Cuando el hombre encontró al perro: un libro dedicado al animal que más creemos conocer

Por entre la alta hierba de la estepa avanzan algunos seres humanos; se trata, en realidad, de una pequeña manada de cuerpos desnudos, salvajes. Los más empuñan lanzas con punta de hueso, alguno va armado incluso con arco y flecha. Aunque en lo físico recuerden a los seres humanos de hoy, su comportamiento tiene un algo de animalesco; sus ojos oscuros se mueven, inquietos y miedosos, como los de una alimaña huidiza que se sabe acosada. No son hombres libres, señores de la tierra, sino criaturas débiles para las que en cada matorral se esconde un peligro, una amenaza. 

Todos están visiblemente abatidos. No hace mucho, tribus más fuertes los obligaron a abandonar su primitivo territorio de caza y marchar, a lo largo de la estepa, hacia occidente, hacia una tierra desconocida, donde los depredadores abundan mucho más que en su antiguo territorio. Por si fuera poco, hacía algunas semanas, el veterano y avezado cazador que dirigía el grupo fue muerto por un tigre de dientes como cuchillos. Y el hecho de que, después. la fiera cayera abatida por una lanza era flaco consuelo en la desgracia.

Con todo, la mayor tortura a que se veía sometida la pequeña horda humana provenía de la falta de tiempo para descansar y dormir. En la tierra en que habían vivido hasta entonces (su antigua patria), acostumbraban a dormir, todos juntos, en torno a una hoguera, escoltados, a cierta distancia, por los molestos chacales; pero, al menos, estos animales les servían de centinelas, pues con sus aullidos denunciaban la proximidad de cualquier otra fiera. Sin embargo, se advertía claramente que aquellos seres primitivos no eran conscientes del servicio que los chacales les prestaban; por eso, cuando alguno de estos se acercaba demasiado a la hoguera, lo ahuyentaban a pedradas, nunca a flechazos, pues tal medida hubiera constituido un despilfarro. 

Es de noche, la grey humana podrá dormir tranquila, pues los chacales, que rodean el campamento, son centinelas fieles. A la mañana siguiente, cuando sale el sol, los hombres están repuestos y satisfechos. En lo sucesivo no se arrojarán más piedras contra los chacales.

Extracto de Cuando el hombre encontró al perro, de Konrad Lorenz.

cuando el hombre encontró al perro portada

Cuando el hombre encontró al perro, de Konrad Lorenz, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Tusquets.

Un pensamiento sobre “Cuando el hombre encontró al perro: un libro dedicado al animal que más creemos conocer”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *