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Grandes descubrimientos que surgieron en momentos de ocio: Isaac Newton y la gravedad

Todos conocen la historia de la manzana de Newton. La teoría de la gravedad es, en la actualidad, el principio científico más básico.  Sin embargo, en la época de Newton la noción de gravedad en cuanto fuerza fundamental del universo resultaba extraña. De hecho, para la mayoría de las personas de aquel entonces, las fuerzas invisibles que actuaban sobre las cosas a distancia eran o demoníacas o divinas.

Para el mismo Newton resultó difícil aceptar la realidad de la acción a distancia. En rigor, desalentó a otros que procuraban indagar en la causa verdadera de la gravedad y los instó, en cambio, a que sólo se concentraran en el hecho de que sus propios cálculos y experimentos funcionaban correctamente, sin intentar saber por qué.

Visto a través de la lente de nuestra cultura contemporánea de la administración del tiempo, sentarse en el jardín y entregarse a una «actitud contemplativa» es una total pérdida de tiempo. Semejante (falta de) actividad le indicaría a cualquier empleado de Recursos Humanos que Newton podría no ser un empleado en el que confiar. ¿Habrá escrito Newton: «5 pm: sentarse en el jardín, contemplar objetos que caen» en su lista de tareas pendientes? ¿Puede creer alguna persona razonable que Newton haya tenido una lista de tareas pendientes?

Newton era, de hecho, famoso por su ética obsesiva del trabajo. Podía sentarse en el jardín sin hacer nada porque jamás se le hubiera ocurrido que sentarse en el jardín y entregarse a la contemplación fuera una pérdida de tiempo.

Hoy en día, encontramos muchas revistas de gran circulación que nos hablan de la necesidad de programar el «tiempo de inactividad», porque las exigencias de los horarios controlados por las corporaciones con inhumanas. Por supuesto, nadie menciona de manera explícita la raíz del problema. Nos aconsejan «programar» el tiempo libre, siempre que no entre en conflicto con nuestras obligaciones. El tiempo de inactividad se promueve, en realidad, como una manera de optimizar la productividad.

En el sentido más literal, Newton era su propio jefe. Trabajaba cuando quería y se sentaba en el jardín cuando le placía. Seguramente, el lector dirá que, en la economía moderna, tal actitud resultaría inviable y poco realista. Y yo responderé que, entonces, merecemos la falta de dinamismo intelectual a la que nuestra economía nos obliga.

Antes de Newton, las ciencias naturales se encontraban en una fase de transformación. El período que va de finales del siglo XV al siglo XVIII es el que muchos consideran como la etapa crucial de la revolución científica en la historia humana. En esa época, Copérnico, Kepler, Galileo, Brahe y Newton realizaron aportes fundamentales para el avance de las ciencias. En el siglo XVII, en especial, tuvo lugar una explosión intelectual que significó un incremento repentino y cuantioso de nuestra comprensión del universo. El conocimiento del mundo natural empezó a expandirse a un ritmo caracterizado por una aceleración continua, que aún no se ha detenido. La comprensión humana de la naturaleza pasó de la creencia supersticiosa a la ciencia verdadera.

En el transcurso de esa revolución, nació una comunidad científica que empezó a publicar revistas especializadas y a mantener reuniones muy similares a los congresos actuales. En los siglos que transcurrieron desde la época de Newton, las ciencias naturales realizaron avances increíbles. En general, pensamos en Newton frente a la manzana que cae como una especie de momento afortunado en la historia de la ciencia. Cualquiera que sea el origen real de la historia, después de ver caer la manzana y elaborar su teoría, Newton escribió uno de los trabajos científicos más importantes de la historia, Philosophiæ naturalis principia mathematica, donde presenta la teoría formal de la gravedad.

Newton no se encerró en su escritorio, arrancándose los pelos, tratando de descubrir por qué los objetos se mueven hacia la Tierra y los planetas giran alrededor del Sol, desesperado por la proximidad de un plazo inminente. Tampoco había un experto en productividad espiándolo y observándolo para asegurarse de que estuviera trabajando con eficiencia. Bien podemos imaginar que mientras descansaba relajado en una tarde templada en su jardín, rodeado del sonido reconfortante del trino de los pájaros y el susurro de las hojas acunadas por la brisa, habrá cerrado los ojos o se habrá quedado con la mirada perdida, sin fijarla en nada en especial.

Si quieres conocer más historias como la de Newton, en las que se reivindica el valor del ocio como un elemento indispensable para la creatividad, entonces lee El arte y la ciencia de no hacer nada, de Andrew J. Smart.

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El arte y la ciencia de no hacer nada, de Andrew J. Smart, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Paidós.

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Andrew Smart

Aprende a optimizar tu tiempo con los descubrimiento más actuales de la neurociencia

4 principios que siguen las personas que quieren cambiar el mundo

Dice Chris Guillebeau, autor de El arte de no conformarse (Paidós), que la mayoría de las personas que han logrado un cambio fundamental en el mundo lo han hecho mediante el uso de estos 4 principios.

Chécalos y aplícalos cuanto antes, si tu objetivo es cambiar el mundo y vivir la vida que quieres.

1. Debes ser receptivo a ideas novedosas.

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No me interesa si eres liberal o conservador, creyente o agnóstico, rico o pobre, o de cualquier otra de esas categorías en que suelen agruparnos quienes gustan de discutir. De hecho, creo que muchas de estas descripciones excluyentes son dicotomías artificiales, diseñadas para enfrentar entre sí a las personas sin una buena razón. En el mejor de los casos, son irrelevantes para nuestra discusión y, en general, vamos a ignorarlas.

No obstante, debes ser receptivo a las ideas novedosas. Esto no significa que debas aceptar ciegamente las ideas nuevas sino que las consideres cuidadosamente antes de desecharlas. Asimismo, deberás poner en duda algunas ideas viejas que tal vez tengas todavía. Trátese de este libro o de cualquier otra fuente, casi nada será 100 por ciento pertinente para tu situación. Tu objetivo será concentrarte en lo que sí es pertinente y poner en práctica esas ideas en tu vida.

2. Debes sentirte insatisfecho con el status quo

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Debes sentir el deseo de ir más allá de lo que ves alrededor. Si estás satisfecho con el estado actual de las cosas, te deseo lo mejor pero este libro no te ayudará. A lo largo de las siguientes páginas voy a librar un ataque brutal contra el status quo. El status quo cuenta con sus defensores y con una mayoría pasiva que acepta las cosas como son; el público de este libro consta de las personas que se sienten insatisfechas y están listas para un cambio. Para darte una idea de lo que representa el status quo, échale un vistazo a la lista de las «11 reglas para vivir una vida ordinaria y mediocre». Esta lista y sus variantes representan una vida estable y cómoda. No es exhaustiva, y es posible que puedas agregar algunas entradas a partir de experiencias propias o de personas conocidas.

Así como pocos te criticarán por lanzarte de un puente si todos los demás están haciéndolo, una vida como esta te aísla de los desafíos y los riesgos. También es una vida de muda desesperación que te deja con una pregunta persistente: ¿Esto es todo lo que la vida tiene para ofrecer? ¿Me perdí de algo? Si quieres algo diferente a una vida de muda desesperación, continúa leyendo.

3. Debes estar dispuesto a responsabilizarte de ti mismo

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Debes hacerte responsable de lo que ocurra en tu futuro, bueno o malo. Nuestro pasado puede tener cierta responsabilidad en definir quiénes somos actualmente, pero no tiene por qué marcar nuestro futuro. Si tuviste una infancia terrible o alguien te hirió profundamente en el pasado, esta es tu oportunidad para desafiarlos. Si tu infancia fue feliz y no sabes de dolor ni de desventajas sociales, estás en mejor posición que todos los demás. A mayores privilegios, mayores responsabilidades: es momento de echarle ganas.

Cualquiera que sea tu posición en ese continuo, a partir de ahora, ganes o pierdas, debes estar dispuesto a responsabilizarte de ti mismo.

4. Debes estar dispuesto a trabajar duro

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Muchas personas creen que la clave para mejorar su vida es trabajar menos. Yo considero que es trabajar mejor. Creo que la mayoría es trabajar duro, pero en una actividad que nos dé energía e influya positivamente en los demás. Ese es un trabajo por el que vale la pena luchar, y el otro es uno que vale la pena abandonar, lo hayamos terminado o no. A menudo, los momentos más memorables de nuestra vida son los más difíciles, no los fáciles. Resulta satisfactorio superar los desafíos, pero el hecho mismo de enfrentarlos también es valioso.

Si quieres conocer más tips para alcanzar la vida que quieres y cambiar el mundo, entonces no te pierdas El arte de no conformarse, de Chris Guillebeau.

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El arte de no conformarse, de Chris Guillebeau, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Paidós.

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Chris Guillebeau

Sienta tus propias reglas. Vive la vida. Cambia el mundo

La terrible y mala suerte de Silvio Berlusconi

Hay gente con muy mala suerte en la vida. Uno de los casos más graves es el de Silvio Berlusconi, aunque sea uno de los hombres más ricos de Italia. Ha estado siempre, de una u otra manera, no se sabe cómo, rodeado de la Mafie y esto le ha creado molestos problemas, no solo de imagen. Debe quedar claro desde el principio: nunca le han condenado por nada de esto. Pero es una situación especialmente incómoda para un millonario y además primer ministro de Italia, país del G-8, en 1994, de 2001 a 2006 y de 2008 a 2011. Y que aún sigue activo. Ya se habrán ido fijando en las páginas anteriores que a medida que nos acercamos a la actualidad empieza a aparecer su nombre, y verán cómo ahora van a ir desfilando por sorpresa personajes muy gordos que ya hemos conocido.

