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La adicción a las drogas en el Tercer Reich

Sustancias como la metanfetamina tuvieron un enorme consumo entre los más altos dirigentes del nacionalsocialismo

Sobre el Estado nazi se había escrito todo o, al menos eso es lo que se pensaba; sin embargo, no es sino hasta hoy cuando se aborda de manera ampliamente documentada el insospechado consumo de llamada “droga del horror” o crystal meth que explica muchas de las decisiones que se tomaron durante el III Reich.

En High Hitler, publicado por editorial Crítica, su autor Norman Ohler sostiene que Adolfo Hitler era un adicto a la metanfetamina y a otros opiáceos fuertes, y que el régimen del terror que lideró actuó de manera hipócrita, ya que, aunque oficialmente prohibía el consumo de drogas, su uso fue una de las claves exitosas que permitió su encumbramiento.

Ohler se topó con los diarios del doctor Theodor Morell, el médico de cabecera de Hitler, y en ellos encontró el punto de partida de una investigación de años en los Archivos Federales de Alemania para descifrar cómo se reflejó en el Paciente A, la identificación que ocultaba al Führer, y en sus decisiones el consumo habitual del pervitin, la forma más pura de la hoy proscrita metanfetamina, y la cocaína.

“Su medicamento habitual para mitigar los dolores aparecidos en la zona nasal, laríngea y auditiva a consecuencia de las lesiones en los tímpanos era, precisamente, aquel ‘veneno de la degeneración judía’ que los nazis censuraban: la cocaína”, revela Ohler. “La elección de esta sustancia es menos caprichosa de lo que parece”.

Y al consumo habitual de esa sustancia se sumaron otras que, al escasear muy cerca de la debacle nazi, permitió conocer hasta qué punto la dependencia a las drogas había hecho mella en el poderoso Führer.

 “El final de la última batalla estaba cerca y Hitler había dejado definitivamente de estar drogado, había perdido su éxtasis de Führer”, dice. “Seriamente perjudicado y con enormes esfuerzos, serpenteaba por los pasillos enterrados en las catacumbas del búnker, con el torso inclinado hacia delante, arrastando los pies, ladeándose a la derecha y apoyándose en la pared para ir de la zona de vivienda a la sala de reuniones. Ya no tenía fuerzas para mostrarse tal y como le gustaria que lo vieran”.

Norman Ohler (Alemania, 1970). Estudió periodismo en la Universidad de Hamburgo y cursó estudios de ciencias culturales y filosofía. Ha sido corresponsal en Ramallah, Palestina, y ha escrito guiones cinematográficos. High Hitler es su primera obra de no ficción, resultado de una investigación de cinco años en archivos alemanes y estadounidenses. Otros libros publicados: Las novelas Die Quotenmaschine (1998), Mitte (2001) y Ponte City (2003).

Lee el primer capítulo en el siguiente enlace:

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El abuso sistemático de las drogas en el régimen nazi.

Todo lo que querías saber sobre el estrés pero nunca habías preguntado

¿Por qué el estrés en lugar de salvarnos de una dificultad, de un peligro que nos amenaza, se convierte en un problema para la salud? ¿Por qué esta compleja interacción de nervios, músculos hormonas, órganos y sistemas que constituyen el estrés pueden desencadenar irritabilidad, insomnio, dolores de cabeza, taquicardia, diabetes, demencia, cáncer o un infarto de miocardio?

El estrés es un mecanismo de supervivencia que forma parte de la vida diaria de las personas, los animales, las bacterias e incluso de las plantas. Es un mecanismo fisiológico que, cuando se pone en marcha a su debido tiempo y con la intensidad precisa, no solo no causa daño, sino que casi siempre permite al organismo superar situaciones críticas, mantener su capacidad de reproducción o salvar su vida. Veamos algunos ejemplos.

Cuando una planta sufre una sequía, responde con lo que los agrónomos denominan «estrés hídrico»: pierde hojas y frutos para ahorrar agua y sólo mantiene las funciones mínimas para sobrevivir hasta que vuelven las lluvias. Otra situación parecida puede darse en un rebaño de ovejas que apenas tenga hierba que comer. En este caso, la hambruna pone en marcha una respuesta de estrés que inhibe la reproducción en las hembras hasta que se produzcan mejores condiciones para ello. Por ejemplo, la ausencia de vegetales y la falta de animales ocasiona que una tribu de cromañones apenas tengan comida con la que saciar su hambre. La falta de nutrientes desencadena en ellos una respuesta de estrés que tiene por misión permitir su supervivencia hasta que logren encontrar alimento.

El problema surge cuando esa respuesta de estrés es excesiva, desproporcionada o se reitera de manera constante a lo largo de días, meses o años. La sequía se prolonga tanto, que la planta se seca; el rebaño de ovejas no se reproduce y los adultos desaparecen; los individuos más débiles de la tribu de cromañones van muriendo por la falta de nutrientes indispensables para mantener la vida.

Pero el estrés crónico es un suceso raro en la naturaleza. Para la mayoría de los seres vivos (incluidos nuestros ancestros paleolíticos) y en las más variadas circunstancias, la respuesta de estrés frente a un determinado acontecimiento que pone en riesgo su vida o su reproducción es siempre una crisis transitoria: o se acaba la crisis (vuelven las lluvias) o se acaba el ser vivo que la padece (se secan las plantas, desaparecen los herbívoros, mueren los cromañones). Hay algunas excepciones, como veremos más adelante.

La situación en el ser humano moderno, sobre todo en el que habita en países desarrollados y opulentos, es diferente a la de nuestros ancestros o a la de seres humanos que aún viven hoy en condiciones paleolíticas. Nosotros podemos estar sometidos a diferentes amenazas que nuestro cerebro interpreta como un riesgo para nuestra vida y nuestra reproducción, y que persisten durante semanas o años. En estas condiciones, los mediadores hormonales y nerviosos que se liberan para organizar y controlar la reacción de estrés, así como los cambios metabólicos, inmunológicos y cardiovasculares que se desencadenan como parte de la reacción de estrés, en lugar de cumplir su función beneficiosa (resolver el conflicto), cronifican sus efectos, se tornan agresores del propio organismo y desarrollan todas las enfermedades relacionadas con el estrés.

Por eso es fundamental que tengamos una idea precisa de qué es realmente el estrés; esta es la única vía para prevenirlo y tratar con eficacia sus consecuencias negativas.

Si quieres saber todo sobre el estrés y cómo evitarlo, entonces lee El mono estresado, de José Enrique Campillo Álvarez.

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El mono estresado, de José Enrique Campillo Álvarez, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

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Todo lo que usted necesita saber sobre el estrés, su prevención y su tratamiento, como nadie supo contarle.

La terrible y mala suerte de Silvio Berlusconi

Hay gente con muy mala suerte en la vida. Uno de los casos más graves es el de Silvio Berlusconi, aunque sea uno de los hombres más ricos de Italia. Ha estado siempre, de una u otra manera, no se sabe cómo, rodeado de la Mafie y esto le ha creado molestos problemas, no solo de imagen. Debe quedar claro desde el principio: nunca le han condenado por nada de esto. Pero es una situación especialmente incómoda para un millonario y además primer ministro de Italia, país del G-8, en 1994, de 2001 a 2006 y de 2008 a 2011. Y que aún sigue activo. Ya se habrán ido fijando en las páginas anteriores que a medida que nos acercamos a la actualidad empieza a aparecer su nombre, y verán cómo ahora van a ir desfilando por sorpresa personajes muy gordos que ya hemos conocido.

Esto de Berlusconi y la Mafie es una cuestión muy ignorada. Quizá también es casualidad, pero a lo mejor hasta es deliberado. Es decir, algo silenciado. Prueben a buscar en una librería italiana alguno de los libros que hablan de esto. Mucho de lo que ha salido a la luz se sabe por libros de vida difícil y casi imposibles de encontrar, escritos en los noventa, cuando Berlusconi irrumpió en la política. El magnate persiguió a sus autores en los tribunales, perdiendo siempre, y luego desaparecieron de la circulación y no hubo reediciones. Raramente, por no decir nunca, estas historias se han abordado en televisión. Por supuesto no en sus cadenas ni en las públicas, y mucho menos cuando gobernaba él. Jamás la oposición ha dicho nada, por no alterar la presunción de inocencia, no alimentar su victimismo o cualquiera sabe por qué. Estas historias son en Italia algo como de eruditos y pesados. O más bien un tabú. Es uno de esos asuntos en los que es mejor no meterse. Pero vamos a meternos un poco, porque este señor sigue siendo muy importante y a menudo en el extranjero solo se le tiene por un simpático sinvergüenza, un cachondo mental. Además siempre ha controlado medios de comunicación en España, y lo sigue haciendo. También numerosos medios españoles están en poder o participados por empresas italianas, potencialmente influenciables en el pasado por alguien que era primer ministro y sigue siendo uno de los hombres más ricos y poderosos de Italia. Esto tampoco se dice mucho.

Si quieres saber más sobre la relación entre Silvio Berlusconi y la mafia, no dejes de leer Crónicas de la mafia, de Íñigo Domínguez.

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Crónicas de la mafia, de Íñigo Domínguez, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

El neoextractivistmo: un modelo económico que está acabando con los recursos naturales y la paz social

Un boom de los commodities incentivado por la demanda de energía, minerales y metales industriales, productos agroalimentarios y otros recursos naturales por parte de la industria y de la creciente clase media asiática (especialmente de China), combinado con la especulación financiera sobre los mercados de commodities, ha provocado que los precios de las exportaciones de materias primas a lo largo de la última década se disparen, generando ganancias extraordinarias para el capital extractivo en todo el mundo, incluyendo los países latinoamericanos supuestamente progresistas. Los elevados precios de los commodities mantienen una tendencia de crecimiento continuo de las exportaciones, al tiempo que las oportunidades de tener mayores ganancias están llevando a las inversiones de carácter global a la exploración y extracción (perforación, minería, procesamiento intensivo, cosecha, etc.) de minerales, metales, combustibles fósiles (petroleo y gas), productos agroalimentarios, biogás y combustibles. Debido al implacable afán de lucro, estas actividades -dirigidas por las empresas multinacionales en esos países-han expandido y extendido la frontera extractiva hacia áreas remotas donde aún quedan enormes reservas sin explotar de minerales, fuentes de energía y productos agroalimentarios. Como resultado, Latinoamérica se ha convertido en  escenario de importantes conflictos sociales por los derechos territoriales de la tierra, el agua y los recursos naturales. Los territorios y comunidades indígenas se encuentran en el borde tanto de la frontera del capital extractivo como de los conflictos sociales relacionados.

Estos conflictos -y las presiones y luchas asociadas a ellos- enfrentan a los movimientos indígenas y campesinos con los agentes del capital global y, muy a menudo, con los estados-nación en los que se localizan las actividades extractivas y las comunidades indígenas. Ante esta situación, las comunidades indígenas y campesinas que se encuentran en las zonas donde se ubican los tan condiciados recursos y donde estos son extraídos se enfrentan a las fuerzas y a las condiciones que llevan al despojo de sus tierras, a la pérdida de su sustento, al robo y el saqueo de los recursos del subsuelo, a la degradación del medio ambiente y de su hábitat y, también, a la privatización, comercialización y contaminación del agua, de la cual dependen no solo su sustento, su salud y su bienestar, sino también su vida misma. Al mismo tiempo, mientras las compañías mineras obtienen ganancias caídas del cielo gracias a que se han montado en la ola de los precios crecientes asociados al boom de los commodities, los gobiernos han llegado a depender cada vez más de la inversión extranjera directa (IED) para la extracción de la riqueza de recursos naturales de sus países, así como de los ingresos públicos recaudados en el proceso derivado de las rentas procedentes de los recursos.

El punto en cuestión en estos acontecimientos -el neoextractivismo, según el término que se utiliza en latinoamérica- es la dinámica de un sistema en crisis. Esta dinámica de desarrollo capitalista -la cual se basa en una frontera extractiva en expansión con conflictos sociales cada vez más intensos por los derechos territoriales, la tierra, el agua y los recursos naturales asociados- puede verse a través del cristal de la lucha de clases, los conflictos políticos y las guerras por los recursos que han acompañado al proceso de extracción. El proceso de acumulación de capital y el proyecto de desarrollo asociado a él se han alejado del énfasis en la explotación de un «suministro ilimitado de plustrabajo» generado por el desarrollo capitalista de la agricultura (la extracción de plusvalor) y se han dirigido hacia la extracción y explotación de los recursos naturales. Esta es una forma de ver y comprender la dinámica política del conflicto y las fuerzas rivales desencadenadas  por el mecanismo de funcionamiento del capital extractivo y el capitalismo rentista contra el telón de fondo de un sistema en crisis: como un proceso de desarrollo de las fuerzas de producción al interior de un sistema capitalista y de su marco institucional y político. Otra forma de ver este proceso consiste en centrarse en la dinámica de lo que podríamos llamar el Estado imperial -el Estado capitalista que se encuentra en el núcleo del sistema y que activamente al capital extractivo-, que despeja el camino para la operación del capital extractivo y respalda estas operaciones con el poder que tiene a su disposición; un proyecto que, generalmente, se ha descrito y entendido apropiadamente como imperialismo.

Si quieres entender cómo el neoextractivismo está acabando con los recursos naturales y provocando numerosos conflictos sociales, no dejes de leer El Neoextractivismo, de Henry Veltmeyer y James Petras.

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El Neoextractivismo, de Henry Veltmeyer y James Petras, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

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James Petras | Henry Veltmeyer

¿Un modelo posneoliberal de desarrollo o el imperialismo del siglo XXI?

¿Cuál era el verdadero nombre de ‘El Padrino’?

Don Vito Corleone se llamaba así por casualidad. El agente de aduanas que lo registró a su llegada a Estados Unidos cuando era un niño escribió por error el nombre de su pueblo, no su apellido, Andolini. Lo cuenta «El Padrino», la película de Francis Ford Coppola de 1972 basada en la novela de Mario Puzo, de 1969, que popularizó a la Mafia. En realidad hizo algo más que eso: construyó unb estereotipo en un caso extraordinario de simbiosis entre cine y realidad.

Puzo no había visto un mafioso en su vida. El propio Puzo su «vergüenza» por haber escrito el libro sin haber visto ninguno: «Lo escribí por el dinero. Tenía cuarenta y cinco años y estaba cansado de ser un artista. Además debía 20 mil dólares a familiares y bancos». Lo cuenta en «The Godfather Papers & other confessions». Esta frase es citada a menudo por los detractores de «El Padrino», sobre todo de la comunidad italoamericana, que solo ven un cúmulo de falsos estereotipos.

Por lo menos, Puzo se documentó a base de bien. Para empezar, con el material que había salido a la luz en el primer gran proceso público a la Mafia en Estados Unidos, el de la Comisión Kefauver del Senado (1950-1951), que se propuso investigar el crimen organizado llamando a declarar a gángsters de todo el país. Fue televisado en directo y fue un acontecimiento en su época. Alcanzó su máxima audiencia cuando testificó con su voz afónica el gángster Frank Costello, primer modelo del personaje de don Vito. Lo mejor de todo es que no se le veía, porque sus abogados exigieron que no se encuadrara su cara. En la imagen solo aparecían sus manos nerviosas y se oía su voz raspada, resultado de una operación de las cuerdas vocales cuando era joven. Coppola le mandó los videos a Marlon Brando para que se inspirara, y a partir de unas manos y una voz él puso lo que le faltaba al personaje. Costello en realidad se llamaba Francesco Castiglia y en ese caso él se cambió el nombre. Todos los capos italoamericanos lo hicieron para adaptarse o, como Lucky Luciano, para renegar de sus raíces.

Si quieres saber más sobre la Mafia de la vida real y la Mafia de las películas, no dejes de leer Crónicas de la mafia, de Íñigo Domínguez.

Crónicas de la mafia - Portada

Crónicas de la mafia, de Íñigo Domínguez, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

Al parecer, Porfirio Díaz no fue un presidente tan jodido como nos dijeron

Pocos dictadores en la historia de América Latina son tan conocidos como Porfirio Díaz. La historiografía (la escritura de la historia) sobre la época porfiriana siempre ha sido un tema de controversia, y uno que ha inspirado un sinfín de mitologías, no solo por las inevitables asociaciones políticas negativas con un régimen derrocado por una revolución, sino por el simple hecho -supremamente irónico, por cierto- de que es en esta época cuando se establece por primera vez en la historia de México la consolidación de una narrativa nacional coherente y la versión de una historia patria liberal que fue evolucionando con los textos clásicos de finales de siglo XIX: Vicente Riva Palacio, Justo Sierra, Emilio Rabasa, por mencionar solamente los textos más conocidos. La gran ironía consiste en que a la poderosa visión posrevolucionaria de la historia patria se han incorporado partes de la versión liberal decimonónica -sobre todo de la Insurgencia (personalizada, como siempre, en las figuras de Hidalgo y Morelos) y de la Reforma (en la figura de Juárez)- pero que excluyó tajantemente por tanto tiempo a su progenitor, Porfirio Díaz, y al régimen porfiriano que dio luz a la historia patria oficial en México, y también a los mismos cultos a Hidalgo, Morelos y, sobre todo, a Juárez, el culto más perdurable hoy en día. En ese sentido, tenemos que entender que la época que conocemos como el «porfiriato» (una etiqueta que se pondrá adelante en tela de juicio) es, al mismo tiempo, creadora y víctima de poderosas mitologías históricas.

También es muy cierto que las versiones más satanizadas se han ido desmoronando y revisando en los últimos treinta años. Compárense, por  ejemplo, los dos comentarios de Octavio Paz sobre el régimen de Díaz (uno de 1950, el otro de 1986), que sirven de epígrafe de este capítulo. Pero el compás del revisionismo historiográfico ha seguido distintos ritmos en sus distintos ámbitos -el historiográfico y el político-. Ahora en la historiografía profesional se puede afirmar que la renuencia a estudiar temas porfirianos murió hace tiempo. Como indicaron Mauricio Tenorio Trillo y Aurora Gómez Galvarriato en un análisis de la historiografía porfiriana, publicado en 2006, el porfiriato (etiqueta que no cuestionan) «ha dejado de ser un no tema». Este cambio profundo en la historiografía profesional se refleja en la nueva versión de los libros de texto que ahora presentan una imagen más positiva de un porfiriato modernizador, una versión que por cierto ha influido mucho en la percepción de la nueva generación de jóvenes escolares mexicanos sobre esta época. En cambio, en la esfera pública y política, los cambios en la satanización de la figura de Díaz y su régimen han sido más lentos, y más difíciles de erradicar.

Extracto de Porfirio Díaz: entre el mito y la historia, de Paul Garner.

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Porfirio Díaz: entre el mito y la historia, de Paul Garner, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

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Paul Garner

Porfirio Díaz es una de las figuras más controvertidas de la historia de México, tanto, que a cien años de su muerte en París, sus restos todavía reposan en el exilio.

