.

-Te veo dentro de un rato -contesté.

-Sí -dijo antes de colgar.

Me quedé mirando el teléfono que tenía en la mano; debatiéndome entre el temor y la excitación. Iba a pasar más tiempo a solas con Beau. Lo extrañaba. Poder ser honesta con alguien era agradable. No tenía que fingir. Y también había que tener en cuenta el hecho de que cada vez que me miraba, sus ojos provocaban que todo mi cuerpo se estremeciera. Había algo perverso en Beau que me atraía. ¿Qué me pasaba? ¿Por qué deseaba tanto pecar?

Tiré el celular sobre la cama y me fui a bañar. No iba a pensar más en la regla que estaba rompiendo. No estaba haciendo nada malo. Era una regla pequeña comparada por otras. O sea, que había otras reglas más grandes que también podía romper. Además, necesitaba romper algunas reglas o me volvería loca.

Extracto de El chico malo, una novela de Abbi Glines.

el chico malo portada

El chico malo, de Abbi Glines, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Destino.

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