Esto de Berlusconi y la Mafie es una cuestión muy ignorada. Quizá también es casualidad, pero a lo mejor hasta es deliberado. Es decir, algo silenciado. Prueben a buscar en una librería italiana alguno de los libros que hablan de esto. Mucho de lo que ha salido a la luz se sabe por libros de vida difícil y casi imposibles de encontrar, escritos en los noventa, cuando Berlusconi irrumpió en la política. El magnate persiguió a sus autores en los tribunales, perdiendo siempre, y luego desaparecieron de la circulación y no hubo reediciones. Raramente, por no decir nunca, estas historias se han abordado en televisión. Por supuesto no en sus cadenas ni en las públicas, y mucho menos cuando gobernaba él. Jamás la oposición ha dicho nada, por no alterar la presunción de inocencia, no alimentar su victimismo o cualquiera sabe por qué. Estas historias son en Italia algo como de eruditos y pesados. O más bien un tabú. Es uno de esos asuntos en los que es mejor no meterse. Pero vamos a meternos un poco, porque este señor sigue siendo muy importante y a menudo en el extranjero solo se le tiene por un simpático sinvergüenza, un cachondo mental. Además siempre ha controlado medios de comunicación en España, y lo sigue haciendo. También numerosos medios españoles están en poder o participados por empresas italianas, potencialmente influenciables en el pasado por alguien que era primer ministro y sigue siendo uno de los hombres más ricos y poderosos de Italia. Esto tampoco se dice mucho.

Si quieres saber más sobre la relación entre Silvio Berlusconi y la mafia, no dejes de leer Crónicas de la mafia, de Íñigo Domínguez.

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Crónicas de la mafia, de Íñigo Domínguez, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

¿Quiénes son los ‘Ángeles de la muerte’ y por qué debemos temerles?

¿Qué hace que un hombre o una mujer que se ha comprometido por ética profesional a cuidar a personas vulnerables o enfermas se desvíe de modo dramático de esa exigencia moral y llegue a convertirse en el asesino de esas mismas personas? Ésta es la cuestión que se dilucida aquí, y la respuesta ciertamente no es sencilla.

Los psiquiatras han cuñado la etiqueta diagnóstica de «síndrome de Munchhausen por proximidad» para describir a los padres (típicamente la madre) que hieren o enferman a sus hijos a propósito porque tienen la necesidad inconsciente  de ser atendidos y considerados padres competentes y abnegados. El nombre procede de un barón alemán que contaba historias extraordinarias e inventadas a sus amistades. El nombre oficial actual es Trastorno facticio (fingido) por poderes.

Cuando los padres llevan al hospital a sus hijos, una y otra vez, están diciendo al mundo «qué dura es su vida y cuánto quieren a sus hijos que siempre están dispuestos a ayudarles». No buscan incentivos externos, sólo satisfacer la necesidad patológica de ser valorados ante los demás. El mejor modo de demostrar que son padres sacrificados sería poner a las personas a las que más aman (sus hijos) en situación de riesgo -más o menos grave- para que, gracias a su entereza, reciban los cuidados que al final les devolverán la salud. Claro que, en determinados casos, la lesión o herida puede ser muy grave o tener complicaciones inesperadas, con el resultado de que esa ayuda llegue tarde o sea inefectiva, o que sean tantas las ocasiones en las que el niño enferma o sufre lesiones que finalmente no consigue sobrevivir.

Esta patología, sin embargo, sólo explicaría una parte de los llamados casos de los «ángeles de la muerte» -expresión que agrupa al personal sanitario o de prestación de cuidados que atiende a enfermos o personas vulnerables-, los casos en los que una enfermera, por ejemplo, busca esa sensación de reconocimiento y competencia haciendo enfermar a los niños a los que cuida para luego desvivirse en salvarles la vida o en cuidarlos de modo obsesivo. Podemos decir que aquí la madre ha sido sustituida por la enfermera. Ésta no quiere matar al niño al que atiende tan solícitamente, sólo ponerlo en peligro, herirlo, para al fin devolverle la salud… y de nuevo volver a empezar.