En algunos lugares, el grafito de los lápices era tan preciado como los diamantes

Quizá el lago Windermere, en el noroeste de Inglaterra, le haga pensar en poetas o, si usted ha crecido con libros infantiles ingleses, en aventuras de adolescentes menos preocupados por brujas y vampiros que por golondrinas y amazonas. Gente que vivió de su lápiz, en cualquier caso. ¿O quizá abría que decir de su pluma? No vemos a autores serios en su estudio trabajando con lápiz. En general consideramos que los lápices sirven sobre todo para que los niños hagan sus tareas en casa, o para otros que necesitan borrar sus frecuentes errores.

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Nunca ha habido carencia de tinta, tradicionalmente una mezcla de sales de hierro, agua y taninos, los compuestos de gusto amargo en el té y en el vino. Siempre hay mucha materia negra con la que escribir poemas y firmar sentencias de muerte. Pero el lápiz es una historia diferente. Lejos de ser solo para niños, era, y es, una herramienta esencial para artistas, ingenieros, carpinteros y arquitectos. En la escuela de ingeniería a finales de los años ochenta todavía hacíamos (algunos de nosotros al menos) bellos dibujos a lápiz de reactores de acero inoxidable de doble capa. Y cuatro años antes, en el ejército, cerca del círculo polar, ¿escribíamos nuestras órdenes y descifrábamos los mensajes de radio entrantes con bolígrafos? Desde luego que no; de hecho, esto estaba prohibido porque la tinta en un bolígrafo puede congelarse con facilidad.grafitoEl «plomo» del lápiz (que obviamente no es plomo como el elemento 82, sino otra cosa) nos lleva a esos verdes valles del Lake District y Cumbria, Inglaterra, un lugar tan improbable para un centro de tecnología de la información como lo son los naranjales que rodean Palo Alto. La diferencia es que en la California de los años detenta lo importante no eran las minas de silicio locales, sino las personas dedicadas. En Borrowdale a finales del siglo XVI, era el interior de la propia montaña lo que hacía la diferencia, pues allí se encontraba el material con el que hacer plomo para lápices.

mina de grafito

No es que las personas no fueran importantes. El espíritu emprendedor se manifestaba de diferentes maneras. «Black Sal», por ejemplo, que trabajaba en la pequeña ciudad de Keswick próxima a Borrowdale, era el presunto jefe de una red de contrabando de plomo para lápices a comienzos del siglo XVIII. El precioso cargamento era arrastrado por el rugoso terreno hasta el mar de Irlanda, donde los barcos que esperaban podían llevar la plombagina al continente. La minería clandestina que alimentaba el negocio del contrabando estaba a la orden del día, y también se registraron uno o dos robos a manos armada en las minas. En definitiva se parecía al Salvaje Oeste, con casacas rojas en logar de la caballería azul de Estados Unidos, y los habitantes locales que trataban de conservar lo que veían como su propiedad frente a especuladores e inversores «extranjeros».

En aquellos días muchos tipos de minería eran importantes en Cumbria, pero la piedra negra llamada wad o plombagina era el mineral más precioso nunca extraído del terreno. Se supone que fue utilizada por primera vez a finales del medievo para distinguir qué ovejas pertenecían a quién, una aplicación de la tecnología de la información tan importante entonces como ahora: llevar la cuenta de nuestras posesiones terrenales.

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Si quieres conocer más historias curiosas de la química y sus sustancias, te recomendamos El último alquimista en París, de Lars Öhrström.

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El último alquimista en París, de Lars Öhrström, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

12 cosas cagadas del espacio exterior que quizá no habías pensado

El espacio exterior es un territorio insondable y misterioso para nosotros, los humildes terrícolas que habitamos la tierra. Cada noche, cuando volteamos hacia las estrellas, estamos volteando en realidad hacia el gran misterio de nuestra existencia y nuestro lugar en eso que llamamos universo. Cosa seria, ¿no creen?

