‘Después del terremoto’: 6 impactantes relatos de Haruki Murakami inspirados en hechos reales

Komura trabajaba de comercial en un prestigioso establecimiento de Akihabara especializado en equipos de sonido. Vendía productos de alta gama y, a su sueldo, le sumaba una comisión por venta realizada. Su clientela la componían, en su mayor parte, médicos, empresarios acaudalados y provincianos ricos. Ya hacía casi ocho años que trabajaba allí y sus ingresos nunca habían sido bajos, ni siquiera al principio. Era una época de gran prosperidad económica, el precio del suelo subía y Japón entero rebosaba dinero. Parecía que todo el mundo tuviera la cartera repleta de billetes de diez mil yenes y unas ganas irrefrenables de gastárselos. Los artículos más caros eran lo que primero se vendían.

Alto, esbelto, siempre bien vestido, muy sociable, Komura había salido, de soltero, con muchas mujeres. Sin embargo, tras casarse a los veintiséis años, sus ansias de búsqueda de emoción sexual habían desaparecido como por ensalmo, de un modo extraño. Durante los cinco años que llevaba de matrimonio no se había acostado con ninguna otra mujer. Y no es que le hubieran faltado oportunidades. Sólo que había perdido el interés en los romances pasajeros. Prefería volver temprano a casa, cenar tranquilamente con su esposa, charlar un rato en el sofá y, luego, irse a la cama y hacer el amor. Esto era cuanto deseaba.

Cuando Komura se casó, todos sus amigos y compañeros de trabajo -en mayor o menor grado, aunque sin excepción- habían sacudido la cabeza incrédulos. Frente a los rasgos clásicos y agraciados de Komura, su esposa mostraba unas facciones vulgares. Y no se trataba solo de su fisonomía. Tampoco su carácter mostraba ningún atractivo en particular. Era taciturna, con un aire siempre malhumorado. Corta de talla, los brazos gruesos, la expresión obtusa.

Sin embargo, Komura -aunque ni él mismo pudiese explicarse la razón-, cuando se encontraba bajo el mismo techo que ella, sentía cómo sus tensiones desaparecían. Dormía apaciblemente por las noches. Ya no lo turbaban sueños extraños. Sus erecciones eran duras; sus relaciones sexuales, de una intimidad plena. Habían dejado de inquietarle la muerte, las enfermedades venéreas, la inconmensurabilidad del universo.

Su esposa, por el contrario, aborrecía la agobiante vida urbana de Tokio y quería regresar a Yamagata. Añoraba a sus padres y a sus dos hermanas mayores, y cuando el sentimiento de nostalgia se recrudecía, regresaba sola a su pueblo. Propietaria de un hotel tradicional japonés, su familia gozaba de gran desahogo económico y, como el padre idolatraba a su hija menor, le costeaba gustoso las escapadas. Para Komura no era una novedad volver del trabajo y encontrarse con que su mujer había desaparecido tras dejar una nota sobre la mesa de la cocina en la que anunciaba que había ido a visitar a sus padres y que volvería unos días después. Ante esto, Komura jamás había expresado una sola queja. Se había limitado a esperar en silencio el regreso de su esposa. Y una semana o diez días más tarde, ella siempre volvía, ya de mejor humor.

Sin embargo, esta vez, cinco días después del terremoto, Komura leía en la carta que ella había dejado al irse: «No volveré nunca más».

Extracto de Después del terremoto, de Haruki Murakami.

Después del terremoto portada

Después del terremoto, de Haruki Murakami, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Tusquets.

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Un brillante fresco sobre la compasión, el coraje y la naturaleza del sufrimiento humano.

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