En efecto, la mayoría de los ángeles de la muerte no pretenden simular que salvan a alguien o no buscan cuidar con esmero al sujeto al que repetidamente enferman, sino que directamente persiguen matarlo. No, desde luego, nada más tener relación con él o ella, pero sí pasado un tiempo más o menos largo (semanas o meses, generalmente) como consecuencia de una determinada relación que el profesional ha establecido con su paciente, y cuyas claves para tomar la decisión de matarlo o dejarlo con vida no son siempre comprensibles. Lo único cierto es que son «sus pacientes», y que éstos pueden vincularse con su psicología mórbida de múltiples formas: el asesino puede considerarlo molesto, ofensivo o demasiado débil como pare merecer seguir viviendo. En otras ocasiones, raras, hay motivos económicos, o bien ciertos deseos de venganza por algún agravio que el cuidador pensó que no debió de recibir de quien ahora es su víctima. Tampoco podemos descartar en algunos casos un sentimiento erótico profundo derivado del acto de matar.

Si quieres conocer casos específicos de estos «ángeles de la muerte», no dejes de leer Perfiles criminales: un acercamiento a los asesinos en serie más famosos de la historia, de Vicente Garrido Genovés.

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Perfiles criminales: un acercamiento a los asesinos en serie más famosos de la historia, de Vicente Garrido Genovés, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Ariel.

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Los libros de Garrido, aparte de ser rigurosos, fascinan por su lenguaje divulgativo y por incluir siempre ejemplos reales.

¿A qué se deben las constantes manifestaciones de estudiantes alrededor del mundo?

Otra vez me han vuelto a enviar preguntas unos periodistas italianos… Otra vez les ha llamado muchísimo la atención el último «suceso extraordinario» que ha copado los titulares, pero, en esta ocasión, a diferencia de la última, no les preocupa el desahucio y la expulsión de los romaníes sino las propuestas callejeras de los estudiantes. Me preguntaron: «En estos momentos, hay manifestaciones de estudiantes por toda Europa. A estos jóvenes se les llama la generación Cero: cero oportunidades, porvenir cero. ¿Cómo podría reconstruirse el futuro de estos jóvenes? ¿Qué modelo de sociedad puede volver a llevar la esperanza a las personas de veinte años?». Algunos de mis interlocutores estaban claramente preocupados por el grado de violencia que acompañaba a dichas protestas estudiantiles. «Algunos provocadores iniciaron los incidentes, pero los manifestantes no los aislaron. ¿Hay en estos jóvenes algún tipo de rabia profunda? ¿En qué se parece a la que ya conocíamos de ocasiones pasadas? ¿Qué motivos pueden desencadenarla?».

Yo traté de aventurar algunas respuestas lo mejor que pude… Concretamente, dije lo siguiente: Hay sin duda bastante revuelo, que expresa una mezcla explosiva de temor justificado por el futuro y de búsqueda desesperada de vías de escape a la ansiedad y las ganas de bronca resultantes. Las probabilidades de estas explosiones sucesivas aumentan todavía más si cabe porque la población estudiantil se concentra, día tras día, en campus masificados (en una época en la que las concentraciones comparables de obreros industriales son cada vez más infrecuentes): la intensidad de la indignación, el grado de inflamabilidad y la inclinación a la violencia son factores que tienden a incrementarse cuanto mayor es el tamaño y la densidad de la multitud concentrada… En cuanto se produce la condensación adecuada, hasta los individuos más moderados y pacíficos pueden amalgamarse y cuajar en una multitud enfurecida.

Pero vamos a cuidarnos de extraer conclusiones precipitadas y de caer en la tentación de las inferencias fáciles. Es demasiado pronto para sacar conclusión alguna. En lo que sí deberíamos esforzarnos, sin embargo, es en no olvidar la necesidad de meditar detenidamente, aprender y absorber la espectacular lección que la actual agitación estudiantil nos enseña. Por desgracia, ese olvido podría comenzar en breve, desde el momento mismo en que terminen las manifestaciones por las calles y su «valor noticioso» deje de inflar los niveles de audiencia televisivos. La tendencia a olvidar y la vertiginosa velocidad del olvido son, para desventura nuestra, marcas aparentemente indelebles de la cultura moderna líquida. Por culpa de esa adversidad, tendemos a ir dando tumbos, tropezando con una explosión de ira popular tras otra, reaccionando nerviosa y mecánicamente a cada una por separado, según se presentan, en vez de intentar afrontar en serio las cuestiones que revelan.