Pero el espacio exterior, con todos los enigmas y secretos que esconde, también se presta para el buen humor. Y es que, ante la duda, es mejor reírse.

A continuación les compartimos una serie de 12 cosas cagadas sobre el espacio que muy probablemente no se habían planteado (y si ya lo habían hecho, ni modo).

1. Si la tierra fuera del tamaño de un globo terráqueo escolar, la Estación Espacial Internacional estaría a 3/8 de pulgada de su superficie.

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2. ¿Por qué en las naves alien siempre hay una rampa? ¿Se les complican las escaleras? ¿O es que cumplen con requisitos de accesibilidad?
02 escaleras
3. Los gusanos desconocen la inteligencia de un humano junto a ellos, no hay razón para pensar que sería diferente entre un humano y un alien.
03 b humanos alien
4. ¿Cómo cubrir los estornudos en el espacio? El casco bloquea las 40 mil gotas de mucosa que expelimos. Así que los aliens están seguros.
04 astronauta
5. Cosmos sabroso: Mars, Milky Way, MoonPie, chicles Eclipse, Sunkist, Celestial Seasonings. Eso sí, no hay comida en honor a Urano.
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6. Si calientan con un soplete una lámina del Transbordador, en lo que dejan el soplete ya está de nuevo a temperatura ambiente.
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7. El símbolo de la Fuerza Aérea son alas de pájaro. Aunque ahora volamos a velocidades que vaporizarían a un ave, y en el espacio son inútiles.
(U.S. Air Force graphic/Robin Meredith)
(U.S. Air Force graphic/Robin Meredith)
8. Ante la pregunta de por qué los planetas orbitan en elipses y no en otra forma, Newton tuvo que inventar el cálculo para poder responder.
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9. Hace 50 años, los soviéticos pusieron a Yuri Gagarin en órbita. Él fue el 4° mamífero en lograrlo.
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10. FYI: los primeros mamíferos en órbita, en orden: perro, cuyo, ratón, humano (ruso), chimpancé, humano (estadounidense).
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11. ¿Y si perdiéramos la luna? Tendríamos que hallar algo más a lo que culpar por el comportamiento lunático.
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12. A los dos minutos de vuelo, la velocidad de vuelo del Transbordador excede la de una bala disparada por un M16.

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Si te llamaron la atención estos datos curiosos, debes saber que fueron extraídos de Crónicas del espacio, un libro de Neil deGrasse Tyson que te explicará, de forma accesible y clara, por qué nos sentimos atraídos por el espacio, y muchas cosas más.

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Crónicas del espacio, de Neil deGrasse Tyson, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

‘La era del imperio’, un libro de Eric Hobsbawm para entender las bases de la sociedad moderna

Puede parecer absurdo, a primera vista, considerar la historia de la mitad de la especie humana en el período que estudiamos en el contexto de la clase media occidental, grupo relativamente reducido incluso en los países de capitalismo «desarrollado» y en desarrollo. Sin embargo, nos parece legítimo, en tanto los historiadores centran su atención en los cambios y transformaciones en la condición de la mujer, pues el más sorprendente de ellos, «la emancipación de la mujer», fue iniciado y desarrollado de forma casi exclusiva en este período  por la clase media y -de forma diferente- por los estratos más elevados de la sociedad, menos importantes desde el punto de vista estadístico. Fue un fenómeno modesto, aunque este período dio a luz un número de mujeres reducido pero sin precedentes que eran activas y que se distinguieron de forma extraordinaria en determinados campos reservados hasta entonces a los hombres: figuras como Rosa Luxemburg, madame Curie, Beatrice Webb. Con todo, fue un número lo bastante elevado como para producir no sólo un puñado de pioneras, sino -en el contexto de la burguesía- una nueva especie, la «mujer nueva» sobre la cual especularon y discutieron los observadores masculinos a partir de 1880 y que fue la protagonista de las obras de autores «progresistas»: Nora y Rebecca West de Henrik Ibsen y las heroínas, o más bien antiheroínas, de Bernard Shaw.