La tribulación actual de los estudiantes (futuros titulados a quienes, cuando ingresaron en las universidades hace un par de años, se les prometieron puestos de trabajo fantásticos en cuanto acudieran al mercado laboral armados con sus títulos y eso era lo que esperaban obtener) es otra versión de la lastimosa suerte que han corrido también millones de compradores de viviendas, igualmente frustrados porque se les prometió y se les hizo creer que los valores inmobiliarios crecerían a perpetuidad y que, por consiguiente, no tendrían problema alguno en pagar sin esfuerzo el préstamo y los intereses de sus hipotecas. En ambos casos, se presupuso una prosperidad basada en una presunta disponibilidad ilimitada (de oportunidades de empleo en el primer caso; de crédito, en el segundo) y se creyó que ésta duraría indefinidamente. Cada vez fueron más las personas que compraron viviendas con préstamos cuyo pago no se podían permitir. Y cada vez más personas iban a la universidad soñando con puestos de trabajo a los que, siendo realistas, no podían aspirar sin obtener un título universitario. Como se ha hecho ya más evidente, las garantías en torno a la solidez de la situación anunciadas a bombo y platillo por los bancos, los emisores de tarjetas de crédito y los filósofos neoliberales, así como por los practicantes políticos del neoliberalismo, que manaban profusamente del optimismo oficial (y, por tanto, ¡dotado de toda la autoridad!) impregnando el estado de ánimo general de la población, fueron engañosas y, en buena medida, deshonestas. Ni el volumen de empleos de ensueño en la City y en los puestos de avanzada de la tecnología de vanguardia, ni la inflación de los precios inmobiliarios, ni el caudal del crédito al consumo son (ni, de hecho, podían ser) infinitos. La burbuja se hinchaba más allá de lo que daba de sí y tenía que estallar, como no tardó en hacer. Los estudiantes son unas de las víctimas más frustradas y exasperadas de ese estallido. También son las más activas y resueltas: intentan defenderse contra el daño perpetrado y contra quienes lo perpetraron. Después de todo, la combatividad, el espíritu de acción colectiva y la determinación para hacer frente común, hombro con hombro, son mucho más fáciles entre personas acostumbradas a congregarse diario en aulas, como es el caso de los estudiantes, que entre las dispersas y, en último término, aisladas víctimas de las ejecuciones hipotecarias, o entre los millones de trabajadores administrativos y fabriles recién despedidos, que se han acostumbrado a llorar y lamerse las heridas en solitario, cada uno por su cuenta.

Si quieres saber más sobre el origen de los conflictos estudiantiles alrededor del mundo, y de paso entender un poco más a nuestra sociedad, entonces lee Esto no es un diario, de Zygmunt Bauman.

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Esto no es un diario, de Zygmunt Bauman, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Paidós.

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Bauman es uno de los pensadores sociales más clarividentes de nuestra época

¿Quién carajos es Michel Foucault?

Cuando apareció la Historia de la locura, algunos historiadores franceses, de los mejor predispuestos (entre ellos, el autor de estas líneas) no advirtieron de entrada la trascendencia del libro. Foucault solamente mostraba -creí yo- que el proyecto que nos hemos formado de la locura ha variado mucho a través de los siglos. No nos decía nada nuevo; en definitiva, ya lo sabíamos: las realidades humanas revelan una contingencia radical (es la ya conocida «arbitrariedad cultural») o cuando menos son diversas y variables. No hay ni constantes históricas, ni esencias, ni objetos naturales. Nuestros antepasados tenían ideas muy extrañas acerca de la locura, la sexualidad, el castigo o el poder. Pero era como si admitiésemos calladamente que esos tiempos del error habían quedado atrás, que nosotros lo hacíamos mejor que nuestros abuelos y que conocíamos la verdad alrededor de la cual ellos habían estado dando vueltas. «Este texto griego habla del amor según la concepción que se tenía de él en la época», decíamos; pero ¿valía nuestra idea del amor más que la suya? No nos atreveríamos a asegurarlo, si hoy se nos plantease esa pregunta ociosa e inactual; pero ¿pensamos en ellos seriamente, intelectualmente? Foucault se detuvo a pensar seriamente en la cuestión.

Yo no entendí que Foucault estaba participando sin decirlo en un gran debate del pensamiento moderno: ¿la verdad es o no adecuación a su objeto, se parece o no a lo que enuncio, tal y como el sentido común supone? A decir verdad, cuesta ver por dónde acertaríamos a saber si es parecida, puesto que no tenemos otra fuente de información que nos permita confirmarlo, pero pasemos. Para Foucault, al igual que para Nietzsche, William James, Austin, Wittgenstein, Ian Hacking y muchos otros, cada uno con sus puntos de vista, el conocimiento no puede ser el espejo fiel de la realidad; al igual que Richard Rorty, Foucault no cree en ese espejo, en esa idea «especular» del saber; según él, el objeto en su materialidad no puede separarse de los marcos formales a través de los cuales lo conocemos y que Foucault, con una palabra mal elegida, llama «discurso». Todo está ahí.

Mal entendida, esta noción de la verdad como no correspondencia con lo real ha llevado a creer que, según Foucault, los locos no estaban locos y que hablar de locura era ideología; incluso Raymond Aron interpretaba así la Historia de la locura y me lo dijo sin ambages. La locura es demasiado real, basta ver un loco para saberlo, protestaba, y tenía razón: el propio Foucault profesaba que la locura, a pesar de no ser lo que su discurso dijo, ha dicho y dirá de ella, tampoco «no era nada».

¿Qué es entonces lo que Foucault entiende por discurso? Algo muy sencillo: es la descripción más precisa, más exacta de una formación histórica en su desnudez, es la puesta al día de su última diferencia individual.

Si quieres saber más sobre la figura y obra de Michel Foucault, uno de los filósofos más importantes del siglo XX, entonces no dejes de leer Foucault: Pensamiento y vida, de Paul Veyne.

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Foucault: Pensamiento y vida, de Paul Veyne, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Paidós.

Procomún colaborativo: el sistema económico que llegó para derrocar al capitalismo

En la escena mundial está apareciendo un sistema económico nuevo: el procomún colaborativo. Es el primer paradigma económico que ha arraigado desde la llegada del capitalismo y el socialismo, a principios del siglo XIX. El procomún colaborativo está transformando nuestra manera de organizar la vida económica y ofrece la posibilidad de reducir las diferencias en ingresos, de democratizar la economía mundial y de crear una sociedad más sostenible desde el punto de vista ecológico.

Ya estamos presenciando la aparición de una economía híbrida, en parte mercado capitalista y en parte procomún colaborativo, dos sistemas económicos que suelen actuar conjuntamente y que, a veces, compiten entre sí. Se benefician de las sinergias que surgen a lo largo de sus perímetros respectivos y, al mismo tiempo, se añaden valor mutuamente. En otras ocasiones se oponen con fuerza y cada uno intenta absorber o sustituir al otro.

La pugna entre estos dos paradigmas económicos rivales será prolongada y muy reñida. Pero incluso en esta etapa tan temprana, está quedando cada vez más claro que el sistema capitalista, que ha ofrecido una narración convincente de la naturaleza humana y un marco organizativo general para la vida cotidiana comercial, social y política de la sociedad durante más de diez generaciones, ya ha alcanzado su apogeo y ha iniciado su lento declive. Sospecho que el capitalismo seguirá formando parte del panorama social, pero dudo que siga siendo el paradigma económico dominante de la segunda mitad del siglo XXI.

Aunque los indicadores de la gran transición a un sistema económico nuevo aún son endebles y en gran medida anecdóticos, el procomún colaborativo está en alza y es probable que hacia 2050 se establezca como el árbitro principal de la vida económica en la mayor parte del mundo. El capitalismo habrá dejado de reinar, pero seguirá prosperando una forma de capitalismo más racionalizado y práctico que hallará suficientes vulnerabilidades que explotar, sobre todo como agregador de servicios y soluciones en red, lo cual le permitirá desempeñar un papel importante en la nueva era económica. Estamos entrando en un mundo que, en parte, se encuentra más allá de los mercados, un mundo en el que aprendemos a convivir en un procomún colaborativo mundial cada vez más interdependiente.

Comprendo que esto sea inconcebible para la mayoría de la gente porque estamos condicionados para creer que el capitalismo es tan indispensable para nuestro bienestar como el aire que respiramos. Sin embargo, a pesar de los intentos de filósofos y economistas que durante siglos han afirmado que sus supuestos operativos reflejan las leyes que rigen la naturaleza, los paradigmas económicos no son fenómenos naturales, sino simples constructos humanos.

Como paradigma económico, el capitalismo ha tenido mucho éxito. Aunque su trayectoria ha sido relativamente breve en comparación con otros paradigmas económicos de la historia, es de justicia reconocer que su impacto tanto positivo como negativo en la aventura humana quizá haya sido más profundo y más amplio que el de ninguna otra era económica, con la excepción de la transición de la caza-recolección a la agricultura.

Lo irónico es que el declive del capitalismo no se debe a ninguna fuerza hostil. Frente al edificio capitalista no se agolpan hordas dispuestas a echar sus puertas abajo. Todo lo contrario. Lo que está socavando el sistema capitalista es el éxito enorme de los supuestos operativos que lo rigen. En el núcleo del capitalismo, en el mecanismo que lo impulsa, anida una contradicción que lo ha elevado hasta lo más alto y que ahora lo aboca a su fin.

Si quieres saber de qué estamos hablando, entonces no puedes perderte La sociedad de costo marginal cero: el internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo, de Jeremy Rifkin.

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La sociedad de costo marginal cero: el internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo, de Jeremy Rifkin, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Paidós.