No se produjo todavía cambio alguno en la condición de la gran mayoría de las mujeres del mundo, aquellas que vivían en Asia, África, América Latina y las sociedades campesinas del sur y el este de Europa o, para el caso, en la mayor parte de las sociedades agrarias. Por otra parte, los cambios fueron escasos en la situación de la mayor parte de las mujeres la clase trabajadora, excepto en un aspecto fundamental. A partir de 1875, las mujeres del mundo «desarrollado» comenzaron a tener muchos menos hijos.

Extracto de La era del imperio (1875-1914), de Eric Hobsbawm.

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La era del imperio (1875-1914), de Eric Hobsbawm, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Booket/Crítica.

’17 ecuaciones que cambiaron el mundo’, un libro para entender la importancia de las matemáticas en el mundo

Las ecuaciones son el alma de las matemáticas, la ciencia y la tecnología. Sin ellas, nuestro mundo no existiría en su forma actual. Sin embargo, las ecuaciones tienen fama de ser horripilantes: los editores de Stephen Hawking le dijeron que cada ecuación reduciría a la mitad las ventas de «Historia del tiempo», pero más tarde ignoraron su propio consejo y le permitieron introducir «E=mc2» cuando eliminándola supuestamente habrían vendido otros 10 millones de copias. Estoy del lado de Hawking. Las ecuaciones son demasiado importantes para esconderlas. Pero sus editores también tenían razón; las ecuaciones son formales y austeras, parecen complicadas e incluso a quienes les encantan les pueden desanimar si son bombardeados con ellas.

En este libro, tengo una excusa. Ya que trata sobre ecuaciones, no puedo evitar incluirlas al igual que no puedo escribir un libro sobre montañismo sin usar la palabra «montaña». Quiero convencerte de que las ecuaciones han jugado un papel esencial en la creación del mundo actual, desde la cartografía a la navegación por satélite, desde la música a la televisión, desde el descubrimiento de América a la exploración de las lunas de Júpiter. Afortunadamente no necesitas ser un ingeniero aeroespacial para apreciar la poesía y la belleza de una buena e importante ecuación.

Hay dos tipos de ecuaciones en matemáticas, que aparentemente son muy parecidas. Un tipo presenta relaciones entre varias cantidades matemáticas; la tarea es probar que la ecuación es cierta. El otro tipo proporciona información sobre una cantidad desconocida y la tarea matemática es resolverla, para hacer lo desconocido, conocido. La distinción no está clarísima, porque a veces la misma ecuación puede usarse para ambas cosas, pero es una pauta útil. En este libro, te encontrarás con ecuaciones de ambos tipos.

Las ecuaciones en matemática pura son habitualmente el primer tipo; revelan patrones y regularidades profundas y hermosas. Son válidas porque, dados nuestros supuestos básicos sobre la estructura lógica de las matemáticas, no hay alternativa. El teorema de Pitágoras, que es una ecuación expresada en el lenguaje de la geometría, es un ejemplo. Si aceptas los postulados básicos de Euclides sobre la geometría, entonces el teorema de Pitágoras es cierto.

El curso de la historia de la humanidad ha sido redirigido una y otra vez por una ecuación. Las ecuaciones tienen poderes escondidos. Revelan los secretos más íntimos de la naturaleza. Esto no es el modo tradicional para los historiadores de organizar el ascenso y la caída de las civilizaciones. En los libros de historia abundan reyes y reinas, guerras y desastres naturales, pero las ecuaciones escasean. No es justo.

Extracto de 17 ecuaciones que cambiaron el mundo, de Ian Stewart.

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17 ecuaciones que cambiaron el mundo, de Ian Stewart, está disponible en librerías y tiendas en línea bajo el sello Crítica.

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El progreso humano contado a través de 17 ecuaciones explicadas en un libro de lectura apasionante. – Claudi Alsina