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Jeremy Rifkin, el analista de tendencias económicas más importante de nuestro tiempo, nos acompaña en un viaje hacia un futuro que va más allá del sistema capitalista

El neoextractivistmo: un modelo económico que está acabando con los recursos naturales y la paz social

Un boom de los commodities incentivado por la demanda de energía, minerales y metales industriales, productos agroalimentarios y otros recursos naturales por parte de la industria y de la creciente clase media asiática (especialmente de China), combinado con la especulación financiera sobre los mercados de commodities, ha provocado que los precios de las exportaciones de materias primas a lo largo de la última década se disparen, generando ganancias extraordinarias para el capital extractivo en todo el mundo, incluyendo los países latinoamericanos supuestamente progresistas. Los elevados precios de los commodities mantienen una tendencia de crecimiento continuo de las exportaciones, al tiempo que las oportunidades de tener mayores ganancias están llevando a las inversiones de carácter global a la exploración y extracción (perforación, minería, procesamiento intensivo, cosecha, etc.) de minerales, metales, combustibles fósiles (petroleo y gas), productos agroalimentarios, biogás y combustibles. Debido al implacable afán de lucro, estas actividades -dirigidas por las empresas multinacionales en esos países-han expandido y extendido la frontera extractiva hacia áreas remotas donde aún quedan enormes reservas sin explotar de minerales, fuentes de energía y productos agroalimentarios. Como resultado, Latinoamérica se ha convertido en  escenario de importantes conflictos sociales por los derechos territoriales de la tierra, el agua y los recursos naturales. Los territorios y comunidades indígenas se encuentran en el borde tanto de la frontera del capital extractivo como de los conflictos sociales relacionados.

Estos conflictos -y las presiones y luchas asociadas a ellos- enfrentan a los movimientos indígenas y campesinos con los agentes del capital global y, muy a menudo, con los estados-nación en los que se localizan las actividades extractivas y las comunidades indígenas. Ante esta situación, las comunidades indígenas y campesinas que se encuentran en las zonas donde se ubican los tan condiciados recursos y donde estos son extraídos se enfrentan a las fuerzas y a las condiciones que llevan al despojo de sus tierras, a la pérdida de su sustento, al robo y el saqueo de los recursos del subsuelo, a la degradación del medio ambiente y de su hábitat y, también, a la privatización, comercialización y contaminación del agua, de la cual dependen no solo su sustento, su salud y su bienestar, sino también su vida misma. Al mismo tiempo, mientras las compañías mineras obtienen ganancias caídas del cielo gracias a que se han montado en la ola de los precios crecientes asociados al boom de los commodities, los gobiernos han llegado a depender cada vez más de la inversión extranjera directa (IED) para la extracción de la riqueza de recursos naturales de sus países, así como de los ingresos públicos recaudados en el proceso derivado de las rentas procedentes de los recursos.

El punto en cuestión en estos acontecimientos -el neoextractivismo, según el término que se utiliza en latinoamérica- es la dinámica de un sistema en crisis. Esta dinámica de desarrollo capitalista -la cual se basa en una frontera extractiva en expansión con conflictos sociales cada vez más intensos por los derechos territoriales, la tierra, el agua y los recursos naturales asociados- puede verse a través del cristal de la lucha de clases, los conflictos políticos y las guerras por los recursos que han acompañado al proceso de extracción. El proceso de acumulación de capital y el proyecto de desarrollo asociado a él se han alejado del énfasis en la explotación de un «suministro ilimitado de plustrabajo» generado por el desarrollo capitalista de la agricultura (la extracción de plusvalor) y se han dirigido hacia la extracción y explotación de los recursos naturales. Esta es una forma de ver y comprender la dinámica política del conflicto y las fuerzas rivales desencadenadas  por el mecanismo de funcionamiento del capital extractivo y el capitalismo rentista contra el telón de fondo de un sistema en crisis: como un proceso de desarrollo de las fuerzas de producción al interior de un sistema capitalista y de su marco institucional y político. Otra forma de ver este proceso consiste en centrarse en la dinámica de lo que podríamos llamar el Estado imperial -el Estado capitalista que se encuentra en el núcleo del sistema y que activamente al capital extractivo-, que despeja el camino para la operación del capital extractivo y respalda estas operaciones con el poder que tiene a su disposición; un proyecto que, generalmente, se ha descrito y entendido apropiadamente como imperialismo.

Si quieres entender cómo el neoextractivismo está acabando con los recursos naturales y provocando numerosos conflictos sociales, no dejes de leer El Neoextractivismo, de Henry Veltmeyer y James Petras.

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El Neoextractivismo, de Henry Veltmeyer y James Petras, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

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James Petras | Henry Veltmeyer

¿Un modelo posneoliberal de desarrollo o el imperialismo del siglo XXI?

Segunda lección para ser influyente: enseña a la gente cómo tratarte

El mundo antiguo entendió muy bien que cada quien le enseña al otro cómo tratarnos. El decoro en el mundo romano servía para dar el estilo correcto a la ocasión. Pero en la actualidad, en la vida moderna, también importa. Si caminas en una habitación con confianza y una autoridad calmada, te tratarán con respeto. Si te escabulles de manera nerviosa, no debería sorprenderte que obtengas una respuesta menos positiva. Depende de ti.

Debes ser como un piloto de avión. Necesitamos saber que estamos seguros en tus manos. Hace 20 años, uno de mis clientes estaba en el aeropuerto de Gatwick, Inglaterra, escuchando a los pilotos comunicándose con la torre de control de tráfico aéreo. Dos décadas después todavía puede recordar la voz calmada, grave y resonante del piloto del vuelo de American Airlines con destino a Chicago. La sensación de seguridad y confianza que la voz transmitía es algo que recuerda hasta el día de hoy. Una voz que decía: «estás seguro en mis manos».

Lo que hizo al piloto tan memorable fue su habilidad de comunicar, sólo con la voz, el balance entre su credibilidad, su estatus como piloto experto y el cuidado y conexión que tenía con sus pasajeros.

Ese equilibrio es que quiero que explores. ¿Qué les transmite tu estilo a los demás? ¿Eres un piloto de avión en la vida, creíble y con autoridad? O ¿eres la aeromoza, amigable y servicial?

En particular, lo que debes entender es que puedes cambiar entre la habilidad de status (piloto de avión) y de conexión (sobrecargo amigable). Éstas son herramientas directas que todos podemos alcanzar. Son prácticas y te ayudarán a mejorar de inmediato tu gravitas y tu poder de forma amigable.

La gravitas no es una constante. Es líquida, fluida y menguante. El sociólogo Max Weber dijo sobre el carisma, la audiencia te otorga tu gravitas momento a momento. Cuando entiendes la dinámica del decoro puedes cambiar y dirigir de forma sutil la atención de tu público.

Si quieres lograr el equilibrio adecuado entre credibilidad y aproximación puedes aprender mucho de los buenos presentadores de noticias. Ellos deben hacer el balance perfecto entre «tómame en serio» y «soy un ser humano compasivo y amigable». Todas las noches. Tienen un término para eso: pasión creíble. La pasión creíble (o compasión creíble si prefieres) es la ecuación gravitas en acción, es decir, tu conocimiento y tu pasión combinadas.

Si quieres aprender a desarrollar tu pasión creíble y obtener una mayor influencia sobre los demás, entonces no dejes de leer El método gravitas: los siete pasos para comunicarte con confianza, influencia y autoridad, de Caroline Goyder.

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El método gravitas: los siete pasos para comunicarte con confianza, influencia y autoridad, de Caroline Goyder, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Ariel.

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Caroline Goyder

Los siete pasos para comunicarte con confianza, influencia y autoridad

El hijo de Sam, el asesino serial más sanguinario de Nueva York

Después de una adolescencia problemática, atormentada, en la que destacó por sus incontables incendios y ataques contra la propiedad, David Berkowitz llegó a la veintena sin alcanzar la paz. Al revés. No dudaba en disparar contra los perros del vecindario (su obsesión con los perros era obvia) y enviar cartas anónimas con amenazas.

En 1975, su comportamiento agresivo se agudizó. En noviembre decidió encerrarse en su habitación, tapando las ventanas para que no entrase la luz, para llevar una vida de ermitaño. Sólo salía para comprar comida. Metido en su apartamento, aislado, su mente empezó a llenarse de ira y agresividad. Pintaba en la pared mensajes crípticos que lo incitaban todavía más a la violencia, y su única distracción consistía en masturbarse y comer.

El 28 de julio de 1976 salió de caza con su revólver escondido dentro de una bolsa de plástico. Empezaba así una historia de terror en Nueva York, ciudad de la que Berkowitz iba a convertirse en su asesino más célebre.

Era la una de la madrugada, y las amigas Jody Valenti, estudiante de enfermería, y Donna Lauria, enfermera, charlaban dentro de un coche en el Bronx, Nueva York. Berkowitz las vio y aparcó su automóvil. Luego caminó hacia donde estaban las dos chicas y disparó cinco veces. Las ventanillas saltaron en pedazos. El cargador estaba ya vacío, pero él, fascinado, seguía apretando el gatillo de forma maquinal. Donna Lauria murió por un disparo en el cuello. Su amiga Jody logró sobrevivir. Una bala le atravesó el muslo. David confesaría más tarde que sentía verdadero amor por su primera víctima, que le esperaría en el cielo.

Berkowitz tardó otros tres meses en sentir el ansia de matar, cuando de nuevo volvió a «oír las voces demoníacas» que, según él, le impelían a hacerlo.

Si quieres leer la historia completa de El hijo de Sam, el asesino serial más famoso de Nueva York, entonces no te puedes perder Perfiles criminales: un acercamiento a los asesinos en serie más famosos de la historia, de Vicente Garrido Genovés.

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Perfiles criminales: un acercamiento a los asesinos en serie más famosos de la historia, de Vicente Garrido Genovés, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Ariel.

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Los libros de Garrido, aparte de ser rigurosos, fascinan por su lenguaje divulgativo y por incluir siempre ejemplos reales.